jueves, 18 de septiembre de 2014

Catarroja. Puntos de interés.




Ahora nos toca analizar Catarroja, el pueblo donde residían los Anglés y Miriam acudía a estudiar al Instituto La Florida. Para hacernos una idea de su ubicación, en este mapa vemos al suroeste los pueblos de Picassent y Alcàsser. Hacia el noroeste, de abajo arriba, tenemos los pueblos de Beniparrell, Albal, Catarroja, Massanassa, Alfafar y Benetússer. En este último pueblo residía María Dolores Cuadrado Badía, la ex de Miguel Ricart Tárrega. Al este de Alcásser vemos el pueblo de Silla y las marismas de la Albufera de Valencia.




En esta ampliación ya sólo vemos, de abajo arriba, los pueblos de Albal, Catarroja, Massanassa, Alfafar y Benetússer.




Todas las casas amarillas corresponden a viviendas de la familia Anglés. En Albal, el pueblo de más al sur, tenemos, de izquierda a derecha, las casas de Neusa, Kelly, Joaquín y, al lado, otra de Kelly.

En Catarroja tenemos dos casas de la familia Anglés. De izquierda a derecha, el domicilio familiar (de donde partieron el 13 de noviembre Anglés y Ricart para secuestrar a las niñas, según la versión oficial, y que fue escenario de la famosa huida Spiderman de Antonio) y otra casa más de Neusa.

El autobús es la parada en dónde se bajaba Miriam para ir al Instituto La Florida, representado por la cartera. La casa verde con la banderita corresponde a Ramón Antonio Losa Raga, que supuestamente le vendió una pistola, que robó en Benetúser, a Mauricio Anglés. El icono masculino es la casa de Oscar Jiménez García, compañero de Instituto de Miriam. Hay dos tiendas verdes, tan pegadas que casi no se distingue su separación. La de arriba es la casa de Francisco Partera Zafra, cuyo DNI usaba Antonio Anglés. Partera compró el 4 de diciembre de 1992 el Seat Ronda V-7670-BS que usó Ricart el 13 de noviembre de 1992 (!!!) (Ver folio 124 del Sumario). En la de abajo vivió Miguel Ricart Tárrega y también Luis Rivera Gallardo, toxicómano amigo de Antonio Anglés.

En Massanassa y Alfafar no tenemos nada de interés. Finalmente, al norte del todo, tenemos el pueblo de Benetússer, en donde vemos un icono femenino que corresponde al domicilio de María Dolores Cuadrado Badía, la ex de Miguel Ricart.



Mapa a gran escala. Click sobre la imagen.
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sábado, 13 de septiembre de 2014

Alcásser y Picassent. Puntos de interés.




Un mapa con los puntos de interés del caso Alcàsser representados por símbolos puede ser más intuitivo que el de Google Maps, que sólo tiene marcadores. Como el número de símbolos que ofrece la aplicación es limitado, no siempre son los ideales, pero he procurado que sean lo más exactos posible.

El pueblo de la izquierda es Picassent, y el de la derecha, Alcàsser. El punto más occidental, representado por la copa de cóctel, es la discoteca Coolor. En el siguiente mapa esa zona está cortada, lo que permite acercarlo para que se vea con más detalle.




En Alcàsser tenemos tres casas: de arriba abajo, Desirée, Toñi y Miriam. La casa de Esther es el teléfono; la de Hervás, el vehículo; la de Cano Llacer, la motocicleta; la de Soria Chaveli, el icono masculino (la tarde-noche del 13 de noviembre iba a pie a un examen de graduado escolar) y la de Sandra Leal Galán, amiga íntima de Toñi, el icono femenino.

El icono teatral son los Recreativos Zass (las dos caretas); la cartera es el Colegio Público 9 de Octubre, al que iba Desirée, y la cama es el ambulatorio al que supuestamente fue Esther el 13 de noviembre para ponerse una inyección (porque estaba resfriada ¿?).

El último semáforo, donde Hervás dice recogerlas, es el icono del parking; el marcador rojo es el matadero y la cruz roja, el cementerio.

El policía es el domicilio de Alfonso García Doria, cuyo teléfono estaba intervenido por realizar llamadas maliciosas a una de las familias de las niñas; la camioneta corresponde al domicilio social de Autobuses Vialco, empresa relacionada con las famosas furgonetas de Coolor y el dueño de dicha discoteca, Ramón Polo Arbona.

El copo de nieve, con una vaga semejanza a una estrella de David, es la sinagoga, que no tiene nada, nada, nada, nada que ver con el caso, pero es muy bonita. La cámara de fotos (monumento destacado) es la iglesia del pueblo, San Martín Obispo, situada en la Plaza del Castell s/n, que tampoco tiene nada que ver con el caso y también es muy bonita.

En Picassent hay dos iconos evidentes: el de la gasolinera Mari -donde Hervás dice dejar a las niñas- y el del taller de la Ford (la llave inglesa), al que afirmó dirigirse. El punto de interés (i) es la ermita Virgen de la Vallivana; la casa es el domicilio de la señora Badal y la interrogación es el domicilio de Ramón Heredia Torres, en donde se pensó que podría estar refugiado Antonio Anglés, que era su amigo.

Gracias al mapa, vemos claramente que es imposible que Cano Llacer viera la ermita desde la gasolinera. porque la calle hace una curva.




Mapa a gran escala. Click sobre la imagen.
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Camino al infierno. Una crítica al libro de J. J. Requena #1




El 13 de noviembre de 2012, en el programa "Espejo Público" de Antena 3, y con ocasión del vigésimo aniversario del crimen de Alcàsser, se presentaba a la audiencia el libro "Camino al infierno", escrito por un autor completamente desconocido para el gran público: J. J. Requena, que ofrecía una nueva visión del caso.

La presentadora del programa, Susanna Griso, contaba con sus habituales colaboradores Albert Castillón y Alfonso Egea, a los que se unían los invitados J. J. Requena y Jerónimo Boloix.

La introducción corrió a cargo de Alfonso Egea, que presentó a Requena como escritor de la "teoría de la conspiración" (minuto 7:13 del vídeo):



Paso 1: Alfonso Egea presenta a Requena.


AE: ... Pero también los hay, y hay muchos, que hablan de una "teoría de la conspiración", dicho con todo el respeto y nada despectivo. Uno de ellos es José Juan Requena, escritor, se encuentra con nosotros en el plató, le damos ya los muy buenos días. Usted es de esa facción, insisto que lo digo con respeto ¿eh?, de esa facción -que no son pocos-  que creen que detrás del crimen de Alcàsser hay mucho más de lo que algunos podemos pensar.



Paso 2: publicidad del libro y palabras de Requena.


JJR: Efectivamente, yo soy de los conspiranoicos, y creo que es un caso que no está resuelto y que los auténticos culpables, o, u otros culpables, no han sido juzgados y no han pagado.

SG: ¿A qué otros culpables se refiere usted?

JJR: Pues yo me refiero a un grupo de señores que en su momento pues, quizá obedeciendo a un juego de rol, se divirtieron con las tres niñas y que movieron su poder para que quedaran impunes y pagaran... pues dos pobres diablos, dos destripaterrones, como son Miguel Ricart y Antonio Anglés.

SG: Eran simplemente las piezas que utilizaban esos señores, entiendo muy influyentes.

JJR: Sí, efectivamente.

AC: Según esos datos, Anglés no mató a las niñas.

JJR: No.

AC: Pero... ¿se basa en alguna prueba? ¿No?

JJR: Vamos a ver... el profesor Frontela, cuando realiza el informe de las autopsias, determina que existe ADN de entre 7 y 12 individuos, ninguno de los cuales ¡qué casualidad! coincide con el señor Ricart ni con el señor Anglés. ¿Quiénes son, entonces, esos 7 ó 12 individuos?

AC: ¿Habla de la moqueta que envolvía los cuerpos?

JJR: No, hablo de los restos ... eh... que se encuentran... cuando se analizan los restos biológicos de Toñi, Miriam y Desirée, además de un vello púbico de color canoso. Y, que yo recuerde, ni el señor Ricart ni el señor Anglés tenían el pelo canoso.

SG: Bueno, Jerónimo, como Inspector Jefe de la Policía... [... conversaciones mezcladas...]

Esta intervención de Susanna Griso, eficaz maestra de ceremonias, permite que Boloix se lance al ataque.



Paso 3: Boloix interrumpe a Requena y lanza un ataque demoledor.


JB: Señor Requena. Usted acaba de hacer unas... unas afirmaciones que, en fin, a mi me preocupan ¿no? Porque en caso de ser ciertas usted le daría un vuelco a la... a la investigación. Para situarnos, ¿usted que profesor tiene? ¿Usted es investigador? 

JJR: Sí.

JB: Usted... acabo de leer, de informarme quién era usted, y usted es un investigador "del más allá", parapsicólogo... busca... eh.... poltergeist, 1 ufólogo, cosas del más allá. Y yo me permito sugerir que las cosas del "más acá" las tenemos que investigar los que conocemos esto. Pero de todas formas le voy a decir una... una cosa. Usted acaba de afirmarnos aquí, rotundamente, que hay un grupo de personas que participó en estos hechos y que usted ha investigado. Tenga el coraje de decir en este momento, unas horas antes de que prescriba el caso Alcácer, quiénes son esas personas.

JJR: Yo todavía no sé quiénes son esas personas. Y, para acusar a alguien, hay que tener pruebas fehacientes e irrefutables. Por desgracia, todavía no existen esas pruebas fehacientes e irrefutables.

JB: La única prueba fehaciente e irrefutable es que en este país Miguel Ricart y Antonio Anglés han sido condenados nada más y nada menos que por el Tribunal Supremo, que se ocupan de cosas del más acá, a 170 años, como autores de la violación y muerte de esas niñas. 2 A mí me parece una absoluta falta de respeto que en un día como hoy, donde se conmemora la triste y terrible muerte de estas niñas, donde sus familias y donde todo el mundo que nos hemos sentido concernidos 3 por este asunto tenemos un inmenso dolor, aparezcan personas como usted, sin que sea nada personal, pero su teoría, que quiera decir estas cosas... Usted acaba de escribir un libro y a lo mejor quiere venderlo. Me parece estupendo. Pero hay otros programas, otros foros, incluso otros temas, para escribir libros que tienen que ver bastante con su especialidad, que es el "más allá"...


1. "Postergeist", es lo que realmente dice Boloix en la entrevista televisiva.
2. Falso. Anglés estaba en busca y captura. Nunca fue condenado porque no se le juzgó.
3. ¡Qué pedante! Con "interesados" o "afectados", sobraba.



Paso 4: Susana Grisso interviene porque Boloix se quedaba sin adversario.


SG: ...Matas al mensajero... Quiero decir, que, de alguna manera... recoge algo que siempre ha estado ahí... [cruce de tres conversaciones y no se entiende nada].

JB: No, no, no, yo no estoy matando al mensajero... Estoy... A ver, estoy diciendo... En este país, en este país se produjo la violación y muerte, dato objetivo, de tres niñas. Especialistas de este país, profesionales de este país: policías, fiscales, médicos forenses y jueces, han condenado en sentencia firme a estos señores por esos hechos.

SG: Sí, pero como tú mismo has reconocido que la sensación general es que esa situación se cerró en falso, es decir, que el principal culpable desapareció, no sabemos si murió o está en libertad eso es campo yo creo... [... aquí su voz se mezcla con la de Albert Castillón ...]

Gracias a la nueva intervención de Susanna Griso, Albert Castillón tiene la oportunidad de volver a conceder el turno de palabra a Requena. Todo perfectamente planeado.



Paso 5: Albert Castillón vuelve a ceder la palabra a Requena.


AC: ... Requena antes me ha contado una serie de indicios que no cuadran.

JJR: Sí.

AC: Y lo ha hecho usted de una manera muy rápida. Hágalo aquí y, hombre, responde tú que investigaste, Jerónimo, la explicación de por qué no cuadran. Indicios que no cuadran, por ejemplo. Me hablaba, ADN de gente que no estaba... pelo de pubis que no era de ninguna de las niñas, dígame más...



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Este programa se emitió con ocasión del vigésimo aniversario de la desaparición de las tres niñas de Alcàsser: Miriam, Toñi y Desirée. Un programa de máxima audiencia que, en este caso, iba a ser seguido con toda seguridad por los detractores de la nada convincente versión oficial.

El formato elegido estaba cuidadosamente calculado para producir dos efectos distintos. Para los partidarios de la versión oficial había un contertulio "serio", Jerónimo Boloix, y un parapsicólogo "chiflado" (J. J. Requena), por lo que nada de lo que este último dijera iba a tener credibilidad. La versión oficial quedaba así reforzada. Por su parte, los detractores de la versión oficial y partidarios de una versión alternativa se encontraron con un contertulio "malo", Jerónimo Boloix, y otro "bueno", J. J. Requena, atacado sin piedad por el primero. Esto generó una simpatía instantánea a favor de Requena y de su libro.

A los detractores de la versión oficial de los hechos se les ofrecía una versión alternativa tan falsa como la oficial, pero que, salvo excepciones, estaban más que dispuestos a aceptar: si la atacaba Boloix sería porque era digna de crédito. La falsa versión alternativa quedaba así establecida.

En ambos casos, el Sistema ganaba, porque conseguía dejar fuera de sospecha a los verdaderos culpables, tal y como ha estado sucediendo durante los últimos veinte años.

Yo fui uno de los muchos que, indignado por la actitud de Boloix, me puse a favor de Requena. De modo que, poco después de emitido el programa, subí el fragmento en el que se trataba de Ricart, Requena y el caso Alcàsser a mi página de YouTube.

No caí entonces en que el programa estaba hecho a medida para dar publicidad al libro de Requena. ¡Hasta el propio Jerónimo Boloix se la hacía, al mencionar que Requena había escrito un libro que suponía querría vender!

En realidad... ¿qué hacía Requena en el vigésimo aniversario de los hechos? El que debería haber estado, con su libro bajo el brazo, era Juan Ignacio Blanco. Pero no, Juan Ignacio nunca podría estar en ese plató. Porque sigue vetado en todos los medios de comunicación y su libro "Qué pasó en Alcácer", referencia imprescindible y casi única del caso, fue retirado por los tribunales a petición de Rosa Folch. Porque contenía la verdadera versión alternativa. La que siempre defendieron él y Fernando García, y que les ocasionó tantos problemas.

Sigo simpatizando con Requena. Creo que es una buena persona y que siempre le ha guiado la mejor de las intenciones respecto al caso. Además, desde el punto de vista personal, lamento profundamente que no se encuentre bien de salud, y hago votos por su total y completo restablecimiento. Pero opino que ha sido utilizado para sacar a la luz unas conclusiones completamente erróneas sobre el crimen.

De modo que en un próximo post analizaré el libro de Requena paso a paso, lo que nos permitirá ver el verdadero valor de la obra y del trabajo realizado por el autor. 


domingo, 7 de septiembre de 2014

El fiscal.




Desde hacía semanas, Frank era poco más que un zombie. Respiraba porque no tenía más remedio, raras veces comía y no dormía en absoluto. Cuando salía a la calle todo parecía irreal. Él no era más que un espectador de lo que veía a su alrededor. Era como ver una película sentado en una sala de cine. Vagaba sin rumbo fijo y veía a la gente andando por la calle, cómo circulaban los vehículos, cómo cambiaban las luces de los semáforos... Había personas sentadas en las terrazas de los cafés, niños con sus mochilas camino del colegio y quioscos de periódicos cuajados de clientes en busca de la prensa matinal. También podía oír las conversaciones de los parroquianos de las cafeterías, las risas de los niños, el ruido del tráfico... Pero todo aquello le era ajeno, indiferente, lejano.

Desde que su hija había sido raptada, violada, asesinada y arrojada al río, todo había cambiado. Un año buscándola sin parar, para que luego apareciera en un remanso, a pocos metros de casa. Su hija, a la que había cambiado miles de pañales, dado el biberón, acunado, bañado y llevado al colegio. La que le manchaba las hombreras del traje con la leche recién tomada, al abrazarla para despedirse de ella antes de ir a trabajar. A la que conseguía hacer dormir en sus brazos cuando estaba vencida por el sueño y berreaba sin parar porque no conseguía dormirse. La que llevaba corriendo al pediatra al menor asomo de fiebre. Su hija, a la que había visto cómo le salía el primer dientecito, cómo aprendía a gatear, a ponerse de pie, a andar tambaleándose, a decirle "papá" por primera vez. Su hija... aparecía tirada en un lodazal, sin cabeza. Se le había desprendido a causa de la putrefacción, le habían dicho. Y que había muerto el mismo día de su desaparición.

¿Qué había hecho mal? ¿Cómo era posible que su familia, que nunca había hecho daño a nadie, hubiera recibido un golpe tan brutal, que en un instante se hubieran disipado diez años de felicidad, como si todo hubiera sido un sueño?

Su mujer no había podido soportarlo y se había arrojado a las vías del metro. Ahora estaba en coma irreversible en el hospital. ¡Su compañera, la madre de su hija, la mujer a la que había amado desde la primera vez que la vio! Y ahora tenía que soportar que le dijeran que el culpable de todo, el que había raptado, violado y asesinado a su hijita de nueve años, el culpable indirecto de que su esposa estuviera a las puertas de la muerte, era un borracho pederasta que estaba suelto cuando tendría que haber estado en la cárcel.

Pero no, no se lo creía. Ya había visto más casos en la prensa. Aquí estaba pasando algo. Más padres habían protestado, pero, de un modo u otro, el Sistema había conseguido silenciarlos. Pero no, a él no le iban a hacer callar. ¿Acaso podía consentir que ultrajaran, torturaran y decapitaran a su hija, dándole a cambio las migajas de un falso culpable y unas líneas de condolencia en la prensa?

Porque ahora, en medio del juicio contra el pederasta borracho... ahora sí que podría hacer algo. Esta vez tocaba hacer un escarmiento, y si no podía ser con los de arriba, anónimos e intocables, al menos que pagaran los de abajo, los lacayos que tapaban sus crímenes. Eso les haría ver que estar al servicio del Régimen no les saldría gratis, porque otros padres podían seguir su ejemplo y tomarse la justicia por su mano. Porque cuando la justicia no funciona, se instaura la venganza.

Frank entró en unos grandes almacenes. Ya sabía lo que quería comprar. Eligió una vajilla color crema suave, cinta aislante y una pulidora amoladora. Lo metió todo en un carrito y se dirigió hacia la cajera. Pagó con su tarjeta, metió todo en una gran mochila que se había traído consigo, y volvió a salir a la calle.

Cuando llegó a su casa, abrió la caja en donde estaba la vajilla y se fue a la cocina, que tenía el suelo cubierto con losas de gres. Entonces empezó a lanzar al suelo todas las piezas de la vajilla, asegurándose de que todo se rompía.

Examinó los pedazos uno por uno, hasta que encontró uno puntiagudo, en forma de triángulo isósceles... Era perfecto para lo que quería.

Se fue al garaje, enchufó la amoladora, y comenzó a pulir la base del fragmento roto de cerámica, para seguir después con el resto. Poco a poco, consiguió que la pieza adoptara la forma de un punzón. Entonces forró con cinta aislante el extremo opuesto a la punta, para poder empuñarlo sin peligro.

Se puso unos pantalones con cremalleras de plástico en los bajos de las perneras y fijó el punzón de cerámica a su tobillo, con ayuda de varias tiras de esparadrapo hipoalergénico. Se lavó bien las manos, se cambió de camisa, se puso una corbata y se sentó ante el televisor. Tenía que hacer tiempo hasta volver a salir.

Observó que no había gran diferencia entre las sensaciones que experimentaba al ver la televisión y las que sentía en la vida real. Mientras contemplaba las imágenes sin sentido, no dejaba de mirar nerviosamente su reloj. Finalmente, después de una espera que pareció haber durado un siglo, llegó la hora.

Entonces volvió a salir a la calle y se encaminó al Palacio de Justicia. Sabía que no le iban a detener en el control de la entrada, porque ya había pasado otras veces con trozos de un plato roto en los bolsillos, y el arco no los detectaba.

Tal y cómo había previsto, consiguió entrar sin problemas. Además, ya lo conocían. Subió las escaleras y se dirigió a la sala en dónde se celebraba el juicio. Una vez dentro, observó cuidadosamente al fiscal del distrito. Sí... no cabe duda de que tenía que ser él. Había más candidatos. Podía elegir al juez, que era el director de toda la farsa, o a uno de los forenses, que habían tenido la desvergüenza de firmar aquel montón de mentiras... Pero, no, tenía que ser el fiscal, que sabía perfectamente que el borracho degenerado al que habían cargado con la muerte de su hija debía estar en la cárcel por pederasta, pero no por asesino.

Hoy era el día en el que Frank había sido citado para declarar. Grave error por parte de la acusación, porque eso le ponía a escasa distancia del fiscal, que estaría tan sólo a un par de metros a su izquierda. Con mucho cuidado, abrió la cremallera y asió el punzón, que ocultó bajo la manga de su camisa, doblando la muñeca para que estuviera pegado a su antebrazo.

Cuando le llamaron para prestar declaración, se dirigió al estrado, pero no llegó a sentarse. Avanzó unos metros más y fue en busca del fiscal...


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TODOS LOS PERSONAJES QUE APARECEN
EN ESTE POST SON FICTICIOS.
CUALQUIER PARECIDO CON PERSONAS
REALES, VIVAS O MUERTAS, ES
UNA SIMPLE COINCIDENCIA.