martes, 15 de agosto de 2017

El rabino y la bruja.




Hace mucho, mucho tiempo, comenzaron a suceder cosas extrañas. Los judíos desaparecían sin motivo alguno y no se volvía a saber de ellos. Abandonaban la ciudad pero nunca llegaban a su destino. O intentaban regresar pero nunca llegaban a su hogar. Al principio la gente pensó que debía ser cosa de los ladrones, pero era extraño que las únicas víctimas fueran judíos. Al ir aumentando las desapariciones, en su mayoría comerciantes, la gente se alarmó y pidieron al rabino Jannai que los ayudase.

El rabino Jannai descubrió que todos los desaparecidos habían tomado el mismo camino. Disfrazado de mercader, partió en esa misma dirección en un carromato lleno de barricas de vino, que ciertamente constituían un blanco tentador. Otros rabinos le habían advertido que un viaje semejante podría estar lleno de peligros, pero el les aseguró que no sufriría daño alguno, porque estaba emprendiendo la misión en nombre de Dios.

El rabino Jannai viajó mañana y tarde y nada le sucedió. Al aproximarse el anochecer llegó a una posada y decidió pasar allí la noche. Una anciana administraba la hostería, y reconoció al instante que el rabino Jannai era un judío, algo evidente para cualquiera. Sonrió para sí y le invitó a que se sintiera como si estuviera en su propia casa.

Tras el largo viaje el rabino Jannai estaba sediento y pidió a la anciana un vaso de agua. Advirtió que se volvía, dándole la espalda, mientras se lo servía, lo que le hizo sospechar. También pudo ver cómo sus labios se movían mientras se lo traía, y se preguntó si no estaría pronunciando un hechizo. Cuando la anciana se volvió para atizar el fuego, el rabino derramó parte del agua en el suelo y ni siquiera parpadeó cuando vio que el charco se tornaba en culebras que se alejaron serpenteando. Entonces se dirigió a la mujer y le dijo "Gracias por el agua, buena mujer. Más tarde la beberé. Mientras tanto, quizás podría conseguir que os interesarais en adquirir alguno de mis vinos".

A la anciana le encantó saber que el judío era un comerciante de vinos, porque sabía que pronto serían suyas todas sus pertenencias. Pero ocultó sus pensamientos y contestó. "Bien, quizás debería probar algo del vino antes de comprarlo". Y el rabino Jannai dijo, "Por supuesto, es lo que cabía esperar. Esperad aquí y os traeré un poco".

El rabino abandonó la posada y se encaminó hacia su carromato, llevando consigo el vaso de agua embrujada. Vertió un poco en el interior de un pellejo de vino, cuya cabida completó abriendo la espita de una de las barricas. Luego retornó a la posada y entregó el pellejo de vino a la anciana, que lo vació de un trago. Nada más terminar, se transformó en una asna. La bestia desbocada comenzó a trotar por toda la posada, causando un gran destrozo.

Finalmente, el rabino Jannai arrastró la asna al exterior y la amarró a su carromato. Luego la condujo, rebuznando y coceando, de vuelta a la ciudad, en donde la montó y condujo hacia el mercado, intentando revelar el motivo de las desapariciones misteriosas.

Había una hechicera que vivía en la ciudad que era hermana de la vieja bruja que regía la posada. Y cuando vio al rabino Jannai montando a la asna, no sólo supo que había sido encantada sino también que era su hermana. Rápidamente murmuró el hechizo para devolver la asna a su forma humana. En cuanto lo pronunció, la asna se convirtió en la anciana, caminando a gatas sobre manos y rodillas, con el rabino Jannai montado sobre ella.

Así fue como el rabino Jannai fue visto en público cabalgando sobre una mujer. Las burlas y cotilleos todavía mueven a risa cuando narran la historia, pero hablan del rabino con orgullo, porque fue más astuto que la bruja, que temía hasta tal punto los poderes del rabino que admitió haber convertido en asnos a los mercaderes perdidos, prometiendo revertir los hechizos si el rabino la dejaba marchar. El rabino accedió, y momentos después el ruido de los cascos que resonaban en las campos en las inmediaciones de la posada se transformó en sonido de pisadas, y todos los mercaderes perdidos corrieron a sus casas.

En cuanto a la bruja, ella y su hermana cenaron juntas en una posada esa misma noche y bebieron muchos vasos de vino para celebrar haber escapado del judío. Pero nadie parece haberlas visto desde entonces, y nunca se halló ni rastro de ellas, a excepción de dos vulgares asnas que se dice dejaron olvidadas.


Howard Schwartz
Traducido del inglés por Nozick




Fuentes:


  1. The rabbi and the witch. From "Lilith's cave. Jewish tales of the supernatural". 1988. Copyright: Howard Schwartz.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy ardilosos ambos personajes. :)

Poquitos comentan los cuentos de Howard Schwartz, pero tienen una importante función en este espacio. Por un lado, hacen más llevadera la lectura de los artículos densos del blog (casi todos); y por el otro, invitan a reflexionar sobre determinadas problemáticas que serían muy complicadas de abordar de modo directo.

Gracias por traducirlos y publicarlos.

Anónimo dijo...

"Entre la gente, ha despertado gran interés el perro que saltó a tierra al embarrancar el barco, y numerosos miembros de la Sociedad Protectora de Animales, que es muy fuerte en Whitby, han tratado de ganarse la amistad del animal. Para desencanto general, sin embargo, no ha sido encontrado; parece que ha desaparecido de la ciudad. Quizá se asustara y fuera a refugiarse a los marjales, donde aún se oculta. Algunos ven con temor esta posibilidad, por si se convierte más tarde en un peligro ya que, evidentemente, se trata de un feroz animal. Esta mañana, a primera hora, han encontrado muerto, frente a la casa de su amo, a un gran perro cruzado de mastín, perteneciente a un comerciante de carbón que vive cerca del espigón de Tate Hill. El animal mostraba señales de haber luchado contra un fiero oponente, ya que tenía la garganta destrozada y el vientre desgarrado como por unas garras salvajes"

Drácula.

Anónimo dijo...

Bueno... parece que algo hemos mejorado, los que buscan ya no se desaniman si encuentran un asno

Anónimo dijo...

¿O será que ahora ya no hay asnas?

Anónimo dijo...

"Tal vez sea un hecho poco conocido, pero en este archipiélago también hubo judíos y, especialmente, anusim, es decir “conversos”. Los judíos canarios solían residir principalmente en las islas Tenerife y Palma, y aunque ostensiblemente cristianos de ningún modo habían renunciado a su fe. Mantuvieron un carácter prominentemente judío, y solían conversar en hebreo entre ellos"

http://esefarad.com/?p=1539

"En 1992, como parte del Carnaval de Güímar surge la idea de imprimir el valor merecido al carnaval local recuperando la importancia del Entierro de la Sardina, dentro del cual decidieron incluir la representación de las Burras de Güímar como acto principal de la última parte del carnaval. La realización de obra está basada en las tradiciones locales en relación con la brujería, recopiladas de leyendas y creencias protagonizadas por brujas capaces de convertirse en burras para evitar ser reconocidas y tener libertad de lanzar hechizos y apoderarse de las casas y arruinar los cultivos de los pobladores"

http://www.inforural.com/verfiesta/tenerife/lasburrasdeguiacutemar