miércoles, 27 de enero de 2016

Alcàsser. Veinticuatro años sin Miriam, Toñi y Desirée.




Todo día tiene sus efemérides. Algunas de las del 27 de enero son  las siguientes:


  • En 1336 Pedro IV es proclamado rey de Aragón.
  • En 1801 Santa Cruz de Tenerife es declarada capital de la Provincia de Canarias.
  • En 1880 Edison patenta la lámpara incandescente.
  • En 1945 se libera el campo de concentración de Auschwitz.
  • En 2005 se designa el 27 de enero como Día Internacional de Conmemoración de las víctimas de Holocausto.
  • En 2010 Steve Jobs presenta el iPad.


Estos aniversarios son más o menos importantes de acuerdo a los sentimientos personales de cada uno o a la sensibilidad especial de cada comunidad de seres humanos. Pero a nosotros, el que más nos afecta es el del 27 de enero de 1993, que es cuando aparecieron los cuerpos sin vida de Miriam, Toñi y Desirée.

Y digo veinticuatro años porque esto no es una simple resta. Es que durante todo este año 2016, los familiares de las niñas van a seguir privados de su compañía. Y la comedia Anglés-Ricart sigue consolidándose en las mentes de muchos.

Pocos días antes del hallazgo, Fernando García había dicho "... Cada mañana, cuando me levanto me juro a mi mismo ... que la encontraré, sea como sea y esté donde esté..." "... Siempre estoy pensando y empleo cualquier idea que me dan. Las analizo y si las veo viable las pongo en práctica. Empleo cualquier recurso. Lo importante es encontrarlas, no estar quieto hasta saber dónde están..." "... He hablado con Rafael Vera, director general de la Seguridad de Estado. Me ha dicho que esto es un problema de Estado. Textualmente me ha dicho que no se puede permitir que desaparezcan tres niñas y no seamos capaces de encontrarlas. Ha anunciado que va a mandar otro equipo de la policía para que haga una investigación paralela a la que hace la Guardia Civil. Y también a un capitán de la Guardia Civil para que coordine las informaciones de Interpol que puedan producirse de las niñas en el extranjero..." "... Estoy seguro que las encontraré, lo sé. Estoy seguro que encontraré a mi hija, es mi ilusión y parte de mi vida. Sé que me va a costar, pero la encontraré. Lo que me da fuerza es ella y saber que no estoy sólo. Mi gratitud está con todos..."

El día 26 de enero, Fernando García y María Luisa, la hermana de Toñi, se entrevistaron con el fiscal jefe, Enrique Beltrán, que les resumió el estado de la investigación (ya le debió costar improvisar sobre el tema durante un buen rato para no decir nada) y les comunicó que los Reyes estaban muy afectados por la desaparición de las niñas.




Fernando y María Luisa partieron después hacia Londres, donde tenían previsto visitar los canales televisivos de la BBC, Sky, ITN y Super Channel, para después entrevistarse con periodistas de la MBC, que transmitían a los países árabes. Tenían muchos planes, porque después vendrían Alemania y el Magreb. Y estaba pendiente la impresión de cinco millones de carteles con las fotos de las tres niñas y otros doscientos mil con el anuncio de 10 millones de recompensa, que había ofrecido el empresario José María Ruiz Mateos.

Todos los sueños quedaron rotos con una sola llamada de teléfono desde el hotel Mount Royal, de Londres. Después de la angustia de setenta y cinco días, pero con la esperanza siempre presente, se había llegado a un callejón sin salida y a la peor de las conclusiones posibles. Habían aparecido sin vida y él se encontraba tan lejos...




Ahora Fernando tenía otros objetivos: cambiar la legislación y averiguar quién había matado a las niñas.

Eventualmente se consiguió frenarlo y no pudo cumplir su misión.

Pero nosotros todavía podemos contribuir. Mientras quede alguien que recuerde lo que pasó, cómo pasó y de qué manera se cerró el caso, hay esperanza de que se haga justicia.

Supongo que no está de más recordar a los encargados de la seguridad del Estado que estas cosas siguen pasando y que suponemos que seguirán siendo un problema de Estado. Su obligación es encontrar a las desaparecidas, castigar a los culpables e impedir que se produzcan nuevos casos. Somos ciudadanos, no súbditos. Aparte del deber de respetar las leyes, votar cada cuatro años y pagar impuestos, también tenemos nuestros derechos. Y el primero de ellos es la vida y la seguridad. Ocúpense de garantizarlas, como es su obligación.

Renovemos cada año el juramento de conseguir que se haga justicia, pensando cada vez que será la última vez que tengamos que hacerlo porque al año siguiente lo habremos conseguido.

La llama que se encendió el 27 de enero de 1993 ha de pasar de mano en mano hasta llegar a la meta. No sabemos cuántos relevos serán necesarios, pero tarde o temprano venceremos.




MIRIAM

«Nació un mes antes de lo previsto, y sólo pesó dos kilos y setecientos gramos al nacer. Eso fue el 28 de julio de 1978, y la inscribimos y bautizamos en Alcásser. Quise darle el pecho, pero los médicos no me dejaron porque la niña necesitaba ganar peso rápidamente para evitar ponerla en la incubadora...

»El sarampión que pasó de pequeña le duró pocos días, pero le dio muy fuerte, y también tuvo las enfermedades típicas de la infancia... No era una niña traviesa. Le gustó jugar con muñecas hasta muy mayor, pero no tenía ninguna muñeca ni juguete preferido, porque ella a todo le cogía afecto. La dejabas jugando en un sitio y allí se quedaba... Ahora, cuando abro los cajones de su habitación, aparecen las cosas más variadas: papeles, peluches... Todo tenía un significado para ella y no quería tirar nada.»

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«Con su hermano Fernando se llevaba un año, y para que no se sintiera desplazada, yo no quise que fuera a la guardería hasta los tres años, cuando pudieron ir los dos juntos. Aun así, tuvo los típicos celos infantiles de su hermano, y alguna vez, cuando era muy pequeña, me dijo que hubiera querido ser ella sola, pero todo eso ya lo había superado al final, y cuando se le pasaron los celos, a su hermano Martín lo trató con mucho cariño y él también se acuerda mucho de ella. Recuerda, sobre todo, un día en que se habían quedado solos en casa, y Fernando, el hermano mayor, le estaba pegando al pequeño. Entonces Miriam, que se estaba duchando, salió del baño, cogió a Martín y se lo metió dentro... En el colegio ingresó a los cuatro años, y nunca sintió predilección por ninguna asignatura en concreto. Estudiaba porque tenía que hacerlo, pero no porque le gustara... Ésa es la verdad.»

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«Tampoco era muy deportista. Le gustaba el ballet porque lo hizo desde los cinco años, y en la casa solía poner música en el tocadiscos, pero no estridente ni muy alta... No le gustaba mucho leer, ni la televisión; pero sí escribir, prefería meterse en su habitación a oír música y escribir. Escribía mucho, pero también era voluntariosa para ayudar en la casa, y, aunque más bien tímida, también sabía ser muy cariñosa y muy comunicativa. Conmigo se pasaba muchos ratos hablando y me lo contaba todo. Tenía una gran sensibilidad... No sólo he perdido a una hija, sino también a una amiga.»

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«En una ocasión llegó a casa y me dijo: "No me digas que no, por favor." Y me enseñó tres pollitos que traía envueltos en una camiseta. Los criamos, pero tuvimos que regalarlos cuando se hicieron grandes porque vivimos en un piso. Por eso no la dejábamos tener animales...»

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«La primera comunión la hizo en Alcásser con su hermano. Fuimos a Valencia a comprarle el vestido. Ella quería uno con encajes y puntillas de mucha fantasía, pero yo le dije que sería mejor otro más sobrio, aunque costara más dinero, y ella lo entendió... No es que fuera una niña religiosa, quizá porque no veía mucha religiosidad en casa, pero en el colegio sí daba religión... Un día llegué a casa y me encontré con que habían llamado a la puerta los Testigos de Jehová. Ella les abrió y ellos le ofrecieron un libro para que se lo quedara y les pagara la voluntad. Miriam me consultó qué debía hacer y yo le dije que decidiera por sí misma, y al final se quedó con el libro y estuvo leyéndolo los últimos días de su vida...»

«Miriam se preocupaba mucho por todo. Sufría por lo que les pasaba a otros. Por eso decía que quería ser enfermera, para poder ser útil y ayudar a los demás.

»Cuando empezó a estudiar en el Instituto de Formación Profesional, se sentía un poco aislada y sola porque no conocía a nadie en su clase.

»Entonces, para ayudar a los alumnos a conocerse entre ellos, los profesores del Instituto organizaron una acampada y fui a buscarla de vuelta a la estación de Valencia. Eso sería una semana antes de desaparecer. Yo estaba de espaldas a donde venían ellos, y ella se acercó por detrás y me dijo: "Mamá, que estoy aquí." Y me abrazó y me besó. Estaba muy contenta, se veía que lo había pasado muy bien con sus compañeros. "Mamá, ¿me quieres?", me preguntó. Yo le contesté: "Te quiero mucho, hija mía." Y entonces me dijo: "Pues cómprame una moto." Estaba loca por tener una moto, porque tenía que viajar todos los días al Instituto, y volver, en autobús. A mí me daba mucho miedo la moto, pero si se la hubiésemos comprado a lo mejor se hubiera evitado lo que le pasó...»

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«Un día, poco más de dos meses antes de desaparecer, cuando bajaba del ascensor, se apagó la luz y apareció un hombre vestido de negro, con guantes y un pasamontañas, que estaba oculto en el hueco de la escalera. Mi hija se llevó un buen susto, pero reaccionó bien. Le lanzó la bolsa de la basura a la cara, salió corriendo a la calle y nos llamó desde una cabina telefónica para que bajásemos.

»Yo creo que se trataba de un ladrón, porque era en fiestas y, aparte de nosotros, no quedaba nadie en el inmueble. Debió ser alguien que estaba esperando que saliéramos para entrar a robar... Pero lo curioso fue que unos días después, Miriam bajaba del ascensor cuando también se apagó la luz y un perro se le metió entre las piernas. Era el perro de una vecina, que se había escapado; pero Miriam tuvo suficiente serenidad de ánimo como para encender la luz y darse cuenta de que se trataba de ese perro...»

«A pesar de estos detalles, era miedosa. Dormía sola, pero su habitación estaba muy cerca de la nuestra. Lo hicimos por esa causa... Si algún día se tenía que quedar sola por lo que fuera, o bien se bajaba a casa de la vecina, o se encerraba en su habitación y se ponía música... Yo no soy miedosa y ella tenía miedo de todo. A mí sólo me dan miedo los bichos, pero cuando estoy en casa no tengo miedo de nada.»

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«Le gustaba mucho vestirse de fallera... y ponía una cara... cara-palo, que decía yo. Tengo un vídeo en el que le digo: "No pongas cara rara..." Se ponía muy seria y yo a veces me enfadaba: "¿Por qué te pones tan seria, con la ilusión que tienes de ser fallera...?" Quizá fuera un poquito de vergüenza, timidez o algo... Fue fallera cuatro o cinco años, de mayor, y también cuando era muy pequeñita. La falla de Miriam se hacía una semana después de San José, y es una falla de barrio, un poco especial, muy típica del pueblo.

»Cuando desapareció, yo pensé: cuando aparezca será fallera. Eso sí le hacía mucha ilusión, y por eso quise que la enterraran con el vestido de fallera...»

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«El último año que estuvo en el colegio hicieron un par de festivales destinados a recoger dinero para los actos de fin de curso, y se fueron al Pirineo catalán en viaje de estudios. En ese viaje no fue con Desi porque, aunque eran de la misma edad, Desi repetía curso. De Desi tiene una frase escrita en una de las libretas, que no sé si será de algún escritor. Pone: "Ni el tiempo ni el lugar romperán jamás nuestra amistad." Muy bonita ¿no le parece...? En cuanto a Toñi, la conoció en el año noventa pero le caía muy bien...» 

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«Ahora estoy muy preocupada por Fernando, mi marido, que se pasa el día recogiendo firmas para que las leyes sean mejores contra los violadores y los asesinos... Yo todavía no me he hecho a la idea de que mi hija se ha muerto... No puedo quitármela de la cabeza. Me imagino que cuando se sufre mucho, uno llega a perder la sensación del dolor, porque si no, el dolor nos mataría... 

»Eso es lo que me está pasando. Eso y tener la impresión de estar viviendo un sueño, de que todo es irreal y ella va aparecer en cualquier momento para decirme: "Mamá, ¿me quieres...?"»


TOÑI

«Le pusieron ese nombre por su abuela materna. Se llamaba Antonia Gómez Rodríguez, pero todo el mundo la conocía en Alcásser como Toñi, y sólo le gustaba que la llamaran así. Cuando su hermano quería hacerla rabiar, le decía: "Tú te llamas Antonia." Y ella se ponía histérica...

»Nació el 25 de mayo de 1977 en la Ciudad Sanitaria de La Fe, en Valencia, pero en seguida la bautizamos y la empadronamos aquí. Fue una niña robusta... De pequeña no pasó sarampiones, ni rubéolas ni tosferinas. Tenía mucha salud y nació preciosa, pesaba cuatro kilos y pico, con un color de cara muy bonito, un color de rosa guapa... Era la pequeña de la familia. Primero está su hermano Alfonso, luego María Luisa, después hay otro que se llama Fernando, y ella era la cuarta. Con Luisa se llevaba siete años y medio, y con Fernando cinco y medio... No fue una niña traviesa. A ella le gustaba jugar con cualquier juguete, con cualquier cosa. Podía pasar el día entero jugando ella sola. Yo le compraba muñecas y cositas así para jugar, y ella jugaba mucho. Le encantaban los peluches y no era golosa, pero tenía buen apetito. Se lo comía todo.»

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«A los tres años, en el descampado que hay frente a casa, se hizo un corte en el píe con un vidrio y la llevamos al ambulatorio de Picassent, y cuando vio que le iban a coser la herida se puso histérica, muy nerviosa, tanto que no podíamos con ella.

»No señor, no. No pasó por guarderías, y el colegio lo pisó por primera vez a los seis años, la edad obligatoria. A ella tampoco le gustaba estudiar. Sólo le faltaban dos asignaturas en septiembre para terminar la EGB, pero no se presentó. Al principio le gustaban más los libros, se metía dentro de su habitación y estudiaba mucho, pero las matemáticas no podía aprobarlas, imposible. Me decía: "Mamá, no sé lo que me pasa pero no puedo con las matemáticas...." No le gustaba leer, lo que sí le gustaba era hacer footing y poner música, jugaba mucho con los animales, y en cuanto veía a un gato pequeño abandonado en la calle, decía: "Mamá, cógelo." "Anda —le contestaba yo—, que si tuviera que coger a todos los animales que hay en la calle que a ti te gustan, tendría la casa llena." Ahora tengo en casa un gato que no tiene nombre, pero ella jugaba mucho con él y lo tenía siempre en brazos, hasta se sentaba aquí, en el comedor, mirando la tele con el gato encima...

»La apuntamos en el Instituto de Picassent, aunque yo nunca creí que fuese a aprobar nada. Allí estuvo un año, y luego me dijo: "Mamá, ¿tú sabes qué...? Que no me gusta estudiar, y cuando tenga dieciséis años me pongo a trabajar y ya está." Yo entonces la apunté a mecanografía, como a su hermana, y también estuvo un año; pero al final se cansó y dijo que no, que tampoco le gustaba...»

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«Era muy casera. Muchas veces me decía: "Mamá, no tengo ganas de salir." Pero luego venían las amigas, y aunque no tenía ganas, la convencían y se iba. Solían pasear por el parque un ratito y luego se venía a casa... Le encantaba estar en familia y que comiéramos todos juntos, y también le encantaba bailar.

»Lo sé porque muchas veces abría la puerta de su habitación y la veía bailando, pero era muy miedosa, y nerviosa, muy nerviosa. Muchas veces estaba sentada y se levantaba, no podía estar quieta, y nos contaba muchas cosas, a mí y a su hermana, cosas suyas de la discoteca y de lo bien que se lo pasaba bailando...

»Con quien mejor se llevaba era con su hermano Fernando. Era con quien más conectaba. Le animaba para que escribiera a las chicas a las direcciones esas que vienen en las revistas y los periódicos, y le aconsejaba la ropa que tenía que ponerse. Le decía:

—Ponte ese jersey, esos pantalones..." Mi hijo también la comprendía mucho. A veces recibía carta de una chica y quería que Toñi se la leyera: "Toñi, léemela tú..." Y luego: "¿Qué le pongo?" Y ella le decía lo que tenía que poner y todo eso...»

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«Hizo la primera comunión en Alcásser también un 25 de mayo, y estaba muy emocionada. Fuimos a hacerle la foto, y de la emoción que tenía en casa del fotógrafo se me puso blanca, blanca, y quería devolver... Y yo le decía: "Ay, Toñi, no me devuelvas que me echas a perder el traje..." Y el fotógrafo la tranquilizó: "Tranquila, no te pongas nerviosa..." Pero es que sentía mucho las emociones. Le pusimos el vestido de primera comunión encima de la cama, y a los niños de la calle les invitaba a entrar para que lo vieran. Estaba entusiasmada del todo, y nos fuimos a un restaurante a celebrar la fiesta...»

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«Sí, yo soy de Jaén, pero me he criado aquí. Toda la familia, menos una hermana que se marchó, están aquí... Mi marido, Fernando, tiene un hermano en Tarragona, en Altafulla, y allí estuvimos tres días con Toñi antes de que pasara eso, con una prima de su misma edad, hija de mi cuñado. Se iban por la tarde de discoteca, y mi marido las llevaba, y luego por la noche, hacia la una, íbamos a por ellas... El resto de los hermanos de mí marido están en Cádiz...»

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«Religiosa no era. Unas veces iba a misa y otras no... Le gustaba estar en Alcásser y, a veces, se iba a Picassent, que es lo más cerquita que hay, y nunca a Catarroja o Benetússer. Pero estaba dispuesta a trabajar en cualquier sitio que fuera, con tal de ganar dinero, porque así podría comprarse mucha ropa. Le encantaba comprarse ropa. Yo me la llevaba los martes al mercado volante que hay aquí, y me decía: "Mamá, mira que pendientes más bonitos, ¿me los compras, vale?" Y se los compraba. Ella lo que quería lo tenía. Como era la más pequeña, su padre estaba que se le caía la baba, la quería muchísimo porque era muy cariñosa para él, y cuando su padre tenía dinero le daba todo lo que le pedía. Mi marido jamás se metió con ella ni le ha pegado nunca, y ahora se acuerda mucho de que los hijos le llamaban antiguo cuando les advertía del peligro que amenaza a la juventud en la calle. Él le repetía que nunca se subiera al coche de un desconocido, y muchas veces la llevó a Picassent... Lo que más le atormenta ahora es pensar en lo que han debido sufrir las chiquillas, en lo que habrán hecho con ellas antes de matarlas. Ya no le gusta trabajar porque, mayormente, el trabajo lo quería para comprarle cosas a ella.»

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«Un día, para la comunión de mi mayor, me hizo una trastada muy gorda. Tenía tres añitos, y después de la comunión, como mi hermana vive en Silla, fuimos en el autobús a verla. Yo llevaba de la mano a la niña, claro, y cuando volvimos —que estaba mi madre aquí, con mi marido y mis hijos— Toñi se metió en su habitación, le entró sueño y se quedó dormida debajo de la cama... Pasamos un buen susto y nos fuimos a buscarla por todo el pueblo, hasta que mi madre dijo: "Mira debajo de la cama, que seguramente está dormida." Y allí estaba: acostada debajo de la cama y dormida.»

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«Íbamos a recogerla a la escuela, y después venía y se quedaba en casa jugando sola. No necesitaba salir a la calle a jugar, pero también le gustaba participar en las fiestas. Para el Cristo de agosto aquí hacen toros, y ella se iba de comida con sus amigas. Hacían una paella y se iban todas juntas a comérsela a la plaza del pueblo, que es donde se reúnen todas las pandillas, cada una con su paella.

»Tenía un genio muy fuerte, no crea usted. Cuando se la contradecía se ponía histérica, pero después se le pasaba pronto. A la medía hora venía y me decía: "Mamá, perdóname." Era una niña muy simpática; aunque, como le he dicho, no le gustaba estar siempre en la calle, le gustaba mucho la casa. Cuando a veces tardaba un poco, me llamaba: "Mamá, estoy en casa de una amiga, no te preocupes." Por eso yo sabía que no, que no se habían marchado por ahí las niñas cuando desaparecieron, porque yo conocía a mi hija y a ella le gustaba vivir en su casa. Jamás en la vida se hubiera ido de casa. Minutos antes de que se marchase ese viernes, estuve hablando con ella. Se lavó la cabeza, se la secó con el secador y me dijo: "¿Verdad que me ha quedado bonito el pelo?... Adiós, mamá, me voy." Y ya lo creo que se fue, pero para no volver.

»El día que puso el disco dedicado a sus amigas en la radio, vino y me dijo: "Mamá, ven y verás qué sorpresa tengo." Y entonces puso el programa con la dedicatoria que ella misma había grabado, y se echó a reír: "Mamá, ¿tú crees que soy yo ésa? Tengo una voz muy fina ahí..."

»Los ojos los tenía marrones, pero cuando les daba el sol se le ponían verdes, y bromeaba conmigo por eso: "Mamá, ven a ver como se me ponen los ojos verdes."»

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«Era gordita de piernas y me decía: "Mamá, estoy muy gorda, quiero adelgazarme." Entonces estuvo un tiempo a régimen y rebajó bastantes kilos y se puso más contenta; pero seguía gustándole comer Nocilla. "¿Quieres estar delgada y comer Nocilla?", le decía yo. Pero ella me contestaba que le daba igual, y había temporadas que volvía a comer de todo... O sea, que lo mismo le daba comer mucho que pasarse sin comer nada.»

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«En la nariz se dio un golpe y se la torció cuando tenía catorce años y estaba de fiesta en los toros. Se cayó y me la trajeron a casa los municipales, con la cara chorreando sangre. Fuimos al médico, que me dio un volante para ir a La Fe, y ella quería que la operaran; pero los médicos le dijeron que esperase, que la operarían cuando tuviese diecisiete o dieciocho años, pero ella quería que se lo hicieran en ese mismo momento. "No te podemos operar ahora —le dijeron los médicos— porque ese hueso de la nariz te volverá a crecer. Hasta que no tengas diecisiete o dieciocho años no se puede." Así es que la nariz le quedó un poco torcida de aquel golpe...»

«Mi hermano, Pedro Rodríguez, fue quien estuvo en el Anatómico-Forense identificando los objetos de Toñi. Le mostraron el reloj parado a las once y diez, que identificó sin dudarlo, un anillo de plata, del que no estaba seguro, y un lápiz de labios, aparte de algunas monedas. Cuando desaparecieron, en un rincón de la mente, una voz me decía que estaban muertas; pero me negaba a escucharla. Ahora hay que coger a los asesinos para que no puedan matar a otras criaturas como éstas, porque —¿sabe usted?— han matado a tres ángeles. Los han matado poquito a poquito...»



DESIREE

«No quiero enseñar el cuentito de la patinadora que escribió mi hija, porque ella nunca nos dejó leer lo que escribía mientras vivió, ni siquiera a su hermana Rosana, que a veces la provocaba diciéndole que había leído alguna cosa suya, y ella le respondía que no podía ser, que lo tenía bajo llave y la llave estaba escondida. Decía que eran sus cosas. Además, quiero recordarla como era en vida, y no como murió.

»Ahora leo y releo esas cosas que dejó escritas, y eso me conforta porque formaban parte de sus sueños, de sus ilusiones, y me siento un poco más cerca de ella... Era una niña muy abierta, muy comunicativa, muy infantil incluso para los catorce años que tenía. Nunca se le ocurría pensar que la maldad estaba cerca de ella, no la veía. Cuando le advertía que tuviera cuidado con el tema de las drogas, no fueran a engañarla, la niña me contestaba: "Mamá, no seas tan mal pensada. Yo no soy tonta y me daría cuenta si quisieran engañarme..." Ya ve usted si era inocente. Si ella no hubiera sido tan ingenua y hubiese tenido más malicia, seguramente habría desconfiado y no hubiera subido a ese coche...

»Se llamaba María Deseada Hernández Folch y nació el 7 de febrero de 1978 en una clínica de pago de Valencia. La bautizaron el 19 de marzo en la iglesia parroquial de Alcásser y aquí la empadronamos.

»De pequeña, a los cuatro o cinco años, tuvo el sarampión, que en valenciano se dice la pallóla. No le terminaba de brotar y estuvo muy mala, con mucha fiebre, y tuve que llevarla al pediatra de Catarroja. Estuvo muchos días con fiebre hasta que se recuperó. Luego también hubo que operarla de amígdalas, y últimamente descubrimos que tenía una cadera más alta que otra. Yo no me había dado cuenta. Resulta que de pequeñita era muy delgada, muy delgada, y andaba con los hombros un poco echados adelante, y la llevé a un médico de huesos de pago, para que le mirase la espalda, porque me dije, esta niña va a tener chepa. El médico la reconoció y me dijo: "No tiene nada en la espalda, lo que tiene es una cadera un poquitín desviada." Y entonces la puse en tratamiento y la iban controlando cada cuatro o cinco meses con radiografías, y me dijeron que lo mejor para ella era la natación, que le sentó maravillosamente. El defecto que tenía no le iba a más porque hacía mucha natación...

»De pequeña le gustaba mucho jugar con las muñecas. Hasta muy mayor jugó a muñecas con las niñas de por aquí. Le tenía mucho cariño a unos muñecos que le hizo mi madre cuando era muy chiquitita, de esos con el pelo rubio, la cara de goma y lo demás de trapo. Los guardaba en su habitación y yo —como estaban viejos— un día los tiré. Aquello le sentó fatal. Me dijo que no tenía derecho a tirarlos, que ella los quería mucho...

»Así era ella. Lo guardaba todo desde cuando era pequeña. Todavía conservaba el chupete, los muñecos y un rosario que mi madre tenía siempre en la cabecera de la cama cuando vivía con nosotras. Mi madre no es que fuera muy católica, pero se lo regalaron... Era un rosario de esos que de noche relumbran y parece que tienen lucecitas; y cuando mi madre murió, Desi lo colocó en la cabecera de su cama y yo mandé que se lo pusieran en la tumba. Y no es que nosotros, mi marido Vicente y yo, seamos muy católicos; pero como la niña tenía el recuerdo de su abuela en ese rosario, quise que lo mantuviera.»

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«La primera comunión la hizo en Alcásser a los nueve años. La niña estaba emocionada, y hay una anécdota de la que siempre me acuerdo... Aquí la gente se luce mucho en esa fecha, aunque sea como un paseíllo. Van los niños con la música en parejitas y las madres detrás. Yo me hice un traje de dos piezas y encima llevaba un blusón de tela de lino, muy suave, y había ido a la peluquería, y cuando Desi me vio así de compuesta, me dijo: "¿Sabes a quién te pareces, mamá? Te pareces a Mayra", la del programa ese de Un, dos, tres, que entonces echaban en televisión...

»Ella estaba muy mona, muy delgadita, llevaba un traje muy bonito de seda natural y lo pasó muy bien. Mi madre vivía aún y estuvimos todos los de casa comiendo juntos. Y también vino Miriam, porque hicieron la comunión el mismo año, pero no en el mismo turno... Como hay tantos niños y hay sólo una iglesia, los van seleccionando por apellidos, y Miriam la hizo otro día, de pareja con su hermano, y Desi hizo pareja con una chiquita vecina que se llama Verónica...»

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«Ella era muy abierta, muy cariñosa, siempre hablando, contándotelo todo. Tenía seguridad en sí misma y me lo contaba todo. Un día me dijo —y me acuerdo mucho— que cuando se muriera la incinerara. Y yo le dije: "Pero ¿cómo me dices eso? ¿Por qué piensas esas cosas siendo tan cría?" "Sí, porque es mejor", me contestó. Y me he acordado mucho de eso que me dijo.

»Era una chiquilla con mucha claridad de ideas, que hablaba sinceramente con la gente. Muy diferente a mi otra hija, que es más retraída y no tiene las cosas tan claras...

»De pequeñita la llevé a una guardería un par de años, y le gustaba mucho ir, le encantaba. Cuando la saqué a los cuatro años para que fuese a la escuela, me decía: "¿Por qué no puedo ir un año más a la guardería...?" Y en la misma guardería ya estaba Miriam, y juntas empezaron a ir a la clase de párvulos a los cuatro años.

»No era buena estudiante. Lo único que le gustaba de la escuela era el deporte, la única asignatura que sacaba bien. Cuando era pequeña aún sacaba buenas notas, pero luego ya no le gustó estudiar. Ese era el único problema que tenía, que no le gustaba nada estudiar... Hace dos años perdió curso y se quedó atrasada. Tuvo que empezar con un maestro que no conocía y con unos niños con los que no había estado nunca, aunque fuesen del pueblo. Entonces, ella se vio muy desplazada y ya no le gustó el ambiente de la escuela. Era un ambiente distinto al que estaba acostumbrada, y a medida que iba peor aún le gustaba menos. Y es que el maestro es un buen maestro, pero resulta que apoya mucho a la gente que va muy bien, pero a los que van mal los hunde, y eso no es... ¿No cree usted?... Yo pienso que hay que ayudar más a los que van mal. “Es que no estudia, es que no hace nada”, me decía el maestro. Pero portarse se portaba bien, porque no tenía mal comportamiento en la escuela, pero no estudiaba, seguramente, porque no la motivaban para estudiar... Estaba repitiendo octavo, y ella me decía que si no lo terminaba iría a unas clases que dan en el pueblo para los que no acaban el octavo, porque en el colegio cuando repiten más de un año no los pueden tener más...

»Y ella me decía: “Si no puedo acabar curso quiero ir a trabajar”. Porque para eso, para el trabajo, valía mucho. Tenía mucha imaginación y era muy hábil en las faenas de la casa, y en la cocina ni se quemaba ni se le caía nada...

»Hace tres años me llamó el profesor de natación, que era un monitor de Valencia, y me preguntó si quería llevarla a la capital, que la niña valía, respondía muy bien a lo que le enseñaba y podía hacer otras cosas. Pero eso suponía que yo, que ya estaba trabajando, tenía que llevarla todos los días a Valencia. Entonces le dije: “¿Cómo va a ir esta niña, con sólo once años, todos los días sola en el coche de línea a Valencia? ¡Es imposible..! Y por eso perdió la oportunidad, pero ella valía mucho para el deporte. Tenía fuerza y ese nervio que se necesita...

»En la escuela daba religión. Entre ética y religión, mejor es que cojas religión, le decía yo, porque siempre parece que te enseñan algo. Algunas veces iba a misa con una amiga que tiene una abuela muy católica, pero no todos los domingos...

»Le encantaba la música moderna. Antes de que la mataran siempre estaba cantando Tengo un tractor amarillo, y tanto la cantó que me la hizo aprender de memoria... También le gustaba mucho bailar. Venía de COOLOR y me decía: “Mamá, estoy deshecha de tanto que he bailado.” Y sin ninguna vergüenza empezaba a bailar delante de mí... En cambio mi otra hija es diferente. Nunca la he visto bailar. “¿Tú sabes bailar?-le digo-. Yo creo que no has bailado nunca...” Mi Desirée era muy diferente.

»De la televisión, lo que más le gustaba era el programa Sensación de vivir. Y tenía grabada una película de patinaje que de tantas veces como la había visto se la sabía de memoria. Es una película americana que transcurre en California. Ella es de una familia bien, y él es un chico que enseña a patinar, y ganan una medalla patinando y se enamoran... Una película muy bonita. Desi la veía y la repetía, la repetía, se sabía hasta los diálogos de memoria.»

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«No era una niña miedosa. Al contrario. Mi padre murió cuando yo tenía diez años y desde entonces siempre he ido mucho al cementerio. Cuando murió mi madre, hará siete años, Desi me decía: "Mamá, voy contigo." Y yo le contestaba: "Chica, no vengas, que voy sola." Y ella insistía: "No, no. Voy contigo." Y quería poner las flores y subirse a la escalera para limpiar la lápida a mi madre y a mi padre. Y no tenía miedo. Eso, mi otra hija no lo hubiera hecho, ni pensarlo... Eran muy diferentes... Desi tenía un espíritu muy fuerte y pienso en cómo se defendería cuando le pasó lo que le pasó, cuantas cosas haría para defenderse, porque era muy valiente, muy decidida.»

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«Tenemos gatos. Uno que está con ella en la foto, que se llama Lucky y lo quería mucho; y otro que tengo, más pequeño, desde el año pasado, cuando lo trajo a casa el novio de mi otra hija. Y como era más pequeñito lo queríamos más; y el otro, el grande, se iba por ahí, y cuando Desi llegaba nos decía: "¿Es que ahora queréis más al pequeño? ¿Ya no queréis al otro...?" Y es que el pequeño, como no salía de casa y estaba tan limpito, nos hacía mucha gracia, y el grande se había hecho callejero y me daba no se qué cogerle. "Eso no tenéis que hacerlo —decía ella—, tenéis que querer a los dos igual..."»

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«Ella con su hermana mayor, que tiene tres años más, se llevaba bien, se complementaban... Pero la mayor venía muchas veces y me decía: "Mira, Desirée estaba anoche en el polideportivo, en una fiesta de ésas donde se mojan todos y se llenan de espuma..." Y es que mi Desirée llevaba el traje de baño debajo del vestido y se tiraba a nadar. Pero mi hija mayor, como es más retraída y lo piensa y mira todo mucho, pues venía a decirme que Desirée no tenía vergüenza, que se había tirado a nadar, que si no sé qué y no sé cuántos. Y yo le respondía: "Pero bueno, iba con su bañador, ¿no...?" ¡Eran tan diferentes...!»

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«No era golosa ni le gustaba mucho la Coca-Cola... En verano yo compraba Fanta y Coca-Cola, por si venía alguien, y ahí se quedaban, en la nevera. A ella le gustaba el agua, agua... Cuando iba a algún sitio con las amigas, siempre pedía agua, y mi otra hija, igual... De pequeñita no era comedora, me costaba mucho darle de comer, aunque últimamente Desi había cambiado mucho, comía ya buenos platos de todo; pero su porte era delgado y tenía unas piernas muy bonitas, muy largas y muy rectas. Yo siempre le decía: "Qué piernas más bonitas tienes..." Porque Desi no era guapa —mi hija mayor tiene una carica más bonita—, pero tenía unas piernas... y un color de piel muy bonito, muy rosado.

»Me decía siempre: "Me gustaría tener los ojos azules." Y yo le decía: "Pero si los tienes verdes, que son más bonitos." También me decía que quería tener el pelo rubio, muy rubio, en vez de castaño claro... Se compraba champú de camomila para tener el pelo más claro, y el pelo se le ponía rubio en verano porque tomaba mucho el sol.»

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«Yo soy del signo Tauro, de carácter fuerte y valiente, dicen, y yo creo que es verdad, por soportar lo que estoy soportando. Ni siquiera sé cómo puedo, porque mi marido está muy mal, y yo voy a trabajar a la fábrica y pienso que no voy a poder; pero puedo. Es mejor trabajar, porque cuando estoy sola veo todos sus recuerdos, las fotos, y pienso que aún puedo sentirla subir por la escalera y llamar en cualquier momento a la puerta. Esa es la forma en que ella está conmigo, y no puedo rechazar ese sentimiento de que la tengo al lado y me acompaña, aunque es muy doloroso, muy doloroso...

»Ha sido una niña que no me ha dado ningún problema y ha vivido muy feliz los catorce años que le tocó vivir. No estudiaba, pero yo nunca he sido una madre machacona. No la he amenazado y ahora me alegro de no haberlo hecho... Era muy alegre, muy cariñosa, muy festera, y cuando estaba en un sitio, lo llenaba. Este último verano se lo pasó muy bien porque lo dice en su diario: que pasó un verano maravilloso. Pero eso ya terminó. Se terminó todo, aunque me queda el consuelo de saber que la niña vivió feliz, y eso no lo pueden decir todos los niños... Ha tenido lo normal de las casas. No somos ricos, pero cuando necesitaba ropa se la compraba igual que a su hermana. A primeros de octubre le compré una chupa de esas negras. Fuimos a comprarle unos pantalones vaqueros a una tienda de Catarroja a mi otra hija, y le quise comprar a ella otros iguales. Entonces me dijo: "Mamá, ¿por qué no me compras esa chaqueta?" A mí no me gustaba mucho porque era de cuero y tenía muchas cremalleras, pero terminé comprándosela. Y le gustaba tanto que la llevaba aunque hiciese calor y las amigas le dijeran: "Desi, que te vas a ahogar..." Y ese día se fue con su chupa, una camisa blanca debajo, sus pantalones vaqueros y un pañuelito rojo de lunares al cuello... Así se marchó... Me dijo adiós y le di una galleta de chocolate, unas galletas muy buenas que vienen de Alemania y que retractilamos y envasamos donde yo trabajo. Y como se iba con Toñi pensé que había hecho mal en no darle también a ella, y es que se me pasó... Y se fueron tan contentas. Ni me pidió dinero ni me dijo que iban a COOLOR. No me dijo nada. Preparó una bolsa para ir a natación al día siguiente, y se marcharon para siempre. Ya no la he vuelto a ver...»

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«Como regalo del último cumpleaños, le prometí que la llevaría a Valencia a pasar el día patinando en una pista de hielo. La niña estaba muy emocionada, y ése es el argumento de uno de los relatos que dejó escritos, mezclando la realidad de los momentos pasados patinando con la ilusión de ser algún día una gran campeona de patinaje...»

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«Ahora Rosana ya tiene novio, tiene su vida, y yo tengo que centrar mis esfuerzos en ayudar a mi marido, que está muy enfermo y no ha superado el trauma. Adelgazó diez kilos y no quiere salir de casa ni hablar con nadie, y cuando llego del trabajo tengo que atenderlo, y sacarlo al campo los domingos para ayudarle a sobrellevar la pena...» 

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«Es verdad que estoy dolida con algunos periodistas, como esos de televisión que publicaron datos del sumario, y no entiendo cómo lo pudieron hacer sí el sumario era secreto. Por encima de todo, lo que quiero es que no se la recuerde por la monstruosidad de su muerte, sino por lo que ella era cuando estaba viva, por eso no estoy de acuerdo con monumentos ni esas cosas, como quiere el padre de Miriam. El dinero que haya en los bancos para eso, sería mejor emplearlo en buscar a Anglés. Que le castiguen bien y no vuelva a cometer ninguna fechoría más... Póngalo bien claro. Diga que eso es lo que quiero, en lugar de un monumento...»





Fuentes:



  1. Sin Piedad. Fernando Martínez Laínez. Ediciones B. I.S.B.N.-10: 8440641788. I.S.B.N.-13: 9788440641786. Nº Págs: 256
  2. Las Provincias. 21.01.93; 26.01.93

martes, 19 de enero de 2016

Brujería: de la teoría a la práctica.





En los últimos posts, a raíz de las especulaciones en torno a la famosa estatua de las tres niñas, hemos entrado con cierta profundidad en el tema de la brujería y los ritos satánicos.

Es una pena que haya que perder el tiempo con semejantes locuras, pero es que estamos volviendo a los peores momentos de la Edad Media. En todo el mundo occidental se están legalizando las sectas satánicas y estamos invadidos por libros, películas y series de televisión al respecto, de manera auténticamente obsesiva, cuajadas de brujos, hechiceras, vampiros, muertos vivientes y hombres lobo. Y se ha vuelto costumbre celebrar el nefasto "Halloween", que no es más que una ceremonia satánica descafeinada. Por su parte, J. K. Rowling se ha hecho multimillonaria con la saga de "Harry Potter", un "mago bueno". No hay videojuego de rol que se precie que no cuente con los indispensables magos y druidas, acompañados por algún que otro "Golem" y una o más variantes de "Lucifer". Hasta en horario nocturno podemos observar cómo la mitad de las cadenas de televisión recurren a brujos o brujas, echadores de cartas, astrólogos o tarotistas que tienen la desvergüenza de "predecir el futuro" de los ingenuos -por no llamarles otra cosa- que tienen la candidez de llamarlos por teléfono en busca de "ayuda". Naturalmente, todo el tema del satanismo no es más que un camelo, pero lo que la gente cree se llega a transformar en realidad. Como dijo en su tiempo Friedrich Wilhelm Nietzsche en Más allá del bien y del mal, "... Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti..." Unas décadas más y acabará pareciendo normal entregar a alguno de nuestros hijos al brujo de turno para que lo utilice en alguno de sus enfermizos ritos: lo que nos cueste acabar por creer que el embrujo funciona y lo que tarde el sistema en convertirlo en políticamente correcto y señalar a los opositores como retrógrados. O, más fácil, el tiempo que falte para que se instaure un gobierno mundial satánico, el famoso NWO.

Pero, aparte de lo ya comentado sobre este tema en el caso Alcàsser, ¿hay algún otro caso en el que se aborde el ocultismo o los ritos satánicos de uno u otro modo?

Sin pretender ser exhaustivo, me vienen a la memoria dos casos muy conocidos. Uno es de 1991, el de la niña Ana María Jerez Cano. El otro, más reciente, es el de la adolescente Malén Zoé Ortiz Rodríguez, de finales de 2013, que volvió a saltar a la luz con renovada fuerza a raíz de las declaraciones de Massimiliano Rossi, hechas públicas en la RAI, en el programa Chi L'ha Visto, del 28 de octubre de 2015.

Para recordar los hechos, veamos la implicación que ambos casos podrían tener con las sectas satánicas.





1. EL CASO DE ANA MARÍA JEREZ CANO




EL MUNDO
Domingo, 4 de junio de 1995. Año VII. Número 2030. Páginas 74 y 75.
Sociedad

  • La confesión póstuma de un "brujo" exculpa a un hombre condenado a 44 años de cárcel.
  • Un curandero de Huelva asegura en un manuscrito ser el asesino de Ana María Jerez Cano

REVELACIONES SATÁNICAS. Cuatro años después del asesinato de la niña de nueve años Ana María Jerez Cano, en Huelva, la confesión póstuma de un curandero que asume parte de la autoría del crimen pone en tela de juicio el sistema procesal que condenó a 44 años de cárcel a «El boca». La confesión detalla con tal exactitud los hechos que rodearon el suceso que deja pocas dudas sobre su veracidad. Incluso señala aspectos del macabro crimen totalmente desconocidos por el instructor del caso, detalles que sólo el verdadero asesino de la niña podía conocer. El Tribunal superior de Justicia de Andalucía ya posee toda la información sobre esta nueva situación. José Barrera Barrio, que se identifica como un brujo, señala que Ana María fue sacrificada durante un rito en honor al demonio en el que se pretendía ofrecer la virginidad de la niña a Satán. 

CHANO MONTELONGO ENVIADO ESPECIAL HUELVA.- José Barrera Barrio renunció a Satán antes de morir en septiembre pasado. Carcomido por el remordimiento y por una enfermedad «extraña» que le devoraba la vida, asustado y tembloroso, narró desde su lecho su más oscuro secreto: el asesinato de la niña de nueve años Ana María Jerez Cano, por el que un hombre, José Franco de la Cruz, cumple condena en prisión desde hace 4 años.


En su confesión, José Barrera se reconoce único autor de la muerte de Ana María, en febrero de 1991, y desvela detalles sobre el crimen muy significativos y desconocidos en la instrucción de la causa, que sólo el verdadero asesino podía conocer. Su relato aclara muchas de las incógnitas que ni la Policía, ni los forenses, ni los testigos pudieron explicar.


El abogado del condenado, José Luis Sanz Arribas, ha presentado al Tribunal Supremo un recurso de revisión contra la sentencia que condenó a 44 años de prisión a «El boca», por un delito de asesinato y otro de violación que, al parecer, nunca cometió. Los testimonios y manuscritos del «presunto verdadero asesino» y de su confesor son las principales pruebas que presenta ahora la defensa. 


Los hechos se remontan al 16 de febrero de 1991, cuando Ana María Jerez Cano fue secuestrada cuando jugaba en las inmediaciones de su casa, en la ciudad de Huelva. Setenta días después, su cadáver fue encontrado en las marismas. Varios golpes contundentes en la cabeza habían acabado con su vida.


José Franco de la Cruz, considerado el «tonto del barrio» y con una larga lista de antecedentes por pequeños hurtos y agresiones, fue detenido poco después acusado de asesinar y violar a la niña.


Aunque siempre ha negado su implicación en los hechos, fue condenado el 26 de enero de 1993. La única prueba de cargo fue la semejanza entre dos fibras de un tejido vulgar que se encontró en la uña de la víctima y en una silla de la casa del acusado.


El 9 de agosto del 93, José Barrera, que contaba en ese momento con 36 años, hizo llamar a su presencia a Emilio Martín, uno de los testigos que presentó la defensa durante el juicio. Por esto y por sus cualidades de vidente-curandero, Emilio fue elegido por Barrera, que se reconoció adorador del demonio y estar poseído por el espíritu de un célebre brujo inglés, para confiarle aquello que inquietaba su alma y no le dejaba morir en paz, según explicó a EL MUNDO el propio confesor de José Barrera.


AL DICTADO.- Postrado en su cama de Rociana del Condado (Huelva), afectado por una enfermedad que decía desconocer, el brujo recibió a Emilio Martín con un «estoy muy mal y despreciado. Estoy arrepentido y no quepo en este cuerpo» (Barrera sufría hidropesía. Todo su cuerpo estaba hinchado a consecuencia del exceso de líquido y amenazaba con explotar).


Emilio Martín, de 61 años, fue cogiendo al dictado, una a una, las palabras del moribundo. La historia que contó es desgarradora.


El 16 de febrero de 1991, a las 16,30 horas, José Barrera recogió a Ana María Jerez Cano junto al kiosco de churros que hay cerca de su casa. La metió en su vehículo y salió de Huelva. El brujo estaba tranquilo. «Satán me protegía». La niña tenía que ser sacrificada para hacerle más poderoso.


Durante la confesión, José Barrera habla en primera persona del plural y deja entrever que hay otras personas implicadas en el asesinato. Sin embargo, a preguntas directas de su confesor, el brujo responde: «Yo sólo confieso mi culpa, los demás pagarán como ellos crean."

Ana María estuvo confinada durante más de una semana en algún lugar que José Barrera se negó a revelar. Según su testimonio, la niña no sufrió los días que estuvo oculta. La noche que murió (tres de la madrugada del martes 26 de febrero al miércoles 27) «estuvo muy contenta y lo último que comió fue un pudin de pasas».

Aquí se dan los primeros detalles significativos. En primer lugar, fija la hora y el día exacto de la muerte de Ana María, algo que fue imposible determinar por los forenses que realizaron la autopsia. En segundo lugar, el dato trascendental del «pudin de pasas», la última cena. En la autopsia, realizada por los doctores Frontela y Serratosa, se encontró entre los residuos orgánicos encontrados en el cadáver una pipa de uva. Este aspecto ni siquiera se mencionó durante el juicio, sólo era conocido por las personas que instruyeron la causa y, lógicamente, por el verdadero asesino. 

ESPERANDO LA LUNA.- El brujo mantuvo escondido, «y bien conservado»el cadáver de la niña durante un mes esperando la próxima luna que coincidía ese año con la noche del Jueves Santo al Viernes Santo. El cuerpo sin vida de Ana María fue trasladado en barca, aprovechando las sombras de la noche, por el brujo y otras personas desde el monasterio de la Rábida hasta las marismas que hay en la otra orilla, cruzando el río Tinto.

Ya en tierra, el grupo de personas hizo los preparativos para el ritual. Querían ofrecer a Satán la virginidad de la niña. Separaron la cabeza del cuerpo de la víctima con la intención de pincharla en un palo y que presenciara, a la luz de la luna, la ceremonia macabra que debía finalizar con la quema del cuerpo en honor al demonio. Impregnaron el cadáver con una sustancia y «por el culo le metí en la ceremonia hierbas impregnadas en una 'pocinga' de sangre de un gato negro», dijo Barrera.

Este es otro dato revelador. En su informe ante la Sala, los médicos forenses mostraron su extrañeza por el tamaño y características de las manchas de sangre («llama la atención el tamaño de la mancha -4 cmts-, es demasiado para una gota que se desprende y va goteando»). Los peritos dieron por sentado y por descontado que se trataba de sangre humana y no la analizaron. Según indicó a este periódico el abogado defensor de Pepe «El Boca».

Sin embargo, los forenses no llegaron nunca a asegurar que Ana María fue violada, según indicó a EL MUNDO el doctor Frontela. «El himen estaba íntegro. No existió acceso carnal vía vaginal y, en el recto, había desgarros que durante el juicio dijimos que pudo ser provocado por el pene o por algún objeto. No había ningún otro indicio de violación», indicó. A pesar del dictamen médico, «El Boca» fue condenado por violación. Sin embargo, la confesión del brujo revela que la niña no llegó a ser violada y que la sangre era de un animal, de un gatoAspecto que es demostrable si aún se guardan muestras de dicha sangre.

El rito satánico nunca llegó a celebrarse, ya que alguien observó la ceremonia desde la otra orilla1 Los adoradores de Satán abandonaron el cadáver sin poder consumar la ofrenda, según confesó el brujo. El cuerpo de Ana María quedó semihundido en el barro, escondido bajo ramas y arbustos. Un mes después fue hallado por unos desinsectadores del río. El cuerpo presentaba un avanzado estado de descomposición que impidió a los forenses determinar algunos aspectos de la muerte. 


1 ¿Se asesina a una niña y luego todo se queda en nada porque los ven? No tiene pies ni cabeza, la "ceremonia" no podría haber sido al aire libre, a no ser que fuera un lugar completamente seguro.




Tras el asesinato, José Barrera empezó a ver fantasmas. Pensaba que iban a descubrirlo. Durante la desaparición de la niña, los padres de Ana María llegaron a entrevistarse con Barrera, debido a su reputación de naturópata-vidente-curandero-brujo, para consultarle sobre el paradero de su hija. Por este motivo y por su conducta sospechosa fue llamado a declarar durante el juicio.

El brujo llegó a huir de la provincia y se escondió en Sevilla esperando salir del país. Sin embargo, fue detenido por la Policía y llevado a declarar ante el tribunal. Durante la desaparición de la menor, el brujo quemó accidentalmente su tienda de herboristería cuando intentaba «borrar rastros» sobre el asesinato.


Por este motivo fue detenido por la Policía acusado de incendio intencionado, pero nunca se relacionó este hecho con el secuestro y la muerte de Ana María Jerez. 


UN PROCESO PLAGADO DE IRREGULARIDADES.-


El caso de Ana María Jerez Cano fue muy controvertido en su momento por las anomalías que se cometieron durante todo el proceso. Los abogados del condenado mantienen que José Franco de la Cruz fue la cabeza de turco y que su detención y su posterior condena sólo fue una decisión política para tranquilizar el ánimo de una población que exigía venganza.


La causa estuvo plagada de irregularidades. Empezando por la prueba «incriminatoria»que se presentó en la causa como definitiva y no es más que circunstancial: una fibra encontrada en la uña de víctima y otra, semejante, hallada en una silla de la casa de «El boca».


Los propios forenses indicaron en su informe que esa fibra podía pertenecer a una prenda de gran comercialización en toda la zona. Además, hay ciertas dudas sobre la correcta obtención de la única prueba, ya que, al parecer, se vulneraron todos los derechos del acusado en el registro de su casa.


Además de esto, hay que tener en cuenta que todas las pruebas que se le hicieron al procesado, como la prueba de la saliva para determinar si las colillas encontradas junto al cuerpo le pertenecían, fueron negativas.


Ahora, el caso está en manos del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, que ya posee toda la información sobre las revelaciones de Barrera.


El abogado del condenado, José Luis Sanz Arribas, ha formulado varias peticiones al Tribunal encaminadas a demostrar la inocencia de su cliente. Ha solicitado un informe caligráfico de los manuscritos que certifique la autenticidad de los mismos. Además, pide un nuevo informe forense para ratificar los nuevos detalles desvelados por Barrera, como el de la sangre de gato y el de la pipa de uva.


"La niña murió en la ceremonia a Satán, ofreciendo su virginidad»
Barrera entregó un manuscrito a su «confesor»

CH. MONTELONGO ENVIADO ESPECIAL HUELVA.- José Barrera no quiso llamar a un sacerdote para confesar su pecado más mortal porque «no quiero a los curas», ni tampoco quiso dejar su secreto en manos de alguno de sus hermanos porque «ellos nunca lo dirían». El brujo quería morir en paz, guardar su secreto hasta su muerte y gritarlo después de ella.

Sin embargo, su alma siguió perturbada hasta el último día de existencia. Llegó a ingresar en un hospital para tratarse la enfermedad que padecía, pero, a la semana, pidió el alta voluntaria y huyó. Temía que su confesor, Emilio Martín, denunciara a la Justicia su crimen antes de que muriera. Un año estuvo el brujo arrastrando su enfermedad por localidades onubenses hasta que a mediados de septiembre del año pasado su mala vida le pasó factura.


Tras su muerte, Emilio Martín, libre de su promesa de guardar silencio, acudió al abogado de Pepe «El boca» con dos manuscritos. El primero, de puño y letra de José Barrera, explica las razones que le han llevado a confesar su culpabilidad:


«Yo, José Barrera Barrio, de 36 años de edad, 2 confieso que encontrándome enfermo de una enfermedad que desconozco por el momento, quiero estar espiritualmente limpio y en gracia de Dios. Como creo y espero que cualquier falta cometida en mi vida y en la existencia de la misma sea Dios quien me juzgue y me libere, en este día he puesto mi fe en Emilio Martín Ortega, mediador entre Dios y el hombre, y le hago llegar con mi querida madre este documento. En él pongo mi confesión y mis secretos para que aquí en adelante mi alma no esté perturbada y sus propias oraciones dirigidas a mí sean para limpiar todos los caminos que conducen a la vida eterna. En él delego y me jura que me llevará el secreto hasta la muerte. Rociana a 9 de agosto de 1993».


El otro manuscrito es la confesión y el interrogatorio que hizo Emilio Martín a Barrera. Estos son algunos fragmentos: 


2  [... natural de Huelva vecino Rociana del Condado, con domicilio C/ Carril Morisco 40, con DNI 29736658:]




Kiosco de churros


  • «El 16 de febrero a las 16,30 horas, junto al kiosco de churros recogí a la niña Ana M. Jerez Cano».
  • ¿La niña murió ese mismo día?
  • «La niña murió en la ceremonia a Satán ofreciéndole su virginidad».
  • ¿Qué beneficios has tenido con esto?.
  • «Siempre creí que me hacía poderoso y a él ofrecí mi alma y hoy estoy muy mal y despreciado. Estoy arrepentido y no quepo en este cuerpo».
  • ¿Cómo estaba el cadáver en las marismas?
  • «El cadáver estuvo guardado, bien conservado, esperando la próxima luna, para celebrarlo en la orilla en una ofrenda a Satán. Por el culo le metí hierbas impregnadas en una 'pocinga' de sangre de un gato negro. La cabeza de la niña estaba fuera del cuerpo para pincharla en un palo y que presenciara el sacrificio de su cuerpo impregnado en una sustancia con la luz de la luna y la extinción de su cuerpo en honor a Satán».
  • ¿El que está detenido tiene algo que ver con esto?
  • «No, ni lo conozco».
  • ¿Porqué no te presentaste al juicio?
  • «Porque leí en la prensa que demostrarían que «El Boca» era inocente. Pensé que eran capaces de descubrirme».
  • ¿Dónde estuviste ese día?
  • «En Sevilla, esperando irme fuera de España. A las dos de la tarde me avisaron que, tranquilo, que no se demostró nada y regresé a casa».
  • ¿Cómo es que el fiscal y la defensa no te preguntaron nada?
  • «Porque se lo pedí a Satán que tiene mucho poder en la Tierra y en los Gobiernos. El manda. Ya no puedo seguir hablando más de esto. Estoy muy arrepentido y no puedo vivir».

Tierra de brujos y curanderos.

José Barrera era conocido en Huelva y en sus poblaciones limítrofes por sus conocimientos de naturópata y curandero, pero también era conocido, por las personas más próximas, como afamado brujo. En la localidad onubense de Rociana del Condado, donde Barrera residió durante una época, fueron pocos los que se atrevieron a hablar a este periódico sobre él. «No era un hombre bueno. Nadie sabe lo que hacía exactamente, pero su comportamiento era extraño», éste fue uno de los pocos comentarios que EL MUNDO pudo arrancar de sus vecinos.


Algunos familiares del brujo ya sospechaban de sus prácticas extrañas y llegaron a comentar que «sólo salía por la noche».


El alto grado de analfabetismo y la ignorancia de una gran parte de la población de esta región andaluza, hacen de Huelva un perfecto caldo de cultivo para todo tipo de creencias y supersticiones. Los videntes, curanderos, naturópatas se extienden como una plaga sobre una población donde reina la incultura.


En cuanto a sectas o grupos de personas adoradoras del demonio, un año antes del asesinato de Ana María Jerez Cano se extendió el rumor por la ciudad de Huelva de que se estaban celebrando ceremonias satánicas en algunas zonas de la región.


Incluso llegaron a producirse varios actos vandálicos en el cementerio de Huelva que fueron recogidos en su momento por la Prensa local. En estas supuestas visitas, los vándalos profanaban tumbas e invertían las cruces del camposanto. La Policía de Huelva jamás pudo aclarar el origen de estos actos.





2. EL CASO DE MALÉN ZOÉ ORTIZ RODRÍGUEZ





¿Hay una secta satánica implicada en la desaparición de Malén?

El martes, 11 de agosto de 2015, la prensa comunicaba que la Guardia Civil había iniciado una investigación para esclarecer la muerte de un hombre cuyo cadáver había aparecido sobre las 19:15 horas. Un ciclista descubrió el cuerpo en la carretera de Vilafranca a Felanitx, al lado de la puerta del acompañante de una furgoneta incendiada, en un punto situado a kilómetro y medio del municipio de Felanitx, junto a la entrada de la fábrica de Ladrillerías Mallorquinas.






El cadáver, carbonizado y con un gran cuchillo clavado en el pecho, resultó ser el del dueño de la furgoneta, un italiano de 42 años llamado Massimiliano Rossi.

En un primer momento se consideraba que se trataba de un homicidio, pero horas después se estableció la hipótesis del suicidio. ¿Con un cadáver carbonizado y un cuchillo clavado en el pecho? Sin embargo, lo inusual del método elegido no fue objeto del interés de la prensa, que se limitó a informar que "... El visionado de las cámaras de seguridad de la ladrillería y los resultados de la autopsia fueron determinantes para descartar que no hubo la participación de terceras personas..."






Por el contrario, en un fotograma de una cámara se observaba un intruso que merodeaba alrededor de la furgoneta, el día 11 de agosto, minutos antes de que apareciera calcinada.








Sin embargo, tenemos un dato más que interesante y muy revelador. Antes de morir, Massimiliano Rossi envió un mensaje a su madre Daniele Faldani en la que le decía: "... Teniendo en cuenta lo que le pasó a la chica que desapareció en Magaluf hace dos años... Secta satánica presente en Mallorca y creo que sé dónde han hecho la misa negra... Si muero... ya sabes por qué..."






Daniele Faldani, llorando y sollozando en directo


Daniele nunca se creyó la versión oficial de la Guardia Civil y acudió a un programa de la R.A.I. sobre desaparecidos llamado Chi l'ha visto? para pedir que se reabriera el caso. El programa se emitió el 28 de octubre.

Otro dato inquietante es que Massimiliano llamó a la policía pocos días antes de que apareciera su cadáver. ¿Por qué?












Natalia, la madre de Malén, declaró al respecto: "... Quiero contactar con la madre de ese empresario italiano que apareció muerto en Felanitx y que habló en su último SMS de mi hija Malén. Tengo que apurar todas las posibilidades..."







Después de informarnos sobre las posibles conexiones satánicas en ambos casos, nos quedan dos opciones: o bien son especulaciones sin fundamento y tanto José Barrera Barrio como Massimiliano Rossi no saben lo que dicen ni por dónde se andan, o bien lo que ambos declaran es cierto. En este último caso... ¿que debería haber hecho Publio Postumio al respecto? (F5) ¿Acabar con los que "se habían contaminado mediante indignidades o asesinatos, o que se habían manchado con falsos testimonios, falsos sellos y testamentos", que utilizaban "filtros mágicos" y llevaban a cabo "muertes tan secretas que ni siquiera se podían encontrar los cadáveres para darles sepultura",  y destruir los santuarios del culto satánico allá donde se hallaran, o dejar un caso sin resolver y culpar del otro al supuesto "tonto del pueblo"?

Hay que actuar ya, antes de que sea demasiado tarde.





Fuentes principales:



  1. Malén Zoé Ortiz Rodríguez: http://lawebdelassombras.blogspot.com.es/2013/12/malen-zoe-ortiz-rodriguez.html
  2. RAI TV. Programa "Chi l'ha visto?" (Entrevista a Daniele Faldani, madre de Massimiliano Rossi): http://www.dailymotion.com/video/x3c55k6_caso-malen-ortiz-massimiliano-rossi-raitv-chi-l-ha-visto-28-10-2015_webcam
  3. Ana María Jerez Cano: http://lawebdelassombras.blogspot.com.es/2013/06/ana-maria-jerez-cano.html
  4. EL MUNDO. Domingo, 4 de junio de 1995. Año VII. Número 2030. Páginas 74 y 75.
  5. Bacanales: http://lawebdelassombras.blogspot.com.es/2016/01/bacanales.html