Sobre las diez de la mañana del sábado 13 de abril de 1991, José Javier Paniagua paseaba por un descampado conocido como "Carrascal de la Data". Entonces se acercó al lugar donde su perro estaba desenterrando algo. Resultó ser una pequeña mano, que salía de la tierra. En cuestión de minutos, el Juez de Guardia y el Forense se presentaron para hacerse cargo de los restos, que fueron trasladados al Hospital Virgen del Puerto, de Plasencia, en donde se practicó la autopsia.
La zona del hallazgo había sido peinada con anterioridad por los agentes sin haber encontrado nada, porque el cuerpo "estaba totalmente enterrado". Toda la comarca estaba en pie de guerra desde el martes 2 de abril, día en que la niña Sonia González Herrera, de 12 años, había desaparecido cuando estaba jugando con dos de sus hermanos y unos amigos cerca de su casa, y dejó su bicicleta para acercarse al quiosco. Ese día no tenía colegio, estaba de vacaciones.
Sonia era la tercera de los ocho hijos de Francisco González y María del Carmen Herrera, un matrimonio de Plasencia (Cáceres). Sobre las ocho y media de la tarde del día 2, Francisco y María se alarmaron porque su hija no volvía. Estuvieron buscándola sin éxito hasta las doce de la noche, y entonces se fueron a comisaría a denunciar su desaparición.
El cadáver de Sonia tenía la cabeza aplastada y estaba casi desnuda, según declaró el Gobernador Civil de Cáceres, Serafín Martínez Cuesta. Estaba en un paraje poco transitado, lleno de encinas y maleza y bastante escondido. La autopsia reveló que la niña había muerto pocas horas después de su desaparición, presentando una fractura múltiple en la zona occipital del cráneo. No había sido violada.
Se volvió a repetir el patrón que se observa en tantos otros casos. Autopsia a toda velocidad y entierro al día siguiente. De este modo, el día 14 de abril, el cuerpo de Sonia fue inhumado en en la parroquia de Santa María de la Esperanza. Unas dos mil personas asistieron al funeral, y Dª María del Carmen, la madre de la niña, no pudo soportar la situación y sufrió un desmayo cuando se extrajo el féretro del coche fúnebre.
La investigación policial llevó a la detención del presunto culpable, que poco después confesaba el crimen en la comisaría de Policía, adonde había sido trasladado junto con sus padres y hermanos. La pista clave fue que la niña había comido el día de su desaparición en el domicilio de unos tíos que vivían cerca de su casa.
Según Francisco Martín González, primo de Sonia, el dos de abril ambos se fueron al río Jerte a recoger gusanos para pescar, acompañados por María de Los Ángeles y Oscar, hermanos suyos. Sonia y él se habían subido a una encina de unos tres metros de altura mientras los otros dos niños, de 10 y 7 años, jugaban en las cercanías. Entonces Francisco empujó a Sonia, que cayó desde el árbol y quedó sin sentido. Asustado, la estranguló con un cordón de los zapatos que encontró por los alrededores y arrastró su cuerpo unos metros. Luego cavó un hoyo con una azada que llevaba y enterró a la niña, diciéndole a sus hermanos que se había marchado a casa de su abuela.
El cadáver de Sonia tenía la cabeza aplastada y estaba casi desnuda, según declaró el Gobernador Civil de Cáceres, Serafín Martínez Cuesta. Estaba en un paraje poco transitado, lleno de encinas y maleza y bastante escondido. La autopsia reveló que la niña había muerto pocas horas después de su desaparición, presentando una fractura múltiple en la zona occipital del cráneo. No había sido violada.
Se volvió a repetir el patrón que se observa en tantos otros casos. Autopsia a toda velocidad y entierro al día siguiente. De este modo, el día 14 de abril, el cuerpo de Sonia fue inhumado en en la parroquia de Santa María de la Esperanza. Unas dos mil personas asistieron al funeral, y Dª María del Carmen, la madre de la niña, no pudo soportar la situación y sufrió un desmayo cuando se extrajo el féretro del coche fúnebre.
La investigación policial llevó a la detención del presunto culpable, que poco después confesaba el crimen en la comisaría de Policía, adonde había sido trasladado junto con sus padres y hermanos. La pista clave fue que la niña había comido el día de su desaparición en el domicilio de unos tíos que vivían cerca de su casa.
Según Francisco Martín González, primo de Sonia, el dos de abril ambos se fueron al río Jerte a recoger gusanos para pescar, acompañados por María de Los Ángeles y Oscar, hermanos suyos. Sonia y él se habían subido a una encina de unos tres metros de altura mientras los otros dos niños, de 10 y 7 años, jugaban en las cercanías. Entonces Francisco empujó a Sonia, que cayó desde el árbol y quedó sin sentido. Asustado, la estranguló con un cordón de los zapatos que encontró por los alrededores y arrastró su cuerpo unos metros. Luego cavó un hoyo con una azada que llevaba y enterró a la niña, diciéndole a sus hermanos que se había marchado a casa de su abuela.
El padre de Sonia comentó que su sobrino había estado interno en un colegio de Caminomorisco, del que se había escapado en varias ocasiones, y que se juntaba con "mala gente".
Días después, Francisco cambiaría su declaración. El 3 de mayo, el fiscal encargado del caso, Jesús Caballero, manifestó que la primera versión había quedado "totalmente descartada", ya que el primo de Sonia se la había inventado y en una nueva declaración "había rectificado".
Se lo había inventado todo por miedo, llegando a involucrar a una persona imaginaria en los hechos, La nueva declaración se había realizado el 29 de abril. No se mencionaba el árbol, ni la caída de la niña, ni se implicaba a otras personas, pero Caballero no precisó si Francisco Martín había querido matar a su prima ni si intentó abusar de ella.
A pesar de la nueva versión, no se consideró necesaria la realización de una segunda autopsia ni una nueva reconstrucción de los hechos. Según Caballero, "sólo hay un implicado", el primo de la víctima, habiendo quedado descartada la participación del padrastro de Francisco después de tomarle declaración, a pesar de que tenía antecedentes penales "por agresión a una menor", concretamente a una sobrina suya que, según el fiscal, no era Sonia.
Francisco Martín había estado internado cuatro años antes en un centro de menores de carácter educativo para la protección de jóvenes con una situación familiar delicada. Según el fiscal, no había sido por la comisión de un hecho delictivo. En la actualidad, estaba ingresado en un centro de menores de Badajoz, sometido a exámenes psicológicos y psiquiátricos, conservando la serenidad en todo momento, dado su carácter "tranquilo". La vista se celebraría a puerta cerrada para preservar la imagen física de Francisco y evitar una publicidad excesiva.
Francisco Martín había estado internado cuatro años antes en un centro de menores de carácter educativo para la protección de jóvenes con una situación familiar delicada. Según el fiscal, no había sido por la comisión de un hecho delictivo. En la actualidad, estaba ingresado en un centro de menores de Badajoz, sometido a exámenes psicológicos y psiquiátricos, conservando la serenidad en todo momento, dado su carácter "tranquilo". La vista se celebraría a puerta cerrada para preservar la imagen física de Francisco y evitar una publicidad excesiva.
Regino Ojalvo, portavoz de vecinos del barrio de La Data, donde vivía Sonia, había señalado en el entierro: "No podemos quedarnos impasibles ante estas contradicciones. La primera es la hora de la muerte de Sonia. Se ha dicho que fue el día 2 a las 12.30, pero a las cuatro de la tarde la chica fue vista por algunos vecinos en el barrio; y la segunda, los vecinos habíamos batido ampliamente esa zona y no encontramos nada, como tampoco lo encontró la Policía. Y allí el domingo pasado hubo una romería y a pocos metros aparecieron restos de un fuego. ¡Qué extraño que nadie observara nada!"
Además... ¿por qué la niña estaba casi desnuda? ¿Qué había hecho el acusado con sus ropas? ¿Por qué el cuerpo se encontraba en buen estado de conservación, si llevaba once días enterrado? ¡Qué casualidad que se hubiera llevado una azada para cavar la fosa, si no había habido premeditación! Y, además, ¿puede un niño de catorce años cavar una fosa en un corto período de tiempo con la sola ayuda de una azada? ¿A quién había implicado Francisco en su primera declaración? ¿Qué había declarado su padrastro para ser exculpado?
La tutora del detenido, con lágrimas en los ojos, no quería hablar, y una vecina aseguró: "El chico había estado tranquilo todos estos días; no se le notó nada extraño y cuesta creer que un chico de 14 años tenga tanta sangre fría".
La abuela del acusado, presente en los funerales, gritó: "Mi nieto no lo ha hecho. Mi Paquito puede estar encubriendo a alguien".
En la sentencia, dictada sobre el 18 de julio de 1991 por el juez del Tribunal de Menores del Juzgado de Cáceres, José Mateos García, se condenaba a Francisco Martín González por los delitos de homicidio, agresión sexual e inhumación ilegal.
Se consideraba probado que el día de los hechos Francisco había pensado en mantener relaciones sexuales con su prima, por lo que dejó a sus hermanos en la finca Molino de la Pared y unos trescientos metros más allá comenzó a acosar sexualmente a la niña, la tiró al suelo y le bajó los pantalones y las bragas, a lo que ella se resistió y se puso a gritar. Francisco la golpeó y luego lanzó varias veces una gran piedra sobre su cabeza, hasta que la dio por muerta. Entonces se fue a cavar una fosa para enterrarla. Cuando volvió, al ver que todavía vivía, la golpeó en la cabeza con otra piedra mayor, que produjo a la niña una fractura múltiple de los huesos parietales, temporal y occipital del cráneo, así como lesiones cerebrales que le ocasionaron la muerte. Después la arrastró hasta la fosa, la enterró y dijo a sus hermanos que Sonia se había vuelto a casa.
La pena impuesta por el crimen fue el internamiento de Francisco en un centro educativo hasta que cumpliera 16 años. Una pena que era una burla a la justicia si el acusado era culpable y un crimen si era inocente. Porque las dudas sobre la autoría de los hechos permanecen hasta ahora, 23 años después. A las ya expuestas, cabe añadir que -como en tantos otros casos- no existía niguna prueba material que inculpara al acusado, tan sólo su propia declaración. ¿Errores en cadena de las fuerzas del orden, médicos forenses, fiscales y jueces, o hay alguna otra explicación?
Aquel terrible año 1991 sería testigo de la muerte violenta de numerosos niños:
Aquel terrible año 1991 sería testigo de la muerte violenta de numerosos niños:
- Ana María Jerez Cano, de 9 años.
- Sonia González Herrera, de 12 años.
- Laura Domingo Alonso, de 6 años.
- José Antonio Paulos Pérez, de 10 años.
- José Pedro Esteban Caro, de 13 años.
- Sandra Muñoz Muñoz, de 2 años.
- Azucena Martínez Garcia, de 8 años.
- Almudena Martínez García, de 9 años.
Un terrible preludio de lo que iba a suceder el año siguiente...
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Fuentes:
http://archivo.elperiodico.com/ed/19910504/pag_028.html
http://elpais.com/diario/1991/04/14/espana/671580010_850215.html
http://elpais.com/diario/1991/04/15/espana/671666413_850215.html
Fotografías y gráfico: http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1991/04/14/010.html
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1991/04/14/101.html
http://hemeroteca.abcdesevilla.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/sevilla/abc.sevilla/1991/04/14/073.html
http://hemeroteca.abcdesevilla.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/sevilla/abc.sevilla/1991/07/19/059.html
http://elpais.com/diario/1991/04/14/espana/671580010_850215.html
http://elpais.com/diario/1991/04/15/espana/671666413_850215.html
Fotografías y gráfico: http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1991/04/14/010.html
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1991/04/14/101.html
http://hemeroteca.abcdesevilla.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/sevilla/abc.sevilla/1991/04/14/073.html
http://hemeroteca.abcdesevilla.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/sevilla/abc.sevilla/1991/07/19/059.html