Cuando un niño va a una excursión organizada por su Colegio, suele ir rodeado por su pandilla o, al menos, en compañía de su mejor amigo. Aquel domingo, 7 de junio de 1987, Germán debía de estar sólo. Completamente sólo.
Germán Quintana Blanco, de trece años, hijo de José Arturo y María Lourdes, vivía en Oviedo y aquel 7 de junio era uno de los niños del Colegio Loyola que participaban en una excursión a pie por el macizo occidental de los Picos de Europa. Desde los Lagos hasta Ordiales.
En los alrededores del Pozu del Alemán, hacia el Colláu Gamonal, Germán se paró un rato a descansar. Al menos, es lo que se deduce de las declaraciones de unos montañeros, que afirmaron haberlo visto por aquella zona, sobre las 14:30 horas. Estaba sentado tranquilamente y no observaron nada extraño. Se dio por hecho que sus compañeros y profesores habían seguido la marcha y Germán se había quedado rezagado. Cuando intentó alcanzarlos debió perderse. Nadie se dio cuenta de nada hasta un par de horas después. Pero Germán había desaparecido. Para siempre. No se halló ni rastro de él, ni siquiera restos de sus ropas. Sólo llevaba una camiseta, un jersey fino y una toalla de playa. Y no tenía nada que comer.
Sus padres estaban, no sólo muy preocupados por el paradero de su hijo, sino indignados con el Colegio. Se dijo que los compañeros de Germán habían manifestado que el niño prefirió no subir al mirador de Ordiales y por eso se quedó sólo. Pero ¿quiénes eran esos compañeros? ¿Les tomó declaración la Guardia Civil, debidamente acompañados por sus padres? ¿Acaso no era Germán menor de edad y, por tanto, el Colegio tenía la obligación de velar por su seguridad? ¿Cómo es que ninguno de los monitores advirtió su ausencia y cómo es posible que le permitieran quedarse sólo si la supuesta declaración de los compañeros del niño era cierta?
Una de las hipótesis que se manejó es que pudo dirigirse hacia el barranco del río Junjumia, cerca del refugio de Vegarredonda, un peligroso despeñadero del que recelan incluso los montañeros expertos, infranqueable y sin salida que tras un descenso salvaje entre paredes verticales desemboca en el río Dobra. Como ya se han registrado varias muertes, los lugareños y guardas aconsejan siempre a los excursionistas inexpertos que lo eviten.
Al día siguiente, la Guardia Civil de montaña organizó las tareas de búsqueda. Pero, para colmo de males, la desaparición del niño coincidió con un fuerte temporal de viento que asoló la costa norte, formándose bancos de niebla. La galerna causó importantes daños en la cornisa cantábrica, hasta el punto de provocar el naufragio de varias embarcaciones de recreo, en una de las cuales desapareció otra persona, esta vez en Vizcaya.
Germán Quintana Blanco, de trece años, hijo de José Arturo y María Lourdes, vivía en Oviedo y aquel 7 de junio era uno de los niños del Colegio Loyola que participaban en una excursión a pie por el macizo occidental de los Picos de Europa. Desde los Lagos hasta Ordiales.
En los alrededores del Pozu del Alemán, hacia el Colláu Gamonal, Germán se paró un rato a descansar. Al menos, es lo que se deduce de las declaraciones de unos montañeros, que afirmaron haberlo visto por aquella zona, sobre las 14:30 horas. Estaba sentado tranquilamente y no observaron nada extraño. Se dio por hecho que sus compañeros y profesores habían seguido la marcha y Germán se había quedado rezagado. Cuando intentó alcanzarlos debió perderse. Nadie se dio cuenta de nada hasta un par de horas después. Pero Germán había desaparecido. Para siempre. No se halló ni rastro de él, ni siquiera restos de sus ropas. Sólo llevaba una camiseta, un jersey fino y una toalla de playa. Y no tenía nada que comer.
Sus padres estaban, no sólo muy preocupados por el paradero de su hijo, sino indignados con el Colegio. Se dijo que los compañeros de Germán habían manifestado que el niño prefirió no subir al mirador de Ordiales y por eso se quedó sólo. Pero ¿quiénes eran esos compañeros? ¿Les tomó declaración la Guardia Civil, debidamente acompañados por sus padres? ¿Acaso no era Germán menor de edad y, por tanto, el Colegio tenía la obligación de velar por su seguridad? ¿Cómo es que ninguno de los monitores advirtió su ausencia y cómo es posible que le permitieran quedarse sólo si la supuesta declaración de los compañeros del niño era cierta?
Ángulo superior izquierdo: Lagos y Amieva (Ordiales)
Una de las hipótesis que se manejó es que pudo dirigirse hacia el barranco del río Junjumia, cerca del refugio de Vegarredonda, un peligroso despeñadero del que recelan incluso los montañeros expertos, infranqueable y sin salida que tras un descenso salvaje entre paredes verticales desemboca en el río Dobra. Como ya se han registrado varias muertes, los lugareños y guardas aconsejan siempre a los excursionistas inexpertos que lo eviten.
Al día siguiente, la Guardia Civil de montaña organizó las tareas de búsqueda. Pero, para colmo de males, la desaparición del niño coincidió con un fuerte temporal de viento que asoló la costa norte, formándose bancos de niebla. La galerna causó importantes daños en la cornisa cantábrica, hasta el punto de provocar el naufragio de varias embarcaciones de recreo, en una de las cuales desapareció otra persona, esta vez en Vizcaya.
En las tareas de búsqueda participó un helicóptero de rescate. Pero todo iba a terminar de la peor manera posible. El 12 de junio despegó de la Vega de Enol en dirección a Cangas de Onís. El aparato, contratado por la policía autónoma vasca, era un magnífico "Dauphin Sierra 365" que desgraciadamente se estrelló en la falda del Pico Sohornín, junto al lago Enol, y se precipitó ladera abajo envuelto en llamas sobre la carretera que comunica los lagos, quedando partido en dos. Fallecieron sus siete ocupantes: el primer responsable de Protección Civil de Asturias, Corsino Suárez; el piloto Juan Carlos Carraledo; el mecánico Ramón Renovales y los guías caninos Lourdes Verdes Elorria (madre de la presentadora de televisión Anne Igartiburu), Joseba Zabala, Javier Gallastegui y Luis Ángel Díaz. También quedaron carbonizados los cuerpos de los cuatro perros que participaban en las tareas de búsqueda (Heni, Hator, Lon y Bizcor).
Como nota dramática, no había sitio para todos los componentes del equipo y tuvieron que echar a suertes quién regresaba al País Vasco en el helicóptero y quién tenía que hacerlo por carretera. Los que tuvieron que volver en el todoterreno pensaban que les había tocado la peor parte...
Eugenio García, amigo de Corsino Suárez, declaró "... Fue un suceso terrible, sin duda lo que más me ha impactado en 32 años de carrera. Yo era muy amigo de Corsino y hablábamos casi a diario; estaba empeñado en encontrar al crío, pero acabó perdiendo la vida..." "... Fue el primero que les mostró a los políticos asturianos la necesidad de invertir en sistemas de emergencias y en Protección Civil..."
Por aquel entonces José Arturo Quintana y María Lourdes Blanco, padres de Germán, todavía mantenían la esperanza:
Como nota dramática, no había sitio para todos los componentes del equipo y tuvieron que echar a suertes quién regresaba al País Vasco en el helicóptero y quién tenía que hacerlo por carretera. Los que tuvieron que volver en el todoterreno pensaban que les había tocado la peor parte...
Eugenio García, amigo de Corsino Suárez, declaró "... Fue un suceso terrible, sin duda lo que más me ha impactado en 32 años de carrera. Yo era muy amigo de Corsino y hablábamos casi a diario; estaba empeñado en encontrar al crío, pero acabó perdiendo la vida..." "... Fue el primero que les mostró a los políticos asturianos la necesidad de invertir en sistemas de emergencias y en Protección Civil..."
Por aquel entonces José Arturo Quintana y María Lourdes Blanco, padres de Germán, todavía mantenían la esperanza:
"... Cada día que pasa estamos más convencidos de que nuestro hijo no ha muerto y de que volverá a casa sano y salvo. Nuestra moral jamás se ha venido abajo y tenemos las fuerzas intactas para continuar su búsqueda..."
Pero Germán sigue desaparecido. Han transcurrido 28 años y no se tiene ni la menor pista de su paradero ni de las circunstancias reales que ocasionaron su pérdida.
En otro conocido caso de desaparición, los padres de Gloria Martínez Ruiz, tras dieciséis años de espera y la condena solidaria de la Doctora Soler -la psiquiatra que la atendió- y la sociedad Zopito S.A.L., fueron indemnizados en la cuantía de 104.251,63 euros. La niña había desaparecido de una clínica en la que estaba ingresada.
No hay dinero en el mundo que pueda compensar la pérdida de un hijo. Pero la desaparición de Germán fue gratis total.
Los padres del niño pusieron su casa en venta, a la que habían llegado hace once años, abandonando Oviedo para trasladarse a Fuengirola. "... Esta casa nos llena de tristeza y de recuerdos de nuestro hijo. Hace un mes que hemos vendido también nuestra cafetería..."
Y pusieron una querella contra el Colegio Loyola.
"... Nosotros nunca hubiéramos querido llegar a ese extremo. El director nunca ha querido facilitarnos información sobre su desaparición y ni siquiera nos ayudó a localizar a las personas que fueron en la excursión..."
Fuentes:
- http://www.lne.es/sucesos/2012/06/10/semana-negra-picos/1254664.html
- http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1987/09/14/063.html
- http://www.gradonoticias.com/noticia.aspx?id=1042
- http://elpais.com/diario/1987/06/17/espana/550879228_850215.html
- http://elpais.com/diario/1987/06/09/espana/550188038_850215.html
- http://elpais.com/diario/1987/06/10/espana/550274426_850215.html
- https://www.youtube.com/watch?v=n8SGxcTEJUM