martes, 1 de marzo de 2016

Juan Páez. El niño de Cádiz.




En 1832 el canónigo magistral Antonio Romero escribió al obispo gaditano Fray Domingo de Silos Moreno, exponiéndole un crimen sucedido más de cien años antes. La víctima había sido un niño de cuatro años y nueve meses, siendo la causa de su muerte el mero odio de la religión católica y el deseo de rememorar la Pasión de Jesucristo. [F1]

Romero pretendía introducir un nuevo santo en el catálogo hagiográfico de la diócesis, ya que opinaba que el niño había sido objeto de un asesinato ritual realizado por los eternos enemigos de la fe cristiana -los judíos- que desde tiempos muy remotos hubieron de vivir con el estigma y la acusación de asesinar a niños inocentes para rememorar en su cuerpo destrozado la pasión de Jesucristo, como demostraban otros casos anteriores.

El niño se llamaba Juan Páez, nacido en Cádiz el 9 de diciembre de 1703, siendo bautizado catorce días después por el padre Pedro Ximénez Terán. Era hijo de Ambrosio Páez y de María de los Ríos. 1


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Siendo tanto "Páez" como "Ríos" apellidos habituales entre los sefarditas, se puede plantear la hipótesis de que -en caso de ser cierta la acusación-, en esta ocasión la víctima habría sido elegida -según la opinión de los asesinos- por tratarse del fruto de un "matrimonio de traidores" que habrían abjurado de su fe para convertirse sinceramente al cristianismo. En resumen, unos conversos auténticos.



El 30 de agosto de 1708, Juan apareció en medio de una calle en un estado lastimoso. Lo habían azotado con cuerdas o varas, tenía señales en las manos y los pies; la cabeza tenía tres heridas y estaba hinchada y magullada; sus ojos estaban morados e hinchados y lo habían circuncidado torpemente, quemándolo después para cauterizar la herida. Según su abuela, María de los Ríos, y su tía Nicolasa González, había fallecido a las tres de la mañana del día 6 de septiembre, con el cuerpo colocado a imagen y semejanza de Jesús crucificado.

El día 31 de agosto de 1708 se había iniciado el proceso judicial, del que se encargó Rodrigo de Gálvez Carrillo. Después de la aparición de Juan, se había avisado al cirujano Francisco Carnasa para que lo curase. El niño declaró que lo habían encerrado atado de pies y manos con los ojos vendados en un cuarto de una casa del barrio del Pópulo, en dónde se escuchaban rebuznos de asnos. La pobre criatura estaba aterrorizada, repitiendo sin cesar “no me pegues más, y no me quemes”. El niño había sido torturado anteriormente, puesto que ya había desaparecido veinte días atrás, para reaparecer al día siguiente lleno de golpes y mordiscos. Hemos de presumir que Carnasa hizo lo que pudo, de acuerdo con sus conocimientos y con los procedimientos de la época, pero no fue suficiente ya que, como sabemos, el pobre niño falleció días después.

La investigación quedó en nada. Se interrogó a unos armenios asentados en la ciudad, sin resultado, y eso fue todo, aunque el canónigo Juan García de la Yedra, comisario del Santo Oficio en Cádiz, sostenía que el crimen era obra de judaizantes.

Al día siguiente de su muerte, 7 de septiembre de 1708, se realizó el entierro del niño Juan, presidido por el obispo de la ciudad, Fray Alonso de Talavera, con la asistencia de ambos cleros, nobleza, hermandades y gran multitud de ciudadanos cantando himnos en honor del pequeño mártir.




Arturo Morgado García.
La presencia turca en el Cádiz de la edad moderna.
Universidad de Cádiz.


"... A pesar de ello, debieron ser considerados con cierto recelo por buena parte de la población gaditana ante el dudoso carácter de su catolicismo, ya que, cuando en 1708 apareció cruelmente martirizado el niño Juan Páezuna serie de armenios fueron detenidos como sospechosos, proporcionándonos algunos de ellos detalles preciosos sobre sus actividades en la ciudad. Pablo Tadeo, mercader de 60 años de edad, declaraba que hacía tres o cuatro meses que había regresado de Berbería medio arruinado al haber prestado una importante suma de dinero a un armenio que falleció. Otro de ellos, Pablo Domingo, manifestó que había llegado a Cádiz en una saetía genovesa procedente de Lisboa, y que había estado varios meses antes en Tánger y en la localidad italiana de Livorno, protestando su fe católica aunque sin documento alguno que testimoniara este hecho ni tampoco su carácter de comerciante, dado que era, según sus propias palabras, un pobre hombre..."




Archivo Histórico Municipal de Sevilla, Sección XI, Papeles del Conde Del Águila. Tomo 36 en folio, doc. n° 14, fol. 107.

NOTICIA VERDADERA DE LAS ATROCIDADES que hizieron con un Niño de mas de quatro años, en la Ciudad de Cádiz, el mes de Agosto deste año, y del solemnissimo Entierro que le hizieron los Cabildos, y demás Nobleza de dicha Ciudad. (Año 1708)

Juan Agustín Bermudez Luna, escrivano del Rey N. Señor, publico, del numero desta Ciudad de Cádiz, Mayor de la Guerra, de la Real Armada del Mar Océano, de la Proveduria General de ella, y Originario de la causa criminal, que de oficio de el señor Licenciado Don Rodrigo de Galvez Carrillo, Abogado de la Real Cnancillería de Granada de pressos del Santo Oficio de la Inquisición, Teniente de Governador, y Alcalde Mayor en ella, se está siguiendo, sobre el cruel martirio, que parece averse executado por infieles, ó Apostatas de nuestra Sagrada Religión, en la Persona de Juanico (sic), Niño de cinco años;  natural de esta dicha Ciudad, hijo legitimo de Antonio Paez, difunto, y Doña María de los Rios, desde la noche del dia Lunes 27 de Agosto, próximo passado después de la Oración, que se despareció de su casa, que esta en la Plaza Mayor, frente del Cuerpo de guardia principal, y no fue hallado hasta el Jueves en la noche treinta del mismo mes, á hora de las Animas, puesto en el suelo en una esquina, en el sitio, que llaman del Voquete, todo el cuerpo del dicho Niño grandemente azotado, al parecer con cordeles, ó baras, según se manifiesta por los cardenales, y con señales; assi mismo en las manos, y pies de aver estado fuertemente atado, la cabeza muy hinchada, y magullada de los golpes, con tres heridas iguales en ella vertiendo sangre, los ojos muy hinchados, y cerrados, y morados, y en la misma conformidad la cara; el miembro viril, como de averio circuncidado, y después quemado para estrañarle la sangre. Doy fee, que oy dia de la á hora, que serán las cinco de la mañana con poca diferencia, estando en la casa arriba expressada, vi muerto naturalmente a dicho Niño, á quien llamé por su nombre diferentes vezes, y no me respondió cosa alguna, y me mani (folio 107 vto.) festo Doña María de los Rios, Agüela del dicho Niño, Doña Nicolasa Goncalez, su Tia, y otras personas, que le avian assistido todo el tiempo, que avia estado en la cama, aver fallecido antes de las tres de la madrugada del dicho dia, y parte del antecedente, que fue estendido todo el derechamente, los brazos puestos en forma de cruz, las manos igualmente cerradas, la barba sobre el pecho, y las rodillas juntas, y por la medianía de los pies, el derecho sobre el izquierdo, como si propriamente estuviera enclavado; y para que conste lo pongo por fee, y diligencia, siendo testigo la Abuela del Niño, y Doña Nicolasa Goncalez, Doña Francisca Goncalez, su Tia, y muger legitima del Capitán D. Diego Carrasquilla, y el susodicho, y todas las personas de dicha casa, y otras innumerables, que han visto al referido Niño en la forma expressada, y lo firmé en Cádiz a 6 de Septiembre de 1708.

Jueves a las tres de la madrugada, espiro el dichosissimo niño Ángel, y con tan raras, y no vistas maravillas del summo Poder, que mas que a admiraciones, debia mover a contrición verdadera de nuestros pecados, considerando como efectos de la Divina Misericordia, los crueles tormentos del aquel Ángel; pues á el ver lo remota, que vive de nuestra memoria, su Sacrosanta Passion, procura por modo de este felicissimo Ángel recordárnosla, persuadiendo a la creencia desta certeza, con las particularidades de su dichosa muerte, pues hora y media antes, que falleciesse tendió los brazos, y puso el pie derecho sobre el izquierdo, a la manera que pintan la Efiguie (sic) de un Crucifixo, y procurando los Sacerdotes (y otros Señores que le asistieron, desde el dia, que le hallaron) reduzierle los brazos a su ser, no lo pudieron conseguir. De la suerte, que llevo los tormentos que padecia no es decible, las palabras que hablaba, admiraban a quantos hombres doctos, o de las Religiones entraban a atender tal portento; no quedó por quien no pidiesse ofreciendo el mérito de su tolerancia, diziendole uno de los señores Sacerdotes, se acordasse del Rey; respondió: lo primero por Felipe Quinto, que es nuestro legitimo Rey, hasta rogar por los crueles Verdugbos que le maltra (folio 108) traron, diziendo: les alumbrasse su Magestad la torpe razón, para el conocimiento de la verdad. Y en fin, un rato antes de espirar, inclinó la cabeza sobre el pecho derecho, con cuya acción se quedó sin mas movimiento, hasta lo ultimo tuvo conocimiento, y razón, al instante que se conoció ser difunto, los señores Sacerdotes, que siempre le assistieron, solicitaron bajarle los brazos; y aprenas los bajaban, se bolvian a poner en cruz; instaron hasta tres, 6 quatro vezes, y continuo el mismo prodigio, lo qual viendo, cedieron a el prodigio. Ha sido tal la mosion desta Ciudad, a ver este pasmo, que hasta de los Lugares próximos han concurrido siendo precisso, por el alboroto, que en la casa, y Plaza acudia, que delante de la puerta, se esquadrono una Compañía de 50 hombres, con su Capitán, para que poco a poco fuesse entrando la gente: yo fuy el lueves por tarde, y mañana, y siendo amigo el Capitán de guardia, no pude conseguie el verlo, por el bullicio de tan no visto concurso; logreélo el Viernes por la mañana, esta de la fomra siguiente: Tenia una túnica de tafetán morado, que le dexaba descubierta la caña de la pierna; una sogita a el cuello, con que cenia la cintura; el pie derecho sobre el izquierdo, y encogidos los dedos, y nervios del, como si estuviera clavado, con postura tan sobrenatural, que no es capaz poderse asimilar; los brazos en cruz, y las manos encogidas en acción de enclavadas, y en cada palma de ellas una mancha acardenalada; las muñecas con surcos negros de lo fuerte de las ligaduras, y las uñas de los dedos arrancadas; la mexilla izquierda desde la cien hasta la barba, toda un puro cardenal, y en medio de ella cinco señales, que aun brotaban sangre, todo el cerco de los ojos de dentro, fuera, y encima morada, la cabeza inclinada, y horadada en cienes, y frente, por donde no estava acardenalado, estava alvissimo, y sonrosado, el pecho muy levantado, el estomago bien sumido, la cara, y cabeza aun mayor que de persona grande: y finalmente mirarle era lo mismo que a un Crucifixo, ó una Imagen de un EcceHomo, infunde veneración, y respecto verlo, la caxa se la hizieron con brazos, en forma de cruz, (folio 108 vto.) El entierro fue lucidissimo, y muy sumptuoso, asistiendo las Comunidades, y todo el Clero, y las Hermandades llevaron el cuerpo, el Cabildo Ecclesiastico, y el señor Dean; fue concurso excessivo de calidad, que a las quatro de la tarde salió el entierro, y llegó después de la Oración á la Santa Iglesia, sin aver andado mas que por la Plaza, Calle Nueva, Calle de Juan de Andas, Plazuela de las Tablas, y a la Iglesia,.viéndose obligados a llevar un Esquadron de Sargentos, que con las Alabardas hiziessen lugar en la Santa Iglesia, fue precisso para oficiar encerrar el cuerpecito dentro del coro, y cerrar la rexa donde le dexaron hasta cerrar las puertas de la Iglesia, que le depositaron en el sitio, que se sepultan a los señores Obispos.

También se observó que el Jueves que amaneció difunto este Ángel, desde que salió el Sol, hasta las nueve, estuvo summamen te encendido, y tanto, que se discurrió lo causasse algún Eclipse; la madre está criando en casa de mi señora Doña Margarita, muger de Bimbarda.

PAPEL DE CONVITE

El Doct. D. Gerónimo Ravaschiero Fiesco, y el Lie. D. Juan García de la Yedra, Dignidad de Arcediano de Medina Sidonia, y Canónigo desta S. Iglesia, Diputados por el limo. Señor los Señores Dean, y Cabildo della, para el Funeral de Juan Paez, natural desta Ciudad de Cádiz, Niño, de edad de poco mas de quatro años, muerto a manos de la crueldad, tan notoroia, como no exemplar, que ha lastimado toda esta republica; el qual ha acordado el dicho Cabildo costear de su Mesa Capitular, y celebrar en su S. Iglesia, assistiendolo todos sus Capitulares, y dando sepultura en ella á su cuerpo Viernes 7 del corriente mes de Septiembre, a las 5 de la tarde, en desagravio de la Christiana Piedad, y edificación gravemente injuriada: En caso tan lastimoso, suplican a V. concurra, como lo prometen tan tiernas circunstancias, á señalar con las de su Persona, Christiandad, y obligaciones, las que para su mayor crédito, y desempeño pretende esta publica demonstracion.


Con licencia: En Sevilla, este año de 1708. 




DIARIO DE CÁDIZ
Siguiendo la pista de Juan Páez


• Eugenio Belgrano, un investigador del subsuelo de Cádiz, se ha topado en sus trabajos con la historia de la desaparición y muerte de un niño de cuatro año a principios del siglo XVIII en el barrio del Pópulo

RAFA BURGAL / CÁDIZ | ACTUALIZADO 06.02.2012 - 09:53


Existe una leyenda oscura sobre la calle Plocia y el barrio del Pópulo. Hace algo más de tres siglos, se produjo la desaparición y posterior muerte de Juan Páez, un niño de cuatro años. Un extraño suceso al que ha dedicado parte de su esfuerzo Eugenio Belgrano, un investigador gaditano especializado en las cuevas que se encuentran en el subsuelo de Cádiz.

Eugenio, que cuenta con la ayuda de David Blanco, llega a esta leyenda siguiendo la pista de la cueva del Boquete, que se situaría en  la actual calle Plocia, antiguamente conocida por el nombre de dicha cueva o el del Boquerón. Sus pesquisas sobre este posible subterráneo le llevan hasta un libro de 1830, en donde encuentra esta historia.

Este documento, tal como relata Eugenio, relata que "hace más de 300 años, un 9 de diciembre de 1703, nacía Juan Páez, hijo de Ambrosio Páez y doña María de los Ríos. Un 27 de agosto de 1708, después de la oración, jugaba en la puerta de su casa -en la actual calle Fabio Rufino- con otros niños y desapareció".

El suceso revolucionó la ciudad de la época durante unos días. El investigador cuenta que "el jueves 30, cuatro días más tarde, apareció Juan Páez en la antigua calle del Boquete o del Boquerón -la actual Plocia-. Lo encuentra vivo, con heridas en los pies y las manos de haber estado maniatado y  tres golpes en la cabeza".

El cuerpo fue encontrado por una persona medio moribundo, según narra Eugenio. "Esta lo llevó a la casa de la abuela, que no lo llegó a reconocer del mal estado en el que se encontraba".  A causa de las heridas, Juan Páez murió a los seis días "con la cabeza pegada en el pecho y los brazos en cruz, como si estuviera crucificado", explica el investigador.

Este hecho "traumatizó a Cádiz", por lo que el obispo, Fray Alonso de Talavera, "se hizo cargo del entierro, llevándolo a la Iglesia de Santa Cruz, la Catedral vieja", comenta Eugenio. El relato del libro finaliza con el día del entierro, quedando el cuerpo enterrado en una de las bóvedas del antiguo primer templo gaditano.

Con la curiosidad por esta historia, Eugenio Belgrano decidió seguir el rastro de Juan Páez y conocer si esta historia era cierta. Para ello, se dirigió al Archivo Catedralicio, donde contó con la inestimable ayuda del padre Luis. En él, encuentra su parte de defunción, que dice así: "En Cádiz, el 6 de septiembre de 1708 se enterró por la tarde en esta Santa Iglesia con entierro general al declero de esta ciudad, convidados por el ilustrísimo y reverendísimo señor don Fray Alonso de Talavera, obispo de esta ciudad y Obispado, a Juan Páez, de edad de cuatro años y ochos meses, natural de esta ciudad, hijo de Ambrosio Páez y de María de los Ríos. Vivía en la plaza en casa de los herederos de Juan Antonio Navarro. Murió en 6 del presente mes, y lo firme como cura samanero Dr. Don Juan Gabriel de Manecilla".

Todo este relato lleva a Eugenio a adentrarse a buscar algún tipo de resto de Juan Páez en el subsuelo de Santa Cruz. "Tras pedir permiso, conseguimos entrar en una de las criptas para ver si se  conservaba algo. Sabíamos que no iban a quedar huesos, pero encontramos restos de madera de 1,10 metros que por su tamaño podrían ser de su ataúd", asegura.

Sin embargo, su estudio se ha centrado en otra de las criptas, en la que "hemos encontrado un ataúd de niño que sí podría ser el suyo, ya que pudo ser trasladado por el entierro de obispos".

Toda este estudio se completa con el informe policial del caso, que concreta algunos aspectos del mismo. Según afirma Eugenio, "al niño lo encuentra una persona de color negro, que lo lleva al hospital de San Juan de Dios. Allí, un chaval de 11 años lo reconoce y lo lleva a casa de su abuela. Juan cuenta  que ha estado dos días en una casa secuestrado, le han quemado y circuncidado el pene, y que se escuchaban borricos".

La investigación policial acabó, según el informe, con la detención de varios protestantes y de la persona que lo encontró, aunque a esta la  ponen en libertad. Este suceso sirvió para que el obispo "pidiera su beatificación por mártir".

Una leyenda hecha realidad que Eugenio, sigue investigando para "verificar cuál es el ataúd de Juan Páez".






Fuentes:

  1. Ursus maritimus.
  2. El asesinato del niño Juan Páez. Arturo Morgado García. Universidad de Cádiz.
  3. Diario de Cádiz. Lunes, seis de febrero de 2012. Siguiendo la pista de Juan Páez: http://www.diariodecadiz.es/article/cadiz/1178215/siguiendo/la/pista/juan/paez.html
  4. La presencia turca en el Cádiz de la edad moderna. Arturo Morgado García. Univ. de Cádiz: http://www.uv.es/dep235/PUBLICACIONS_IV/E%2036%20Morgado%20239-256.pdf
  5. Manuel Torres Aguilar. Un menor ante la inquisición de Sevilla: El "asesinato ritual" del niño de Cádiz: https://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/4777/1/RHM_17_15.pdf

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias Nozick por este maravilloso trabajo que realizas, rescatando la memoria de pequeños mártires olvidados.
Cuántos casos más similares estarán perdidos en las entre líneas de la historia, camuflados de extraños accidentes o muertes naturales, es la pregunta que no puedo callar.

Te mandamos todos un fuerte abrazo. :)

Nozick dijo...

Gracias a todos. En este caso he contado con ayuda, ya que me pasaron el enlace del reportaje del Diario de Cádiz.

Otro abrazo fuerte para vosotros!

Anónimo dijo...

¿que será eso de cura samanero? si fuera semanero querría decir el que tocaba esa semana pero eso de samanero no lo entiendo, o es un error o en aquella época se escribía así semanero o es algo que no entiendo

Nozick dijo...

Parece haber dos errores, el que indicas y lo de "declero". Supongo que, tal cual dices, es cura semanero. Y lo de "declero" supongo que debe ser algo así como "con la asistencia general del clero". Sin embargo, es así como figura en la noticia del Diario de Cádiz y así es como lo he transcrito, de modo literal.

Anónimo dijo...

Pues o es un error o quizá es que en el siglo 18 se decía así, en aquel tiempo el español era ya muy parecido a como es ahora pero había algunas palabras que se escribían distinto

Anónimo dijo...

A ver si nos aclaramos y ponemos un poco de orden. Ni Páez ni de los Ríos son apellidos judíos, hebreos ni sefarditas ni conversos, etc., etc. Puede que haya un judío que al "convertirse" se hiciera llamar Páez, pero no quiere esto decir que Páez sea apellido judío ni por supuesto todos los que se apelliden así. Estos tenían sus nombres hebreos, verdaderos hebreos como Levi, etc. No sé si queda claro, pero pondré un ejemplo al contrario: Puede haber una familia noble con escudo y linaje que se llame por ejemplo Páez, pero no todos los Páez ni tienen linaje ni son nobles. Capito?
Eso es una mentira más de estos israelitas, que les gusta molestar y ponen listas con apellidos españoles que dicen que son sefarditas. Pues entonces somos todos sefarditas!!! y se acabó el problema. Les gusta jugar. No caigáis en la trampa judaica o acabaremos como el betún.

Anónimo dijo...

Comparto también esa hipótesis. Aquellas familias de orígenes criptojudíos que se apartan de sus ancestrales tradiciones -entre las que podría estar el crimen ritual- se pueden convertir en futuros objetivos de la comunidad, así se castigaría la deserción.

Anónimo dijo...

No es un error, cura samanero (o sabanero) se refiere al que hace de cura sin haber sido ordenado