martes, 14 de junio de 2016

Andrei Yushchinsky. Las autopsias.



El blog de las sombras, siempre en pos de la noticia, ha enviado a Kiev a nuestra corresponsal Trudy Schnacken para informar a nuestros lectores de las últimas noticias sobre el caso Yushchinsky. En esta ocasión, Trudy se entrevista con el Profesor Kosorotov, uno de los médicos forenses que declararon en el juicio por el asesinato de Andrei Yushchinsky.


Trudy Schnacken.
Kiev.

El doctor D.P. Kosorotov, profesor de medicina forense de la Academia Médica Militar de la Universidad de Petrogrado, fue el primero en declarar ante el tribunal en lo relativo a la trascendencia de las manchas de barro y sangre que había en las ropas de Andrei. El hecho de que ambos tipos de manchas se hubieran mezclado quería decir que Andrei había sido asesinado en un lugar en donde había barro. Las manchas de barro no podían haberse producido con posterioridad al crimen, porque en ese caso no se habrían mezclado con la sangre, que se coagula rápidamente. Este hecho descartaba varios escenarios del crimen y apuntaba a otros. Por otra parte, en relación a la muerte de uno de los testigos, Zhenya Cheberyakov, Kosorotov afirmó que era posible que se hubiera envenenado su comida con bacilos de disentería.

Karpinsky y Obolonsky fueron los forenses que realizaron la primera y la segunda autopsia, respectivamente, de los restos mortales de Andrei Yushchinsky. Como veremos enseguida, esta crónica se podía haber titulado perfectamente "Verdunsky y Frontelonsky."

Según Georgy Zamyslovsky, acusador civil del caso Yushchinsky, la primera autopsia -de la que se ocupó Karpinsky, el forense policial- fue realizada "... de modo superficial, descuidado e irreflexivo; lo que ha sido reconocido por el acusador público, por el  privado y, aparentemente, incluso por la defensa, ya que no citó al doctor Karpinsky ante el Tribunal..."

Al realizar la segunda autopsia, el profesor Obolonsky encontró el corazón exsanguinado y advirtió la inexistencia casi total de livideces cadavéricas. Durante la primera autopsia, realizada por Karpinsky, habían sido extirpados el orificio anal y el área circundante; la mayor parte del hígado; la vejiga urinaria y el cerebro.

Nos hubiera gustado entrevistar al profesor Obolonsky. Lamentablemente nos es imposible, porque falleció antes de poder presentar declaración en el juicio. Afortunadamente, contamos con la colaboración de su colega, el profesor Kosorotov.


Trudy: ¡Buenos días, profesor! Hay una serie de afirmaciones que se han realizado durante el juicio que no consigo entender.

Kosorotov: Buenos días, joven. Usted dirá...

Trudy: Observo que el profesor Pavlov parece apreciar que no se puede determinar nada con precisión en lo relativo a la muerte de Andrei. No se sabe si sus heridas fueron realizadas cuando estaba con vida, cuáles eran mortales y cuáles no, en qué orden se realizaron, cuándo perdió la consciencia, cuánto tardó en morir, cuántas personas actuaron, si sufrió, si fue exsanguinado, cuánta sangre perdió, si el crimen fue premeditado o no... Me parece sorprendente que un experto no pueda concretar nada, o casi nada, y todo sea incertidumbre y azar.

Kosorotov: El Dr. Pavlov es cirujano y cree que los cirujanos tratan con personas vivas, mientras que nosotros, los médicos forenses, sólo nos ocupamos de los cadáveres. Está completamente equivocado. Podemos llegar a realizar 20 ó 30 autopsias al año, pero observamos muchas más heridas y lesiones, unos 200 ó 300 casos cada año. No tiene claro cómo establecer el momento de la muerte por su pobre conocimiento de la medicina forense, cuando existen textos legales que tratan sobre la forma de diferenciar las lesiones vitales de las producidas postmortem.

Las heridas producidas en el corazón de Andrei eran mortales desde el punto de vista legal. Después de ser amordazado, tapándole boca y nariz, Andrei debió perder la consciencia en unos dos minutos, permaneciendo con vida unos quince minutos, como mínimo. Hubo varios asesinos, y esto es algo en lo que todos los expertos estamos de acuerdo. El niño tenía unas cincuenta heridas y, hasta perder el conocimiento, debió haber sufrido terribles dolores.

En cuanto a la exsanguinación, una palabra que parece asustar a los cirujanos presentes en el caso, implica una pérdida de sangre incompatible con la vida. En modo alguno es un concepto vago o impreciso. No habiendo livideces cadavéricas, y estando el corazón exangüe, cuando tras ser extirpado la sangre debería haber ocupado el pericardio, podemos afirmar sin lugar a dudas que se había perdido una gran cantidad de sangre, probablemente la mitad del volumen sanguíneo o quizás más. 

Trudy: ¿Y cuál fue la causa de la pérdida de sangre, profesor?





Kosorotov: Había trece heridas en la sien izquierda, varias de las cuales lesionaron la arteria temporal, pero las que causaron la mayor pérdida de sangre fueron las realizadas en el cuello. El arma que se utilizó fue un punzón cuyo punta había sido cortada y afilada en forma de cincel. En cuanto a la existencia de un posible plan por parte de los asesinos, los cirujanos afirman que no existía tal plan. Sin embargo, he de destacar que hay un agrupamiento de heridas en los vasos del cuello, en el pecho, cerca del corazón, en la espalda y en la sien. De los ocho golpes asestados en la zona cardíaca, cuatro lesionaron el corazón. De modo que no puedo admitir que no hubiera ningún plan. Y también quiero destacar que entre las primeras heridas y éstas últimas, infligidas en los últimos instantes de vida, hubo un momento en que los asesinos dejaron de herir. Hay dos grupos de heridas separados por un gran intervalo de tiempo. La sangre corría y no se hicieron más heridas. ¿Qué estaban haciendo en esos momentos? ¿Ver cómo fluía la sangre? ¿Disfrutar de su crimen? Es algo que no sabemos. Pero hubo un plan que, probablemente, tenía varios propósitos. Las últimas heridas se hicieron cuando el niño agonizaba, cuando ya estaba cerca de la muerte. La naturaleza, número y localización de las heridas permiten concluir que los asesinos pretendían atormentar y exsanguinar al niño.

Trudy: Muchas gracias por su tiempo, profesor.

Kosorotov: Encantado de haber podido atenderla y espero haber resuelto sus dudas.






Fuentes:


The murder of Andrei Yushchinsky. G. G. Zamyslovsky. Chapter 2.2. The expert opinion of Professors Kosorotov and Tufanov. Chapter 2.4. The Objections of Professor Kosorotov.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

...atormentar... No es solo pues, ofrecer (ofrenda a su dios)sino causar tormento, daño corporal.Entiendo que hay disfrute y placer en ese causar dolor.

Anónimo dijo...

http://lawebdelassombras.blogspot.com.br/2013/06/andrei-youshchinsky.html
Hace un tiempo pude ver un documental donde se analizaba este caso y se explicaba claramente cómo algunas punzadas agrupadas en la sien del pequeño Andrei formaban la letra hebrea Shin. Textual del mismo: "Shin se utiliza comúnmente entre los cabalistas... para ayudar a significar los tres sefirots, también. Tiene un significado importante por ser la letra del medio de la palabra Jesús en hebreo".

Anónimo dijo...

"Había trece heridas en la sien izquierda, varias de las cuales lesionaron la arteria temporal, pero las que causaron la mayor pérdida de sangre fueron las realizadas en el cuello. El arma que se utilizó fue un punzón cuyo punta había sido cortada y afilada en forma de cincel"

En el caso del niño degollado en Madrid en 1920...

"El médico forense que hizo la autopsia al niño degollado ha manifestado (…) que el arma con que se cometió el asesinato debió ser una navaja barbera, o de la forma de las llamadas “cabriteras” pero muy afilada (…) la sangría debió ser rápida, y aunque no se apreció gran cantidad, en el pozo había sangre"

La Correspondencia de España. 28 de septiembre de 1920

Se acabó el misterio del crimen de Maudes. Pablo Arcos confiesa que degolló a su hijo (…) Dice el criminal que el arma con que se cometió el crimen era una navaja pequeña, que tenía rota la punta y no muy fuerte (…) Por lo que respecta a la sangre que pudiera salpicarle al cometer el crimen, asegura que no se manchó; únicamente le cayó en la mano una gota de sangre

La Acción. 30 de septiembre de 1920

Anónimo dijo...

"Aragón. Huesca 15. – El juzgado que entiende en la el proceso que se ha incoado á consecuencia del hallazgo de una cabeza de niño recién nacido, ha dispuesto la detención de un presbítero"

El Imparcial (Madrid. 1867). 16/2/1912, página 4.

"Enteradas las autoridades de lo que acontecía, comenzaron los trabajos de investigación para encontrar los demás restos del infortunado niño. Las pesquisas practicadas no dieron otro resultado que hallar en un corral próximo media pierna del mismo cuerpecito, sin que las demás partes hayan podido ser halladas. Lo macabro del encuentro intrigó sobremanera á las gentes, que horrorizadas, formaron todo género de conjeturas y cabalas. La gran actividad y competencia de-mostradas por la policía y las acertadísimas gestiones del Juzgado, no tardaron mucho tiempo en dejar en claro gran parte de lo sucedido. Las detenciones de un individuo llamado Gazol y de su esposa Josefa García, ambos apellidos los Pototos, completadas con la de otra mujer llamada Francisca Santolalla, por mal nombre Paca la hornera, fueron lo bastante para descubrir el tremendo crimen. Los primeros días negáronse los tres detenidos á declarar, pero reducidos hábilmente por el juez y por el teniente fiscal de aquella Audiencia, según se dice en Huesca, debieron acabar por cantar de plano, enterando al Tribunal la verdad de lo sucedido. Que deben ser ciertas las declaraciones de las dos mujeres, lo testimonia que ambas se hallaban incomunicadas separadamente y sus manifestaciones coinciden por completo y en absoluto, al decir de las gentes. Resultado inmediato de lo dicho por la Potota y la Paca la Hornera, fué la prisión del sacerdote D. Prisco Martínez Lostalé, mayordomo mayor del palacio episcopal y primo hermano del obispo de aquella diócesis, D. Mariano Supervia Lostalé"

El Motín. Madrid, Jueves 29 de Febrero de 1912. Núm. 9. Pág. 2

"En la parte seccionada de la cabecita, ó sea por la región occipital, aparecen coágulos sanguíneos de bastante importancia, motivados, como es natural, por una fuerte hemorragia. Ahora bien: ¿una hemorragia intensa, como la que anuncian esos coágulos, puede experimentarla una criaturita muerta? Lo probable es que no. La intensidad de la hemorragia puédese explicar, en que el niño sufrió muerte violenta, producida por arma cortante. Otros de los detalles que evidencian la vida extrauterina de la criaturita, de 12 á 15 días, es que la fontanela se hallaba en estado de disminución, síntoma que se observa en los recién nacidos al corto tiempo de salir al mundo, y que los huesos parietales y región frontal habían comenzado ya su natural acción envolvente. Además, los competentísimos médicos ya citados han examinado el pelo del niño, encontrándolo fino, bien cuidado y sin la caspa parduzca que tienen los recién nacidos. Prueba evidente, no solo de que vivió, sino que lo hizo atendido con esmero. Por eso esta diaria crónica la encabeza un título que dice Algo esencial, y algo esencial, esencialísimo, es saber con certeza que la criatura ha vivido, quizá con regalo, y que fué muerta con violencia, y que los coágulos que presenta en la regíón occipital no fueron producidos por el descuartizamiento bárbaro llevado a cabo"

El Motín. Madrid, Jueves 7 de Marzo de 1912. Núm. 10. Página 4