El agente de policía Bennett entró en la comisaría. Un día más en la oficina. Metió una moneda en la máquina de café y se dirigió hacia su mesa con el vaso de plástico.
No llegó a sentarse.
- Agente Bennett, buenos días, tengo algo para usted.
- Buenos días, Jefe. Usted dirá.
- Anoche intentaron robar en el chalet de Mr. Mueller.
- ¿Debería saber quién es?
- Pues no lo sé, pero el caso es que es un hombre muy influyente, de hecho Mr. Aaronson, el fiscal del distrito, acaba de llamar diciendo que Mueller está indignado y que quiere resultados de inmediato. Me ha pedido que demos prioridad al caso por encima de todo.
- ¿Por un intento de robo?
- Por un intento de robo en la propiedad de Mr. Mueller.
Bennett suspiró.
- De acuerdo. ¿Qué tenemos?
- Nada. El intruso entró en la propiedad saltando el muro que la rodea e intentó forzar la puerta de entrada del chalet, que tiene dos plantas y un sótano. Mueller, que salía del garaje, lo vio y no se le ocurrió otra cosa que ir hacia él pegando gritos.
- ¿Y?
- Pues que Mueller tiene 78 años. El intruso le dio un empujón que lo derribó, salió corriendo, saltó el muro y desapareció. Iba vestido con una camiseta, vaqueros y zapatos. Mueller no pudo ser más específico porque era de noche y, además, dada su edad, no tiene muy buena vista.
- ¿Huellas digitales? ¿Pisadas? ¿Cámaras de seguridad?
- Nada. El intruso debía de llevar guantes y zapatos de suela lisa. En cuanto a las cámaras, Mueller había encargado un cambio en el sistema de videovigilancia y no funcionaban todavía.
- Entonces no tenemos nada de nada.
- Espere. El agente Robertson estaba haciendo una ronda por los alrededores y vio a un tipo corriendo que le pareció sospechoso. Como Mueller estaba gritando "al ladrón, al ladrón", Robertson dio el alto al individuo, que apenas se resistió. Le leyó sus derechos y lo detuvo. Lo único que llevaba encima era una papelina de coca.
- ¿Lo vio salir de la propiedad de Mueller?
- No, no tenemos ni siquiera eso. El individuo está en la sala de interrogatorios. Ocúpese de él.
Bennett entró en la sala, cerró la puerta y se sentó ante el sospechoso. Era un jovenzuelo de aspecto inofensivo.
- ¿Cómo te llamas, chaval?
- No voy a contestar a ninguna pregunta. Me acojo a la quinta enmienda.
- Vaya, así que tenemos un sabelotodo. ¿Qué puede pasarte porque me digas tu nombre? Total, nos acabaremos enterando.
- Está bien. Me llamo George Williams y no voy a decir nada más.
- Mira, George. Para que veas que soy legal, voy a contarte todo lo que tenemos contra ti.
Bennett hizo una pausa y bebió un trago de su café, que ya estaba frío y sabía a rayos. Tiró el vaso a la papelera y siguió hablando.
- Fuiste hacia la propiedad de Mr. Mueller. Saltaste el muro e intentaste forzar la cerradura con una ganzúa. Mueller te sorprendió, lo empujaste y saliste corriendo. Pero no contabas con el agente Robertson, que te vio saltar el muro cuando huías y te detuvo.
Bennett hizo una pausa y bebió un trago de su café, que ya estaba frío y sabía a rayos. Tiró el vaso a la papelera y siguió hablando.
- Fuiste hacia la propiedad de Mr. Mueller. Saltaste el muro e intentaste forzar la cerradura con una ganzúa. Mueller te sorprendió, lo empujaste y saliste corriendo. Pero no contabas con el agente Robertson, que te vio saltar el muro cuando huías y te detuvo.
Williams permaneció en silencio.
- George, George, George... Estás metido en un jaleo muy serio. Mueller te ha descrito a la perfección, y ahora mismo están confeccionando un retrato robot cuyos rasgos coinciden exactamente con los tuyos y hasta con la ropa que llevabas puesta. Además tenemos las grabaciones de las cámaras de seguridad.
Williams no se dio por enterado.
- Verás, si no me dices nada no podré ayudarte. En realidad no eres más que un chico que ha metido la pata. Si colaboras te irá mejor. Mueller es un pez gordo y te puede meter en un lío de mucho cuidado. No lo estropees, eres joven y tienes toda la vida por delante.
Silencio absoluto.
- Está bien, George. Allá tú. Mueller es un ex-juez, millonario y amigo del fiscal del distrito. Te van a joder vivo y lo único que pretendo es echarte una mano, pero veo que eres idiota y no me dejas. Te acusarán de todo lo habido y por haber, hasta de intento de violación y de pederastia, porque Mueller tiene una nieta menor de edad que estaba durmiendo en el segundo piso del chalet. Ahí te quedas. Jódete. La culpa es mía por intentar ayudarte.
Bennett se levantó e hizo ademán de dirigirse hacia la puerta.
- Espere, hombre, no se ponga así. ¿Cómo puede ayudarme?
Bennett se sintió aliviado. Por un momento había creído que, a pesar de su enorme experiencia en interrogatorios, el órdago la había salido mal.
- Verás. En realidad no has hecho nada tan terrible. Hablaré con Mueller y le diré que no eres más que un chaval que cometió un error, que estás arrepentido, que le pides disculpas y que le ruegas que te perdone.
- ¿Haría eso por mí?
- Claro, Georgie. Pero primero tienes que contarme la verdad. ¿Por qué estabas intentando forzar la puerta?
- Para robar. Verá, lo necesitaba para comprar perico. Estaba con el mono y apenas me quedaba.
- ¿Y qué hiciste con los guantes y la ganzúa?
- Los tiré en una boca de alcantarilla nada más salir de la casa del tal Mueller.
- ¿Y qué hiciste con los guantes y la ganzúa?
- Los tiré en una boca de alcantarilla nada más salir de la casa del tal Mueller.
- De acuerdo. Veamos... a ver cómo podemos calmar a Mueller... A lo mejor con una carta de disculpa... Sí, estaría bien. ¿Qué te parece si escribes una carta disculpándote? Yo se la llevo de tu parte y le digo que te perdone, que eres un buen chico y que respondo por ti.
- No sé cómo darle las gracias.
Bennett puso un folio de papel en blanco y un bolígrafo ante George.
- Empieza poniendo la fecha y "Estimado Mr. Mueller". Luego escribe todo lo que me has contado a mí: cómo ibas vestido, qué llevabas encima, cómo entraste en la propiedad de Mueller e intentaste forzar la puerta, te descubrió, le empujaste, huiste y dónde escondiste la ganzúa y los guantes. Al final le pides perdón y firmas.
- De acuerdo.
Minutos después un satisfecho Bennett salía de la sala de interrogatorios con la carta de George en la mano. Todo había salido a pedir de boca. No sabía si Mueller era ex juez, millonario, ni si tenía una maldita nieta o no. Pero ¿qué más daba?
- Robertson, hazte cargo del tipo de la sala de interrogatorios, el que detuviste anoche. Lo fichas y lo metes en el calabozo. Que busquen en las alcantarillas cercanas al chalet. Encontrarán los guantes y la ganzúa que utilizó. Lo vamos a acusar de invasión de propiedad privada, intento de robo, posesión de herramientas de robo, agresión, resistencia a la autoridad y tenencia de narcóticos. El muy gilipollas acaba de firmar una confesión.
- No sé cómo darle las gracias.
Bennett puso un folio de papel en blanco y un bolígrafo ante George.
- Empieza poniendo la fecha y "Estimado Mr. Mueller". Luego escribe todo lo que me has contado a mí: cómo ibas vestido, qué llevabas encima, cómo entraste en la propiedad de Mueller e intentaste forzar la puerta, te descubrió, le empujaste, huiste y dónde escondiste la ganzúa y los guantes. Al final le pides perdón y firmas.
- De acuerdo.
Minutos después un satisfecho Bennett salía de la sala de interrogatorios con la carta de George en la mano. Todo había salido a pedir de boca. No sabía si Mueller era ex juez, millonario, ni si tenía una maldita nieta o no. Pero ¿qué más daba?
- Robertson, hazte cargo del tipo de la sala de interrogatorios, el que detuviste anoche. Lo fichas y lo metes en el calabozo. Que busquen en las alcantarillas cercanas al chalet. Encontrarán los guantes y la ganzúa que utilizó. Lo vamos a acusar de invasión de propiedad privada, intento de robo, posesión de herramientas de robo, agresión, resistencia a la autoridad y tenencia de narcóticos. El muy gilipollas acaba de firmar una confesión.