Segunda parte de la entrevista-conversación mantenida con D. Emilio Guerrero el dieciocho de septiembre.
Emilio Guerrero Espejo es hermano de Virginia, una de las dos niñas de Aguilar de Campoo que desaparecieron el 23 de abril de 1992.
R: Yo le voy a contar dos casos, que
puede creerme o no, están ahí. Siempre hay casos que rompen estadísticas o son
la excepción. Yo coincidí con el padre de una niña, le hablo de los años
sesenta, su hija estuvo fuera de casa quince años, que se dice pronto, y sus
padres no tuvieron ninguna noticia de ella, se marchó ella sola. No cogió
dinero ni nada. Tuvo la grandísima suerte de que no se dedicó a la prostitución
ni nada.
P: ¿Y cómo se ganó la vida?
R: Es que hay historias increíbles. Un
buen día, para la familia, un comercial, que era del pueblo y conocía a la
cría, aparcó en un hostal de carretera. A pasar la noche. Y cuando vio a esa
chica pensó “es clavada a la que desapareció”. No dijo nada. Volvió al hostal
una segunda vez para cerciorarse. Y se lo contó a la familia. Contactaron con
la Guardia Civil y, efectivamente, era ella. Se había marchado de casa por una
regañina y un pronto. Casualidades de la vida, la segunda noche fue a parar a
ese hostal, bastante lejos de su casa y de su región. Había hecho dedo –sí que
había cogido algo de dinero, lo justo, tras haber reñido con sus padres- y a
los del hostal les contó una milonga que ellos se creyeron –al dueño del hostal
le venía bien una mano de obra barata-, empezó a trabajar, sin incurrir en
delito...
P: ¿Era mayor de edad?
R: No era mayor de edad, tenía
diecisiete años. Parece increíble, pero es cierto. Pasó, pasó. Y otra historia,
aparte de la de León, otra que llamaba mucho la atención. Esta era gallega. Dos
amigas, una se marchó y estuvo también diez o doce años fuera de casa. Se
marchó con un chico que era su novio pero nadie lo sabía. Habían iniciado
relaciones, el chico estaba de paso trabajando en el pueblo y solamente lo
sabían dos amigas. Y sabían que se había marchado con él. Pues todavía lo
mantuvieron en secreto durante diez años más. Hasta que la propia chica vino a
hablar con su familia. Y la familia, lo primero que hizo, fue llamarles de todo
a las dos amigas. “Os preguntamos una y
otra vez que si sabíais algo y dijisteis que no. No veis que...”. Seguro
que se quedaron con ganas de darles dos tortazos. Ganas tendrían.
Yo
fui a hablar con las amigas más cercanas de Virginia. “Si sabéis algo, por favor, decídmelo. Mirad, en un programa de
televisión que hemos estado el día anterior en Madrid, pues coincidí con unos
padres y me contaron este caso. No sabéis el peso, la carga de conciencia que
tendríais vosotras. Si realmente hay algo que nosotros no sabemos y vosotras no
queréis contar, porque hicisteis una promesa o lo que sea. Esas promesas, hay
que anteponer los sentimientos de la familia y el bienestar de ellas a lo que
les hayáis prometido.” Me juraron y perjuraron que no sabían nada, que no
conocían que tuvieran relaciones con nadie...
P: ¿No tenían novio ninguna de las
dos?
R: No, en ese momento, que yo sepa,
no. Novio conocido como tal, no. En esas edades, lo típico, tontear, pero
relación como tal, no. Y la verdad es que ese caso a mí me llegó mucho. ¿Cómo
es posible que dos amigas íntimas estén diez años guardándose el secreto? ¡Diez
años, que se dice pronto! Y esa señora se casó con ese chico, que era
portugués. Yo le decía a su padre “¡Después de diez años...!” “Emilio, hay cosas que cuánto más pasa el
tiempo... Tú lo ves desde otra perspectiva. Cuanto más pasa el tiempo, más les
cuesta.”
Yo
hablé con ellas a título personal, con las tres que tenía. Una de ellas, por
cierto, murió, por desgracia, la pobre. Bueno, pues hablé con las tres amigas
más allegadas a ellas, una por una. Las tres juntas se podrían haber dado
fuerzas para guardar ese secreto. Por separado, tengo alguna esperanza. Cuando
las miré a los ojos, una vez más, supe que estaban diciendo la verdad, o creí
que estaban diciendo la verdad. Alguna se habría derrumbado. Y las tres me
dijeron “No sabemos nada más, Emilio.”
Ese
mismo día, que estaban haciendo dedo, al segundo o tercer día, un vecino de la
calle, en Aguilar, se acerca a nosotros, primero a la Guardia Civil, “Oye, que esas chicas que dicen que estaban
haciendo dedo en Reinosa, las he visto yo en Aguilar, a las once de la noche.”
“¿Pero dónde?” “En El Castillo.” Justo el bar donde vivía Manuela, su madre.
P: ¿En un bar que se llama “El
Castillo”.
R: Justo donde vivía Manuela, con su
madre. “¿Pero cómo las vas a ver?” No
se pudo demostrar. El hombre juraba y perjuraba que eran ellas. Era de noche,
las vio de lejos... Yo mismo, un mes y medio, dos, no era más de tres meses
después, yo iba por la plaza. Iba con mis amigos y recuerdo que tenía que dar
un recado, entonces no había teléfonos móviles. Unos veinte metros delante de
mí iba una chica con otra chica. Yo la confundí con mi hermana, porque iba de
espaldas, el mismo peinado. Resultó ser una amiga. Yo llamándola “¡Virginia!”.
Cuando vi que no me contestaba, di una carrera, le toqué en la espalda y se
volvió. Era Mónica, una amiga. El corte de pelo era igual, el color del pelo
era igual, la estatura era igual... Así que de noche, a cierta distancia...
Posible ubicación del Bar “El Castillo”. Santiago Amón 6, esquina Avenida de Ronda 23
Esto
ya me ha pasado más veces. En Málaga, al año de haber desaparecido, se reabrió
el caso en televisión, no sé en qué programa era. Al poco de emitirse el
programa, a las pocas horas y sin salir de Madrid, me llama un señor diciendo
que había visto a las niñas. No vine ni para casa, me fui directamente a
Málaga, Marbella, concretamente. Fui a Marbella, contacté con este señor... Yo
iba ya con las puertas del cielo abiertas: “¡Las
han visto!”
Ya
cuando llego a Málaga, ya era de noche. Me acerqué al día siguiente, era una
tienda de souvenirs, dos chavalitas, dos dependientas jóvenes, y el dueño. Iba
con la foto de ellas, de mi hermana y Manuela. Me presento, le doy el carnet,
lo comprueba... “Me decís por teléfono
que el dueño las ha visto. Sí, sí, sí. Mañana lo vemos.” Al día siguiente
vuelvo. Esa noche en la pensión, yo decía “Voy
a ser cauto, hay que ser cauto”. Voy a la tienda al día siguiente, como
habíamos quedado, hablo con ellos. “Mire,
esto no sabe nada la Guardia Civil. Quiero pedirle un favor, no quiero
parecerle desconfiado ni mucho menos, pero hágase cargo. Si usted y las chicas me
aseguran que son ellas yo voy a la Guardia Civil y ya tenemos algo en dónde
empezar. Algo sólido. Mire otra vez las fotos, si es necesario.” Llama a
las chicas, el dueño, “Oye, estas chicas
que vimos, ¿son estas, no?” “Yo creo que sí” “Lo que sí le digo es que si
hablaba la rubia, que era mi hermana, no me cuadra. La morena la vería más
suelta, Virginia es muy inocente. Pero bueno, no descarto que puedan ser ellas,
si usted me lo dice. Pero, independientemente de quien hablara, las fotos, ¿a
usted le cuadran?”. Ya empezaba a dudar. “¿No las vio nadie más?” “Sí, bueno, hay aquí un quiosco al lado que lo
regenta un matrimonio...” “Vamos a verlos, de verdad que no quiero
comprometerlos, si usted me dice...” Pues ya no se atrevieron a decir que
eran ellas. La gente cuando ve un programa, automáticamente llama sin pensar.
Creen que han visto. Fui a hablar con el matrimonio en cuestión, el que estaba
al lado. Dos jubilados ya, el negocio a nombre del hijo. El señor no veía nada.
Que habían estado dos chicas ahí, era verídico, pidiendo trabajo. Bueno, pues,
no obstante, ellos... “No, no, pues no te
lo podemos asegurar.”
No
obstante, yo fui a la Comandancia de Marbella y hablé con uno de los mandos,
que a su vez, delante de mí... “Por
favor, llame a Palencia para... si usted quiere contrastarlo”. Inició unos
trámites, incluso conmigo, me llevó con el coche de acá para allá, y
efectivamente habían estado dos chicas y pudimos comprobar que no era ellas.
Con esto quiero dar a entender que el hombre de la tienda en principio
aseguraba que eran ellas, y después ya dudaba. No sé si me explico, después de
ver un programa la gente llama automáticamente, y luego...
P: Sí, suele pasar. Hay cientos de
llamadas desde todos los puntos cardinales y a la familia la vuelven loca. Pero
lo que los responsables de la investigación no pueden hacer es jugar a los
barquitos. A1, agua. C18, agua... Tiene que haber un método.
R: Yo intento ser objetivo. Cuando
hicimos este programa, a estos programas, a uno de ellos que le suponía más
credibilidad, a muchos ya ni fuimos...
P: ¿Estuvieron en “Quién sabe dónde”?
R: Sí, en ese estuvimos. Era menos
sensacionalista, por decirlo así. Un buen periodista, de un diario escrito, me
dijo “Emilio, vas a recibir muchas
llamadas. Y te vas a dar cuenta que no pueden estar en La Coruña, en Sevilla y
en Cáceres. La intención seguramente será buena. Una cosa es creer haber visto
y otra cosa es haber visto”. El programa nos permitía atender llamadas
después de la emisión. “Tienes que fiarte de tu instinto.” De aquel día yo me
fié del de Málaga, llamé a mi madre y me fui, no le dije a qué.
P: Sí, mejor no dar esperanzas hasta
que se confirmen.
R: Después volví a hablar con este
hombre de Marbella y le agradecí la llamada. “Usted no se sienta disgustado.”
Si
me hablan de un programa que lo que pretende es ayudar a las familias que se
puedan encontrar en estos casos, yo iría. En primer lugar, porque les
advertiría de cosas que no se deben hacer si están en esta misma situación.
P: Hay una asociación en Barcelona.
R: Lo sé, hablé con ellos.
P: Creo que a iniciativa del padre de
una de las niñas desaparecidas, Cristina Bergua. Inter-Sos, él se llama Juan
Bergua.
R: Ahora mismo, no iría a ningún
programa de los que hay. Salvo que fuera una cadena seria y quieras ir a contar
tus impresiones, para que estos casos no sucedan más, y ayudar a las familias.
A muchos decidimos no ir. Recuerdo un programa que me levanté y me marché,
antes de ser emitido. Era de uno que en su día trabajó para Antena 3, que
era...
P: ¿Qué tipo de programas hacía?
R: Era un magazine de tarde. Era un
tipo de complexión fuerte...
P: ¿Muy conocido?
R: Muy conocido. Este presentador pasó
por varias cadenas. Al final, no sé dónde acabó. No lo recuerdo. Tenía una
audiencia bastante alta. Y yo fui, pensando que era algo más serio. Y estando
allí me tuve que marchar de los estudios. No le pareció bien y después se lo
dije a través de un compañero suyo. Más o menos me pedía que saliera llorando
al plató. “Pero... ¿Qué me está diciendo?” Esto, un ayudante de él.
P: ¿No sería Pepe Navarro?
R: ¡Pepe Navarro!
P: ¿Y Pepe Navarro le pidió eso?
R: No, un ayudante.
P: Pero ¿lo sabía Pepe Navarro?
R: No lo sé. El programa era un
matinal.
P: Entonces debió ser antes de “El
Mississippi”, que es de 1995.
R: También con María Teresa Campos. Y
después hubo otro en Antena 3, que uno de los tertulianos está en el
programa... tiene barba cerrada, en su día era presentador, cuando me invitó a
mí. ¿Cómo se llama la presentadora, es una chica rubia, alta? 6
P: Ya sé a quién se refiere.
R: Yo hace tiempo que no veo ese
programa, pero haciendo zapping vi que entre sus contertulios estaba uno que
era el más sensacionalista de todos, que en su día estaba de presentador. Quiso
rescatar casos que no se habían resuelto, pretendiendo hacer una labor social,
pero era sensacionalismo puro y duro. Vino aquí un periodista, se entrevistó
conmigo y estuvimos aquí charlando. Me dio su número de teléfono, yo tenía la
experiencia de Pepe Navarro. Le dije, “Antes
de ir, explícame el formato del programa”. El periodista muy formal, pero
cuando me lo aclaró le dije “Pues no voy
a ir.” Pretendía que yo, con un... ¿cómo llamarlo?, una persona con poderes
mentales, recorriendo la zona...
P: Un “vidente”, vamos.
R: Cuando vi al “vidente”, porque lo
vi, dije “Dile que no voy a hacer nada.”
Creo que puede haber ciertas personas con ciertos instintos que no tengamos el
resto de los mortales...
P: Cuando averigüen el número de un
premio de lotería...
6 No nos salía el nombre. Pero tiene que ser Susanna Griso, que dirige el magacine “Espejo Público”, de Antena 3. Los colaboradores son Albert Castillón, Alfonso Egea, Roberto Leal y, últimamente, Nacho Abad.
R: Nunca he acudido a ninguno. Este “vidente”
quería recorrer la zona, en un radio de sesenta kilómetros, en automóvil,
llevando en sus manos algún objeto que hubiera pertenecido a Manuela o
Virginia. Una cosa muy rara. Y le dije “No
cuentes conmigo”.
En
cuanto a diarios escritos, vino alguien de “El Mundo”. Sacaron una edición a
nivel regional y viajé con él a Reinosa, sacó fotos, me pidió permiso. “Lo que sí te digo, Emilio, es que antes
de... con los datos que me has dado, voy a escribir un artículo que te mandaré
antes de publicarlo. ¿Te parece bien?” “Me parece correcto.” Y lo hizo. Me
mandó el artículo, muy extenso, y salió en “El Mundo”, con fotografías. Esto
sería hace cinco ó seis años, siete como mucho. No recuerdo el nombre del
periodista, fue muy formal y se ajustó a la realidad. Me gustó el artículo, le
llamé y le di la enhorabuena. “Si alguna
vez necesitas información...” A otros, en cambio... A una periodista de
Tele 5 le tuve que colgar el teléfono, porque me llegó a decir que parecía que
no me importaba que apareciera mi hermana. Todo porque no quería darle
información por teléfono, sin saber quién era, si era periodista... Otro quería
que consultáramos páginas de pornografía a ver si las localizábamos.
P: Hay miles. Eso tendría que hacerlo
un ordenador, con un programa de reconocimiento facial.
R: Siempre quiero creer que hay un
buen fin. Como usted, que se está metiendo en terrenos escabrosos, que lo único
que le puede traer son problemas. Ya visitaré su página y si usted quiere
publicar algo, me envía el texto y lo veo. Si le parece bien, lo hacemos así.
P: Me parece bien, le enviaré el texto
primero.
R: El artículo de “El Mundo”, si
consigo localizarlo, se lo envío. Porque se ajustaba a lo que yo entiendo que
debe ser. Serio.
Yo
lo que sí recuerdo es que, al poco tiempo de desaparecer, en el teléfono de mi
casa había una guardia permanente. O mi hermano, o yo, o cualquiera. Es algo
que nos indicaron, con buen criterio.
P: Por si las niñas llamaban.
R: Por si llamaban. Y un día, a las cinco
menos algo de la mañana, suena el teléfono. Lo cojo, y escucho un grito
desgarrador “¡Mamá!” Y se cortó, o la cortaron, no lo sé. En aquel tiempo no
sabíamos de dónde venía la llamada, no es como ahora, que hay más medios.
Después solicitamos que se pinchara el teléfono. Si me preguntan si era mi
hermana, yo quiero creer que sí, porque estás deseando oír una voz que te
falta. ¿Que puede ser una desaprensiva que quiere gastar una broma? Pues
también. Son cosas que no se te olvidan.
Solicitamos
que se pinchara el teléfono. La Guardia Civil me argumentaba que por cuestiones
técnicas en esta zona no se podía. No puede ser, yo me volvía loco y había días
que perdía los nervios. Y después, casualmente, me tuve que tragar mis palabras,
porque se volvió a dar la misma circunstancia. Por razones que no hacen al
caso, personas de cierta influencia social del pueblo solicitaron que se
pinchara su teléfono por si recibían amenazas telefónicas. No se pudo hacer,
efectivamente por cuestiones técnicas.
P: No le habían mentido, después de
todo.
R: Yo había salido del despacho del Comandante
de la Guardia Civil diciendo “Mire,
perdóneme, pero no le creo.” Después del segundo caso, le llamé a la Comandancia
de Palencia para pedirle disculpas, dejé mi número porque en ese momento no
pude hablar. Y me llamó y me disculpé.
P: Emilio, creo que ya me ha concedido
demasiado tiempo...
R: Hay casos llamativos, le agradezco
que se ocupe de éste. Consultaré su blog, espero el texto de la entrevista y
estamos en contacto.
P: Muchas gracias por todo.
R: Antes de terminar, quisiera
agradecer la colaboración en el caso del pueblo de Aguilar de Campoo. Se hizo
un acto en un teatro del pueblo y se abrió una cuenta para recaudar fondos.
Esta cuenta estaba administrada por un abogado, un juez de paz y el párroco del
pueblo, que se encargaron de verificar la utilización de los fondos. Se pagó
algún viaje recurriendo a estas aportaciones, más que nada por agradecimiento a
la solidaridad de los vecinos. Luego pasó el tiempo, surgió el problema de
Fontaneda y, a propuesta de los administradores, se acordó donar el saldo
remanente al Comité de Empresa de Fontaneda, para auxilio de los trabajadores.
P: Pues dicho queda. Una bonita
muestra de solidaridad del pueblo de Aguilar. Y, Emilio, de nuevo muchas
gracias y hasta siempre, para lo que necesites.
11 comentarios:
Nozick, felicitaciones. Estoy segura de que la familia de Virginia te estará muy agradecida. Espero de todo corazón que algún día se sepa algo. Gracias a ti, amigo, por este gran trabajo y esfuerzo.
Eso espero, Luz, que cuanto antes se despeje la incertidumbre y aparezcan las niñas. Las familias ya han esperado demasiado. ¡Ojalá se produzca un final feliz!
Muy buena la entrevista nozick .
Hola soy Mc, mira que polígono se han montado en el prado asturiano jajaja
https://mapsengine.google.com/map/edit?mid=zVY1kz4a4xeI.kYBgd7F0ehlU
No conozco a ningún Mc. Por otra parte, el tema de su comentario no está relacionado con el contenido del post, tal y como se indica en las normas de este blog. Para esos casos, use el correo electrónico. De lo contrario sus comentarios no serán publicados. Gracias.
Cocos, Coolor, 127 blanco, Opel Corsa blanco. Planes de ir a una discoteca pasadas las 20:00 a la que nunca llegaron. Caprichosas coincidencias. Un malpensado hablaría de mas allá de las casualidades unos hechos de manual.
Y que decir de la llamada diciendo "Mamá" como la que denunció Fernando Gomez de Toñi diciendo "Papá".
Tienes razón Philo. Demasiadas coincidencias, en especial lo de la llamada.
Deseo de corazón que esta familia encuentre un merecido descanso,pudiendo cerrando esta página interminable de su vida, con un final feliz.
Es posible que se haya hecho todo lo necesario para averiguar lo que les sucedió a las dos niñas, peroen mi opinión deberían investigar más casos, como el español Francisco Arce Montes, cuyo historial completo es aún hoy desconocido. No interesa averiguar más porque ya está en prisión, no obstante, se sabe que es lamentablemente amplio.
Qué opinais que debio ser la llamada?
Todo un señor Don Emilio. Les deseo lo mejor. Lo de la llamada no entiendo cómo no se pudo determinar con la compañía telefónica de qué número provenía y ver si era una broma de mal gusto o eran ellas...Manda cojones.
Hola; buenas noches, pienso que lo de la llamada puede ser algo típico -daños colaterales- que padecen los que sufren estas desgracias. Algo parecido sufrió el padre del chaval de Córdoba que está desaparecido. Al tratarse de la actual época, la policía pudo comprobar fácilmente el origen de la llamada y constatar que se trataba de una broma macabra. Pero fijáos en el detalle. Un grito pelado, "mámá" y cuelga. Cuatro letras, letales como cuatro puñalas. Los años 80´s y 90´s fueron las grandes décadas del autoestop, yo mismo lo hice en varias ocasiones entre mis 14 y 20 años (digamos). Recuerdo especialmente una de ellas, en la que había ido a trabajar con mis tíos al campo y a la vuelta, sobre el mediodía, me vine sólo a casa. En el trayecto, por carretera (tan sólo eran 4kms) observé cómo un coche rojo sigiloso, fue tras de mí unos metros. Volví la cabeza varias veces y el señor que iba dentro no me sonaba de nada y no me inspiró nada de confianza. Se puso a mi altura y me propuso llevarme. Le dije que no, que era del pueblo que se veía al fondo y que no hacía falta. Aceleró y desapareció. Ahora de adulto soy yo quien ha recogido a algún que otro autostopista, generalmente personas mayores con las que tienes la casi absoluta certeza de que no vas a tener ningún problema ( de otro modo no lo haría) . Inofensivas como le pude parecer yo. Y os puedo asegurar la sensación de vulnerabilidad que te transmiten. Suben a tu coche y están en tus manos literalmente, a merced de lo que tu quisieras hacer con ellos. Sólo faltaría una mente perturbada o dañina. Lo de estas chicas, igual que las de Alcácer y muchas y muchos casos más, pudo tener un origen tan sencillo como eso. Enhorabuena por el blog.
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