La siguiente declaración de Miguel Ricart (DB2), la ampliación de la ampliación de la primera declaración autoinculpatoria, no tardaría ni 24 horas. De modo que el día 30 de enero de 1993 Miguel ardía de nuevo en deseos de declarar, ratificándose en lo expuesto el día 29, pero negando los anteriores testimonios en lo que contradijeran al presente. Esta vez se contaba con la presencia del fiscal jefe, Enrique Beltrán, y del forense de Alzira, Francisco Ros Plaza. Ya era hora de averiguar si la fiscalía tenía o no tenía caso. De todos modos... ¿alguien puede imaginarse a Beltrán diciendo que no había pruebas y que había que poner a Ricart en libertad porque no era más que un chiflado que buscaba notoriedad afirmando ser testigo del crimen, única explicación de su comportamiento, aparte de la auténtica? El escándalo habría sido mayúsculo. Era imposible dar marcha atrás.
Ricart comienza afirmando que desde el verano de 1992 reside en casa de los Anglés, por la gran amistad que le une con Roberto, aunque luego empezó a salir de discotecas con Antonio y a ir a las casetas de Llombay y Alborache y a la estación abandonada de Villamarchante, en dónde éste solía refugiarse por encontrarse en busca y captura, salvo los fines de semana que bajaba a la casa de su madre Neusa, en Catarroja. O sea, que los fines de semana ya no le buscaba nadie ¿? Pero, claro, si se hubiera quedado la semana entera refugiado en una de las casetas ¿cómo se le iba a culpar del crimen?
El misterio, no aclarado, es por qué Ricart comienza a relacionarse con Antonio Anglés con preferencia a Roberto, su gran amigo. Otro misterio, todavía mayor, es que le tuviera miedo. Al fin y al cabo, Ricart había sido legionario, mientras que Antonio era un homosexual al que le gustaba vestirse de mujer, se depilaba a la cera, se pintaba la raya de los ojos de verde, se quedaba metido en el coche mientras Ricart y el Mauri atracaban un Banco y era incapaz de reaccionar después de que un gitano le diera una paliza por un asunto de drogas y uno de sus hermanos (Luis) le clavara un cuchillo en el vientre.
Por cierto, que el mencionado atraco había tenido lugar en la Caja Rural de Buñol el 5 de noviembre de 1992, ocho días antes de los hechos. Pero, en el libro de Oleaque, Ricart no dice que Antonio permaneciera en el coche por encontrarse en busca y captura sino que se quedó dentro, lisa y llanamente, porque era un cobarde.
En cuanto a los vehículos, afirmó ser propietario del Opel Corsa blanco, adquirido a un desconocido sin hacer cambio de titularidad (¿?), mientras que el Seat Ronda había sido adquirido por Anglés a nombre de Francisco Partera Zafra, un toxicómano amigo suyo, mediante un DNI falsificado. Es decir, tenemos dos vehículos propiedad de Ricart y Anglés... porque lo dice Ricart.
Sin embargo, como ya hemos visto en el post anterior, Ricart manifestaría en la Vista Oral que el Opel Corsa V-7757-BJ estaba puesto a su nombre porque se lo habían pedido Antonio y Mauricio, que lo habían comprado con el dinero obtenido en un robo en Villar del Arzobispo. Entonces ¿se hizo o no se hizo el cambio de titularidad?
Según Ricart, Antonio era conocido como "Asuquiqui" y "Rubén". El incluir este detalle en la declaración implica que se pretende identificar a Antonio Anglés con ciertos hechos en los que aparezcan estos apodos. Por ejemplo, con la llamada de los Kellogs, que comienza con las palabras "Kelly, soy yo, Rubén...", algo totalmente innecesario. Antonio no tenía por qué identificarse ante Kelly; su hermana tenía que conocer su voz perfectamente sin necesidad de decírselo.
Anglés y Ricart tenían por costumbre ir a ciertas discotecas. Sin embargo, aquel viernes 13 de noviembre de 1992, Anglés decide que vayan a Coolor "donde había mucha marcha". Esto debe de ser una broma. ¿Dos adultos yendo a una discoteca a las ocho de la tarde? Como sabemos, lo que había ese día en Coolor era una fiesta de un Instituto de Picassent para recaudar fondos para un viaje de fin de curso. ¿Lo sabia Anglés? En caso afirmativo, el plan de Anglés de secuestrar unas niñas a la fuerza para violarlas después (que le había contado a todo el mundo, según la V.O.) fue un desastre y si no, todo fue una lotería imposible. Un desastre porque no habrían podido ni entrar en la discoteca sin entrada y porque no pintaban nada allí. Y una lotería porque a las ocho y media de la tarde no tendrían que haber encontrado a nadie camino de Coolor ya que la discoteca, en horario de tarde, abría sábados y domingos de 18:30 a 21:30.
Resumiendo, y respecto a la anterior declaración del 29 de enero (DB1):
- El horario se amplía. Ahora ya no salen de Catarroja a las ocho de la tarde, sino que eran "sobre las siete y media u ocho".
- El vehículo utilizado sigue siendo el Opel Corsa blanco V-7757-BJ "de Ricart", pero en esta ocasión aclara que lo compró de segunda mano por medio del periódico Trajín, sin que se llegara a realizar el cambio de titularidad. Salvo error, ni en el sumario ni en los rollos de sala figura comprobación alguna en la D.G.T. de la titularidad del vehículo, ni se identifica e interroga al supuesto vendedor del automóvil, que según Ricart era de Mislata.
- Al rebasar la discoteca Coolor ya no se dice que una de las niñas proteste, sino que las tres preguntan por qué no paran. La explicación de Antonio es que iba a recoger una cosa en su domicilio, en una urbanización cercana.
- Ahora sí que se ejerce violencia, tanto verbal como física, contra las niñas, porque se alarman y comienzan a protestar al rebasar las urbanizaciones. Entonces Anglés las amenaza con una pistola y golpea a Toñi en la boca con el cañón del arma, para después abofetear a las tres y gritarles, exigiendo que se callen. Acto seguido ata a Toñi y a Miriam con una gasa, pero no ata a Desirée.
- El lugar de los hechos todavía no es la caseta de La Romana, sino que sigue siendo el entorno de una fábrica a la que se accede girando a la derecha en el cruce de las carreteras de Carlet y Catadau.
- Esta vez no se indica que se escuchen gritos de Toñi. Las otras dos niñas preguntan qué pasa y qué iba a hacer y piden a Ricart que las deje marchar.
- Finalmente, Antonio se lleva a Miriam y Desirée se queda sola con Ricart, que, aprovechando que no está atada, tiene un acceso carnal con ella, pero ya no es consentido ni medio consentido; porque durante todo el tiempo la niña permanece "absolutamente inmovilizada y bloqueada" por el miedo salvo al principio, en que se queja de que le duele la penetración e intenta apartarlo con las manos. En la relación no se utiliza preservativo y Ricart eyacula entre los dos asientos, junto al freno de mano. 1
- Los intervalos temporales se modifican. Se mantiene el de 10 minutos con Toñi, pero se omite el de Miriam. El de Desirée inicialmente sigue siendo de media hora, pero después Ricart rectifica y dice que el intervalo fue de sólo quince minutos, hasta que se escucharon los disparos. Ricart se acerca a dónde está Anglés y se encuentra a las tres niñas muertas y cubiertas de sangre, pero esta vez ninguna de ellas está atada. Una de ellas está vestida, mientras que las otras dos tienen los pantalones y las bragas bajados y el resto del cuerpo desnudo ¿? Proceden a vestirlas.
- Después se van a la caseta de Alborache a por una azada y un pico, luego a la caseta de La Romana a por dos trozos de moqueta y después al entorno de la fábrica; meten a las niñas en el maletero del coche, utilizando uno de los trozos de moqueta como camilla, y vuelven al entorno de la caseta de La Romana, en dónde las entierran. El lío de movimientos es igual al de la anterior declaración.
- Ya no se especifica qué herramienta utiliza cada uno. Ambos cavan y terminan la fosa no en media hora, como en la anterior declaración, sino en tres cuartos de hora, lo que sigue siendo una auténtica hazaña.
1
Se tomaron muestras del tapizado en la zona mencionada por Ricart y del asiento delantero derecho, en dónde habría sido violada Desirée, de lo que hay constancia en el Sumario:
FOLIOS 445-457
RELACIÓN DE MUESTRAS QUE SE REMITEN AL INSTITUTO NACIONAL DE TOXICOLOGÍA CON ESPECIFICACIÓN DEL ESTUDIO QUE SOLICITA:
[...]
PARA ESTUDIO DE RESTOS DE SEMEN, SALIVA Y SANGRE QUE PUDIERAN LOCALIZARSE EN LAS MUESTRAS QUE A CONTINUACIÓN SE RELACIONAN. SE SOLICITA QUE EN CASO DE SER HALLADOS RESTOS DE SANGRE, SE COMPARE CON LAS DE LAS VICTIMAS.
MUESTRAS OBTENIDAS DEL OPEL CORSA.
MUESTRA D 1. Tapizado sito debajo de la palanca del freno de mano, recogida del Opel Corsa.
MUESTRA D 2. Bayeta recogida del Opel Corsa. La que consta en la I.O. INTERIOR DEL VEHÍCULO, apartado E).
MUESTRA D 3. Parte de la tapicería del asiento delantero derecho.
MUESTRA D 4. Tapicería del asiento y respaldo posterior.
[...]
... Todavía se está a la espera del resultado de los análisis...
Vemos que Antonio se lleva a las tres niñas en el orden en que estaban sentadas en el asiento posterior del Corsa, como parece lógico. Eso permite a Ricart quedarse a solas con Desirée al final. La conexión Ricart-Desirée es una obsesión en todas las variantes de la versión oficial de los hechos.
A Beltrán no le cuadraban las lesiones descritas en las autopsias con los hechos expuestos en la declaración, así que interviene y entonces Ricart recuerda de repente que, después de matar y vestir a las niñas, Antonio golpeó los cadáveres con una tranca de unos ochenta centímetros de longitud que apareció por allí como por ensalmo. No contento con ello, el malvado Anglés clavó su cuchillo lanzador sobre uno de los cadáveres, sin que Ricart pudiera precisar cuántas veces lo hizo.
Con ello quedaba constancia de la gran violencia que Anglés había ejercido contra las tres niñas, ante y post mortem, lo que justificaba más o menos la gran cantidad de lesiones que presentaban los cadáveres. Un problema menos.
El Ronda y el Corsa, abandonados en un depósito de automóviles.
Manifestaciones del padre de Miguel Ricart
Esta declaración de Ricart se filtró al diario "Levante-El Mercantil Valenciano", que la reprodujo en parte en la página 21 de su número del 24 de febrero de 1993. El fiscal Enrique Beltrán presentó denuncia al respecto. (Ver folios 969-970 del sumario.)
¿El veredicto? Todavía había mucho que arreglar, pero en adelante tenían que terminar los apaños y las chapuzas. Esta vez había que dejar la declaración niquelada. De modo que el siguiente testimonio de Ricart se demoró hasta el día 2 de marzo de 1993, exactamente treinta días. Sería la modificación de la ampliación de la ampliación de la primera declaración autoinculpatoria. ¡Total nada!
Y esta declaración del día 2 de marzo (DC1) iba a constituirse, esta vez para siempre, en la auténtica, única e impoluta versión oficial del caso.
---OOO---
Había que establecer un criterio para identificar las diferentes declaraciones de Miguel Ricart. He escogido dos: el lugar de los hechos, que es uno de los factores que varía, y el de los culpables señalados, otro de los factores diferenciales.
En la primera declaración inculpatoria, el escenario del crimen es un algarrobal. Luego siguen dos declaraciones más en los que se habla de una fábrica y, por fin, llegamos al escenario definitivo: la caseta de La Romana.
Por otra parte, en las primeras declaraciones inculpatorias Ricart apunta a Anglés como único responsable, pero en las dos últimas señala a Anglés, Mauri y el Nano.
Eso permite ordenar las declaraciones de Miguel Ricart del siguiente modo:
A1, algarrobal y Anglés.
B1 y B2, fábrica y Anglés.
C1, la caseta de La Romana y Anglés. Esta sería la versión oficial definitiva.
D1 y D2, la caseta de La Romana y Anglés, Mauri y el Nano.
De modo que, en adelante, para referirme a una declaración en concreto, emplearé las referencias siguientes:
- DT (TESTIFICAL, 28/01/93, 0:50, F 80-82)
- AD (ACTA DE DETENCION, 28/01/93, 05:40, F 62)
- DA1 (1ª INCULPATORIA. ANGLES, ALGARROBAL, 28/01/93, 23:55, F 88-95)
- DB1 (2ª INCULPATORIA. ANGLES, FÁBRICA, 29/01/93, 23:45, F 150-157)
- DB2 (3ª INCULPATORIA. ANGLES, FÁBRICA, 30/01/93, F 178-182)
- DC1 (4ª INCULPATORIA. ANGLES, CASETA DE LA ROMANA, 03/03/93, F 797-799)
- DD1 (5ª INCULPATORIA, ANGLÉS, MAURI, EL NANO; CASETA DE LA ROMANA, 03/09/93, F 1870-1874)
- DD2 (6ª INCULPATORIA, ANGLÉS, MAURI, EL NANO; CASETA DE LA ROMANA, 30/09/93, F 2775-2776)
---OOO---
Miguel Ricart. ¿Culpable o cabeza de turco? #1:
http://lawebdelassombras.blogspot.com.es/2015/06/miguel-ricart-culpable-o-cabeza-de.html
Miguel Ricart. ¿Culpable o cabeza de turco? #2:
http://lawebdelassombras.blogspot.com.es/2015/06/miguel-ricart-culpable-o-cabeza-de_25.html
Miguel Ricart. ¿Culpable o cabeza de turco? #4:
http://lawebdelassombras.blogspot.com.es/2015/12/miguel-ricart-culpable-o-cabeza-de.html
---OOO---
Diario "El País", 22 de mayo de 1997: Mauricio Anglés insiste en que no participó en el crimen de Álcàsser.
Mauricio se emocionó cuando relató que en una ocasión vio al prófugo Antonio Anglés vestido de mujer y que cree que es "homosexual", aunque también "iba con chavalas".
Joan M. Oleaque. Desde las tinieblas. Editorial Empúries. 2009
Algunas citas de Oleaque acerca de Antonio Anglés.
... Se depilaba con cera los pelos de la cara...
... Se pintaba la raya de los ojos de verde...
... A raíz de las incursiones de Antonio a esos recreativos, empezó en la calle su fama sotto voce de homosexual, aunque nadie se lo decía a la cara. Un toxicómano de Catarroja, que se prostituía en los Billares Colón, explica que en ocasiones se encontró por allí al Asuquiqui a solas.
- Cuando venía con los otros era para robar. Pero a veces aparecía sólo él, y se iba con hombres por dinero.
Un policía local ha indicado que también se le veía rondar por los lavabos de la estación del Norte de Valencia, otro punto de encuentro homosexual de la época...
... El Rubio y el Mauri habían atracado un banco de Buñol mientras Antonio los esperaba en el coche: no dejaba de encontrar sugestivo que, con tantos cojones como tenía, no los tuviera para entrar al banco. Él sí. A él, le sobraban. Se sentía de nuevo como el hombre que fue en la legión, donde le habían enseñado a defenderse...
... En una ocasión acudió en un pueblo a comprar heroína. Comprobó que era adulterada. Volvió y buscó al traficante. Pero el camello, ayudado de unos familiares, lo apaleó. Neusa dice que Antonio no se acercó de nuevo por allí...
... Otra vez, él había discutido con el Chino, y quería dejar claro a su socio quien dominaba la planta baja.
-¿Usté quiere que el Chino viva aquí o que se marche? —preguntó Antonio a la madre, esperando la segunda respuesta.
-Filho, es tu amigo. Que se quede.
Respuesta equivocada. Antonio, humillado, se lanzó sobre Neusa y empezó a pegarle golpes de puño a la cara. El Chino lo paró. Los médicos se asustarían de las heridas de Neusa. Todos los hermanos sentían un odio encendido hacia Antonio cuando apaleaba la madre. Especialmente Luis. No podía soportarlo.
Hurtó del mercado un cuchillo de los de trinchar carne. Un día le llegó el momento de utilizarlo. Antonio se quitaba los granitos, cubriéndose la cara con un pañuelo. Luis se acercó y le clavó el cuchillo al lado, en la parte superior del vientre. Movió la arma dentro de la carne, y Antonio, con el dolor esparciéndose, pudo liberarse a empujones...
1993.01.30 - DECLARACIÓN DE MIGUEL RICART
DB2: 3ª DECLARACION AUTOINCULPATORIA
(AMPLIACIÓN DE LA AMPLIACIÓN DE LA DECLARACIÓN AUTOINCULPATORIA)
FOLIOS 178-182
JUZGADO DE INSTRUCCIÓN Nº 06 DE ALZIRA
DECLARACIÓN DEL DETENIDO
Nombre y apellidos: MIGUEL RICART TÁRREGA
D.N.I./Pasaporte: 52.638.150
Naturaleza: Catarroja, Valencia
Fecha de nacimiento: 12-09-69
Hijo de: Miguel y de Encarnación
Domicilio: Calle Alicante 11-5, Catarroja
En VALENCIA, a treinta de enero de mil novecientos noventa y tres.
Ante el Juez de Instrucción y de mí, el Secretario Judicial, comparece la persona arriba identificada, presente el letrado D. JOAQUÍN COMINS TELLO (turno de oficio) previamente informado el declarante de sus derechos constitucionales y de las obligaciones que le impone la Ley, en particular del contenido de los arts, 118 y 520 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, hechas las prevenciones legales pertinentes, se le hace saber en este acto el hecho que se le imputa y se le requiere para que designe un domicilio en España para notificarle las resoluciones que se dicten, o en su caso designe una persona, con su respectivo domicilio, que las reciba en su nombre, advirtiéndole que la citación que se le haga en dicho domicilio o persona permitirá la celebración del juicio en su ausencia, si la pena que se le pida no excediera de un año de privación de libertad o de seis años si fuera de distinta naturaleza, manifestando el declarante:(?)-Benetúser.
Interrogado por S.Sª, MANIFIESTA lo siguiente:
Están presentes el Ilmo. Sr. Fiscal Jefe DON ENRIQUE BELTRÁN y el médico forense del Juzgado de Instrucción Uno y Diez de Valencia DON SANTIAGO RINCÓN VELÁZQUEZ.
Está presente el médico forense de Alzira DON FRANCISCO ROS PLAZA.
Leídas que le son las tres declaraciones prestadas ante la Policía Judicial de la Guardia Civil por el declarante y contenidas en el atestado, manifiesta que se ratifica íntegramente en las practicadas en el día 29 de enero del presente año, negando consiguientemente todo lo que en las dos actas anteriores puedan estar en contradicción con aquélla.
Que desde el verano de 1992 reside el declarante en la casa de la familia Anglés Martíns, sita en Catarroja C/ Camí Real 101-4º, y ello por la gran amistad que le une con Roberto Anglés, si bien desde entonces aproximadamente comenzó a tener mayor relación con Antonio Anglés, con el que comenzó a salir tanto de discotecas y esparcimiento como yendo a las casetas de montaña de Llombay y Alborache y de Villamarchante.
Que las referidas casetas son la de Villamarchante -una estación abandonada- y las otras dos, casas de campo, todas ellas en ruinas, sin puertas y con libre acceso a su interior por cualquiera.
Que las referidas casetas fueron utilizadas por Antonio, el que a veces dejaba ropa u otros objetos personales, las cuales se encontraban en parajes bastantes retirados y poco frecuentados, de modo que no solían otras personas acudir a ellas ni notaron nunca en falta los citados objetos que allí solían dejar.
Que Antonio, al no haber regresado al Centro Penitenciario y habiendo quebrantado la condena, estuvo viviendo en forma continuada en la casa de Llombay, si bien pasado este tiempo comenzó a acudir también al domicilio de Catarroja de forma que por lo general los fines de semana solía estar en Catarroja y el resto de la semana lo pasaba en cualquiera de las tres casas de campo reseñadas alternando entre unas y otras sin ninguna razón u orden especial. Asimismo, el declarante también aproximadamente desde el verano último se encontraba en Busca y Captura por lo que desde entonces y hasta hoy el declarante seguía a Antonio y vivía con él ahí donde se encontraba tanto si se iban a las casetas como si bajaban a Catarroja a la casa de Antonio.
Que el vehículo Opel Corsa matrícula V-7757-BJ es propiedad del declarante quien lo compró de segunda mano sobre el mes de agosto del año 92, si bien no llegó a hacerse el cambio de titularidad del mismo, comprándolo por medio del periódico Trajín a una persona cuyo nombre no recuerda, pero cree que es de Mislata y pagando por él la cantidad de 300.000 pts.; el referido vehículo es de color blanco y con dos puertas delanteras, más el maletero.
Que el Seat Ronda que se cita en la declaración obtenida en el atestado es propiedad de Antonio Anglés, si bien éste lo compró a nombre de Francisco Partera utilizando para ello el documento nacional de identidad de éste, en el que colocando una fotografía de Antonio se sacó una fotocopia en la que parecía que la foto del referido documento es la de Antonio.
Que Francisco Partera es amigo de Antonio y es drogadicto, habiéndole dejado el citado documento nacional de identidad a Antonio para que pudiera practicar la superposición fotocopia referida a cambio de recibir unas papeletas de heroína.
Que el mencionado Seat Ronda es de color azul de tono ni muy claro ni muy oscuro.
Que Antonio Anglés tiene en Catarroja el apodo o sobrenombre de "Asukiki" y que además, desde el mes de septiembre aproximadamente de 1992, comenzó a utilizar el nombre de Rubén en todo tipo de relaciones y situaciones hasta el punto de decirle al declarante que le llamase Rubén y no Antonio, y así lo hizo el declarante a partir de entonces. Sabe también el declarante que Antonio tiene un carnet de identidad de formato nuevo, si bien no sabe qué nombre aparece en el mismo, ya que, si bien Antonio le enseñó el documento, no le permitió que pudiera ver el nombre, ya que no se fiaba ni siquiera de él.
Que el día de los hechos, viernes, estuvieron comiendo en casa de Antonio en Catarroja, y sobre las siete y media u ocho de la tarde salieron de casa con ánimo de ir de fiesta a alguna discoteca. En este sentido, el declarante y Antonio tenían por costumbre ir a las discotecas Arabesco, en la carretera de Ademuz, término de Paterna; Cancela de Sueca y otra de Turis cuyo nombre no recuerda en este momento. Sin embargo esa tarde Antonio le comentó de ir a la discoteca Coolor de Picassent donde había mucha marcha, decidiendo ir a la misma. El trayecto lo hicieron en el Opel Corsa del declarante siendo conducido por él mismo.
El declarante sabía que Antonio tenía un arma que solía por lo general tener escondida en la caseta de Alborache, no siendo muy frecuente que la bajase a Catarroja, si bien a veces lo hacía pues alguna vez se la había visto en la habitación.
Que el día de los hechos el declarante ignoraba que Antonio llevase encima el arma, la que portaba enfundada a la espalda en el pantalón, tal y como pudo apercibirse posteriormente. Igualmente ignora el declarante la razón por la que Antonio ese día quiso llevar el arma encima, si bien alguna vez Antonio había manifestado que si la Guardia Civil le daba el alto él se liaría a tiros, pues la libertad era muy bonita. En el trayecto hacia Picassent conducía el referido Opel Corsa el propio declarante y circulando por el interior de Picassent, a la altura aproximadamente del parque y ermita que hay en la travesía, vieron a tres chicas que hacían autostop, las que son las mismas que aparecen en las fotografías que se le exhiben y que son reconocidas acordándose por S. Sª la unión a autos de las referidas fotografías. En ese momento Antonio le dijo al declarante que había unas chicas haciendo autostop y que parase, lo que así hizo el declarante. Una vez detenidos, Antonio les preguntó a las jóvenes si iban a la discoteca Coolor respondiendo las mismas afirmativamente, por lo que bajó Antonio del vehículo y adelantando el asiento del mismo entraron las tres jóvenes en el asiento trasero y volviendo Antonio a hacerlo en el delantero derecho.
Que durante los hechos referidos en el vehículo del declarante y antes que subieran las jóvenes iban únicamente él y Antonio, sin que fueran acompañados por ninguna otra persona ni en el referido vehículo ni en otro diferente.
Una vez que reiniciaron la marcha, y antes de la discoteca Coolor, Antonio, acercándose al declarante y en voz baja, le dijo que no parase y que se irían a tomar algo por ahí, contestando el declarante que vale, por lo que al llegar a la altura de la discoteca continuó la marcha en lugar de parar, ante lo cual las jóvenes que iban detrás preguntaron por qué no paraban, contestando Antonio que iban a recoger una cosa, a lo que las referidas jóvenes estuvieron conformes si no estaba muy lejos, diciéndoles Antonio que no, ya que vivía en una urbanización situada poco después de la discoteca.
Ante esta respuesta de Antonio el declarante se quedó mosqueado, ya que no concordaba la decisión de ir a tomar algo con la mentira procedida por Antonio.
Que una vez pasadas las urbanizaciones y dándose cuenta las chicas que no era cierto lo que se le había dicho empezaron a protestar y es entonces cuando Antonio sacó el arma y tirando de carro las amenazó, ante una de ellas, sin que pueda el declarante precisar cual, comenzó a gritar, llevando entonces Antonio a girarse hacia atrás arrodillarse en su asiento y cogiendo la pistola por la culata pero teniendo el cañón próximo y paralelo al dedo meñique y apuntando hacia el codo golpeó así con el arma a una de las chicas sin que pueda precisar cuál de ellas, aunque en cualquier caso está seguro que no fue la que se encontraba sentada detrás del declarante que era Desirée, debiendo ser pues, Miriam que debía encontrarse en el centro o Antonia que debía encontrarse detrás del asiento de Antonio, posiciones éstas dos últimas que si bien no recuerda con exactitud las supone por el hecho de que posteriormente en bajar por la puerta derecha del vehículo fue Antonia. No obstante recuerda ahora el declarante que al bajar del vehículo era Antonia la que le salía un poco de sangre por la boca por lo que supone que debió ser a ella a quien Antonio pegó en la boca. No obstante, el declarante que a consecuencia de dicho golpe no se le debieron romper algunos dientes a Antonia o por lo menos el declarante no se apercibió de ello. Después de pegar el golpe con el arma tal como se ha relatado, Antonio dejó la misma en su asiento y con la mano y en un estado de gran excitación empezó a pegar bofetadas en las caras y cachetes en las cabezas, supone, de las tres jóvenes, al mismo tiempo les gritaba y ordenaba que se callaran, consiguiendo que se callaran, de forma que a partir de entonces solo se les oyó llorar a las tres en voz baja. Entre tanto el declarante no dijo ni hizo nada continuando conduciendo a su velocidad normal de unos ochenta kilómetros por hora, y ello porque estaba completamente atemorizado de lo que pudiese hacer Antonio ya que conociendo su carácter agresivo pensaba que era capaz Antonio de dispararle por el solo hecho de que intentara defender a las jóvenes.
Después de ocurrido lo anterior el declarante continuó circulando, existiendo total silencio hasta que llegando el cruce de Venta Cabrera Antonio le dijo al declarante que girase hacia la izquierda, que es la carretera que va a Montserrat y Real de Montroy, obedeciendo el declarante y continuando el trayecto por Montserrat, Montroy y Real hasta llegar a la altura de Catadau, todo ello en total silencio y sin que hubiera habido una orden o decisión por parte de alguien sobre el lugar de destino o finalidad perseguida, hasta que al llegar al cruce de la carretera de Carlet con la carretera de Catadau en la que Antonio le dijo al declarante que girase a la derecha y cogiera un camino de tierra que allí había, circulando por él durante unos cinco o diez minutos a unos cuarenta kilómetros por hora aproximadamente, hasta que al llegar a una especie de fábrica, Antonio le dijo que parase allí, lo que así hizo el declarante arrimándose a los muros de la referida fábrica.
Hace constar el declarante que, durante el trayecto que ha sido referido inmediatamente después de que Antonio abofeteara y pegara a las tres jóvenes, el mismo Antonio sacando de la guantera del coche una especie de gasa que era del mismo Antonio y que él utilizaba para esconderse un tatuaje que tiene en el brazo, procedió a atarles las manos a Antonia y a Miriam, continuando para ello en la misma posición de estar arrodillado sobre su asiento y vuelto y mirando hacia el asiento trasero, suponiendo el declarante que debía utilizar Antonio el lanzador que Antonio siempre llevaba consigo enfundado en el pantalón e ignorando el declarante la razón por la que Antonio no atara también a Desirée. Precisa a este respecto que Antonio ató a las mencionadas Antonia y Miriam dejándoles las manos por delante.
Precisa también el declarante que, después de pasar la discoteca Coolor y la urbanización mencionada por Antonio, las tres jóvenes pidieron y gritaron que parasen y las dejasen bajar y dejasen tranquilas y fue por eso por lo que Antonio comenzó a golpearlas tal y como se ha relatado ya.
Una vez estaban detenidos en la mencionada fábrica, bajó Antonio del vehículo, adelantó su asiento y cogiendo por el brazo a Antonia le dijo que bajara, a lo que ésta en principio parecía que se resistía diciéndole que no le hiciera nada, ante lo cual Antonio la sacó por la fuerza y una vez los dos fuera del coche se la llevó hacia la parte de los árboles continuándola cogiéndola y llevándola mientras ésta le decía que no le hiciera nada y que no diría nada, en tanto que Antonio le ordenaba que se callara, si bien no cree el declarante por lo menos no lo vio que en estos momentos Antonio le pegara a Antonia sino que únicamente la arrastraba pero estando andando los dos, hasta que en un determinado momento el declarante ya no solamente pudo ver a los que se habían ido, ya que las luces del coche estaban apagadas, en el paraje no había luz artificial y sólo había un poco de luna, 1 sino que después también dejó de oír por razón de la lejanía a los que se habían ido, precisando a este respecto que Antonio no llevaba ninguna linterna ni ningún instrumento de luz. Y, cuando Antonio bajó del coche, el arma no se encontraba ya en el asiento ni el declarante la vio en el vehículo, por lo que supone que Antonio después de terminar de atar a las jóvenes se la debió volver a guardar y por tanto al salir del coche la llevaría consigo.
1
Esto es mentira, casi había luna llena.
Durante el tiempo que pasó hasta que Antonio volvió al vehículo, en que debieron pasar unos diez minutos aproximadamente, el declarante continuó sentado en su asiento mientras Desirée y Miriam permanecían también detrás preguntándole qué pasaba y qué iba a hacer y pidiéndole que las dejase marchar, a lo que el declarante les dijo que no y que suponía que no iba a pasar nada, sino que Antonio debía estar cabreado, encontrándose en ese momento el declarante en un estado de bloqueo por el miedo que tenía y que en estos momentos sigue teniendo a lo que Antonio le pueda hacer.
Una vez que volvió Antonio lo hizo sólo, sin la compañía de Antonia, y volviendo a entrar en el coche por la portezuela del acompañante le dijo a Miriam -que estaba en el centro- y le dijo que le acompañara, que su amiga Antonia estaba mal o le había pasado algo, al mismo tiempo que la cogía por el brazo y la sacaba sin que recuerde el declarante que la referida Miriam pusiera resistencia; lo que sí sabe que estaba asustada y sacándola del coche se la llevó por la misma dirección que había tomado anteriormente con Antonia, si bien antes de ello Antonio cogió de la guantera que se halla en la puerta derecha del coche un objeto que el declarante no vio, así como cogió las llaves del coche que estaban puestas en el contacto y dirigiéndose a la parte trasera del vehículo abrió el maletero y sacó otro objeto de allí, suponiendo que se llevaría unos alicates que allí se encontraban y cree también una linterna de petaca que también se encontraba allí y, una vez cogido esto, Antonio volvió a dejar las llaves del coche puestas en el contacto, todo lo cual tuvo lugar antes de que, como ya se ha referido, que le dijera a Miriam que saliera, la cogiera y se la llevara por la misma dirección que anteriormente con Antonia, haciendo esto también a oscuras sin utilizar la linterna, hasta que en un momento determinado el declarante dejó de ver y oír a Antonio y Miriam.
Una vez que Antonio y Miriam habían salido, el declarante le dijo a Desirée que pasara al asiento delantero para no estar tan sola, lo que así hizo ésta pasando entre los dos respaldos del asiento delantero, preguntándole Desirée qué es lo que iba a hacer y qué iba a pasar, dado que el otro ya se había llevado a sus dos amigas, lo que el declarante contestó que no le iba a hacer nada; lo que sí que hizo cuando pasó al asiento delantero la cogió del brazo para que no pudiera huir y debieron estar aproximadamente un cuarto de hora en el que así sentados Desirée le preguntaba si le iban a hacer algo y por qué su amigo les había pegado y el declarante intentaba calmarla diciéndole que él no les iba a hacer nada, hasta que el declarante empezó a hacer proposiciones a Desirée de mantener relaciones sexuales, así como a hacerle tocamientos, ante lo que ésta no contestaba y no aparentó ofrecer excesiva resistencia debido, supone el declarante, al temor que tendría la misma de que le pegara o le hiciera alguna maldad. A continuación, el declarante bajó el respaldo del asiento donde estaba Desirée para dejarlo en posición horizontal, le bajó a Desirée los pantalones y las bragas y le subió el suéter o le desabrochó la camisa y le subió el sujetador por encima de los pechos para a continuación el declarante bajarse los pantalones y calzoncillos hasta los tobillos, montarse encima de Desirée e introducirle el pene por vía vaginal, notando entonces que Desirée se quejaba como que la penetración le estaba haciendo daño y continuó la relación sexual en esa forma durante aproximadamente quince minutos, hasta que el declarante procedió por propia voluntad a extraer su miembro para eyacular fuera de la vagina. Durante todo este tiempo Desirée permaneció absolutamente inmovilizada y bloqueada, supone por el miedo que sentía de forma que el declarante no necesitó sujetarla; no obstante al principio y como reacción que sintió por la penetración Desirée le decía que le dolía al mismo tiempo que con las manos intentaba apartar al declarante.
Que para conseguir penetrarla el declarante le levantó un poco las piernas a Desirée.
Una vez el declarante eyaculó regresó nuevamente su asiento y subió el asiento de Desirée mientras ésta se subía las bragas y los pantalones y se bajaba el sujetador y abrochaba la camisa sin poder recordar exactamente si la Desirée se hiciera un nudo con el borde de su camisa, y cogiendo el declarante con su mano derecha la mano izquierda de Desirée, encendió el declarante con la otra mano encendió la radio y así estuvieron los dos sentados oyendo música y estando Desirée absolutamente inmovilizada y sin decir nada hasta que tres horas o cuatro horas después regresó Antonio.
En la relación sexual el declarante no usó preservativo, ya que no tenía ninguno, y por esa razón es por lo que eyaculó fuera de la vagina haciéndolo entre los dos asientos del vehículo, por donde se encuentra el freno de mano, limpiando después la superficie donde se había derramado el semen con un trapo viejo que llevaba en el coche trapo éste que ya no tiene y que se imagina que lo debió tirar cuando estuvo sucio. No recuerda el declarante que Desirée se limpiara a su vez después de la relación sexual.
Una vez llegó Antonio abrió la puerta derecha del coche cogió a Desirée la sacó y se la llevó mientras que el declarante le decía "joder. ¿no has tenido bastante con dos?", a lo que Antonio le dijo que se callara y que eso no iba con él. El declarante en ese momento suponía habría tenido acceso carnal con Antonia y Miriam, así como también que algo les habría hecho, ya que no habían regresado ninguna.
El declarante continuó dentro del vehículo unos quince minutos, hasta que ya muy nervioso salió fuera, quedándose en las cercanías del coche; si bien tenía curiosidad por saber qué estaba pasando donde estaba Antonio, el miedo a que este le hiciera algo si desobedecía la orden era superior y por ello no se atrevió a acercarse más a Antonio. Estando fuera, el declarante oía como de lejos Antonio gritaba a Desirée, si bien no podía apreciar en qué consistían esos gritos, así como también oía gritar a Desirée de forma aterradora como si le estuviesen causando fortísimos dolores.
Que al oír estos gritos el declarante ya pudo suponerse donde se encontrarían Antonio y Desirée, si bien no los veía ya que estaban en un campo de algarrobos, el que tal como pudo apreciar después al retirar los cuerpos era un campo trabajado y limpio de hierbas.
Que, unos quince minutos después que el declarante había salido del vehículo, oyó tres disparos que procedían del lugar donde se encontraba Antonio, debiendo mediar entre cada uno de los disparos un periodo de unos cinco segundos, y sin que inmediatamente antes, ni durante los disparos oyera ningún grito procedente de las tres jóvenes.
Rectifica el declarante que el tiempo transcurrido que Antonio se llevó a Desirée hasta que se oyeron los disparos fueron unos quince minutos, de los cuales pasó dentro del coche cinco minutos aproximadamente.
Al oír los disparos el declarante se quedó inmovilizado dado el cariz que había cogido los acontecimientos, si bien inmediatamente se fue hasta donde estaba Antonio y al llegar allí éste le dijo "si te chivas a la Guardia Civil te mato". Al llegar al sitio, el declarante se encontró a Antonio de espaldas a él con la pistola en la mano y con el brazo caído y a continuación Antonio los tres cuerpos de Desirée, Miriam y Antonia tumbados en el suelo con las cabezas próximas hacia donde se encontraba con una separación entre ellas de medio metro una, en sentido perpendicular a la dirección en la que avanzaba el declarante, y las otras dos con una cierta inclinación oblicua, recordando únicamente que la que se encontraba más a la derecha estaba de lado y llevaba el pelo largo, no recordando la posición que pudieran tener las otras dos. La que se encontraba ladeada tenía la ropa puesta, en tanto que las otras dos estaban con los pantalones y bragas bajados y con el resto del cuerpo desnudos. También recuerda que ninguno de los tres cuerpos aparecía con las manos atadas en el momento que los vio. Supone el declarante que la joven del pelo largo que aparecía de lado y vestida debía ser Desirée ya que recuerda que después al vestir a las otras dos les pusieron sendos suéter mientras que Desirée lo que llevaba era una camisa.
Inmediatamente Antonio le dijo al declarante deprisa vamos a vestirlas, procediendo el declarante a subir las bragas y pantalones de las dos que los tenían bajados, mientras Antonio les colocaba los suéteres, no recordando el declarante si les puso o no los sujetadores. No obstante antes de que Antonio le dijera de vestirlas, el mismo Antonio debió poner los tres cadáveres boca arriba ya que cuando comenzaron a vestirlas se encontraban así.
En el momento que procedieron a vestirlas recuerda el declarante que los cuerpos aparecían con tierra pegada, al menos la parte de las piernas que es la que recuerda el declarante, así como también recuerda la sensación de que había muchísima sangre en los cuerpos. En cualquier caso, recuerda que en las piernas la sangre se localizaba en la parte interna de los muslos, y supone que la parte superior de los cuerpos también habría mucha sangre ya que Antonio, que fue quien se encargó de vestirlas por arriba; también resultó con muchas manchas en su ropa.
El declarante no recuerda que después de muertas volvieran a atar las manos a los cadáveres y tampoco vio que pudiera haber por allí alguna cuerda o elemento similar, si bien si que recuerda que posteriormente, cuando procedieron a trasladar los cadáveres, los brazos no colgaban, hacia el coche, por lo que supone que deberían llevar las manos atadas y que en algún momento anterior Antonio debió hacer las ataduras.
Se suspende este acto aproximadamente una hora, siendo las 20.30 horas.
Se reanuda a las 24,00 horas.
Una vez vestidos los cadáveres, Antonio le dice al declarante que se vaya al coche a ponerlo en marcha lo que así hace dándole la vuelta para poder regresar tardando Antonio varios minutos en volver al coche y debiéndose ser las cuatro de la madrugada aproximadamente en reanudar la marcha. De allí se dirigieron a la casa de Alborache a recoger el pico y una azada para el enterramiento de los cuerpos, habiendo tardado una media hora en llegar a la referida casa. de Alborache; después de recoger los dos objetos citados se fueron a la casa de Llombay para recoger dos trozos de moquetas que Antonio tenía en la referida casa, habiendo tardado más de una hora para llegar desde Alborache a Llombay, de forma que debían ser sobre las seis de la madrugada cuando, una vez cargada la moqueta, volvieron a salir nuevamente hacia el lugar donde se encontraban los cadáveres, tardando unos veinte minutos o media hora para llegar hasta allí. El declarante pudo dejar el coche a unos cien metros aproximadamente de donde estaban los cadáveres, bajando Antonio, que se dirigió hacia el lugar donde estaban éstos, en tanto que el declarante quitó la bandeja trasera del vehículo, plegó y abatió los asientos traseros y extendiendo en la superficie trasera del coche el trozo de moqueta más grande de los dos que habían cogido, hecho lo cual el declarante cogió el otro trozo de moqueta y acudió a reunirse con Antonio. A continuación extendieron uno de los cadáveres sobre la moqueta y utilizando esta en forma de camilla lo trasladaron en el coche donde la depositaron sobre la parte trasera del mismo y así sucesivamente hasta cargar los tres cadáveres.
Calcula el declarante que desde la fábrica vieja hasta el punto donde se encontraban los cadáveres debía de haber unos ciento cincuenta metros.
Que fue Antonio, durante el trayecto hacia Alborache, a quién se le ocurrió ir a Llombay a recoger las moquetas de forma que una sirviera para transportar los cadáveres, como camilla, y otra para extenderla en el coche, para que no se manchara éste.
Una vez que volvieron al lugar donde estaban los cadáveres, el declarante ya recordaba el acceso a donde estaban los cadáveres, de forma que Antonio no le dijo por dónde debía entrar. Asimismo esta segunda vez no llegaron hasta la fábrica, ya que un poco antes de la misma cogieron una bajada que permitía llegar con el coche a una distancia más cercana a los cadáveres.
Una vez cargados los cadáveres, Antonio le dijo que iba a conducir él, sentándose el declarante en el asiento al lado del conductor, iniciando la marcha sin saber el declarante dónde iba a Antonio a enterrar los cadáveres.
Durante el trayecto el declarante estuvo adormilado, incluso llegó a dormirse, sin que llegara a tener conciencia del tiempo que estuvieron circulando, aunque si se apercibió que debían ir por caminos muy malos pues el coche tenía mucho movimiento. Cuando Antonio paró el coche era aún de noche y el declarante no conocía el paraje donde se encontraba. Una vez que bajaron, cogieron el pico y la azada y estuvieron buscando sitio idóneo para cavar la fosa hasta que poco después Antonio decidió el lugar donde lo realizaron, poniéndose a cavar los dos lo que debieron tardar unos tres cuartos de hora. Una vez abierta la fosa, volvieron al coche y procedieron a trasladar los cuerpos hasta allá en la misma forma anterior de transportarlos uno a uno cargados en la moqueta utilizada como camilla. No puede precisar el declarante si cada vez que trasladaban un cadáver lo metían en la fosa o si los dejaban al borde de la misma para una vez los tres allí meterlos ordenadamente. Lo que sí recuerda es que los cadáveres se colocaron apilados uno encima de otro y que, después de haberse hecho esto, Antonio cogió el coche la moqueta y la llevó hacia la fosa, suponiendo el declarante que la metería dentro de ella. A continuación, mientras Antonio procedió a cubrir la fosa de tierra, el declarante volvió al coche para poner los asientos en su sitio, colocar la bandeja y limpiar las posibles manchas que se podían haber producido; una vez hecho esto, el declarante se fue hacia la caseta de Llombay, que estaría a unos trescientos metros de allí, tal como momentos antes se lo había indicado Antonio. El declarante ignora qué es lo que Antonio pudiera enterrar en la fosa así como cualquier otros objetos que pudiera llevar hasta allí, ignorando la existencia en la fosa o en sus proximidades de ningún tubo de tinte de pelo, de laca, de vídeo juegos, prismáticos, un guante grande y los demás objetos que resultaron hallados en la diligencia del levantamiento, así como también ignora la procedencia como finalidad y razón de las dos trancas y de las piedras envueltas en una camiseta enrolladas que también fueron encontradas en el interior de la fosa.
El declarante se fue, como se ha dicho, a la caseta a cambiarse de ropa, poniéndose un chándal viejo que se encontraba y colocando toda la ropa que llevaba en una bolsa de plástico. Al poco tiempo llegó Antonio a la misma caseta e hizo lo mismo de quitarse la ropa y ponerse otro chándal y colocando aquella en la misma bolsa mencionada. Cuando el declarante fue a la caseta de Llombay estaba ya clareando el día y cuando después de cambiarse de ropa los dos se marcharon de la caseta era ya de día.
Después de coger otra vez el vehículo, se dirigieron a la caseta de Alborache donde Antonio después de engrasar el arma la escondió en su escondite habitual situado detrás de la caseta, así como bajaron y dejaron también allí el pico y la azada que llevaban en el coche.
De Alborache se fueron a Buñol, a un vertedero donde suelen quemar desperdicios, donde tiraron la bolsa de la ropa a una hoguera que había allí, marchándose a Catarroja donde Antonio dejó al declarante en su casa, mientras que Antonio se volvía a marchar con el coche del declarante.
Hace constar el declarante que para en la práctica del atestado se le ha cortado con su consentimiento trozos de pelo tanto de la cabeza como del pubis.
A preguntas del Sr. Fiscal manifiesta que, después de muertas las jóvenes y vestidas, Antonio golpeó los cadáveres con una tranca que se imagina que debía encontrarse por allí ya que el declarante no recuerda que la llevase en el coche y dicha tranca debía tener unos ochenta centímetros de longitud; asimismo después de muertas y vestidas Antonio lavó digo clavó su lanzador sobre uno de los cadáveres lanzándolo sobre él, no sabiendo el declarante las veces que lo lanzó.
Reconoce como suyos los alicates que le son mostrados y que aparecen en el atestado.
Cuando Antonio se llevó a Antonia y a Miriam, se las llevó estando las mismas atadas por delante.
Que durante los meses en que Antonio estuvo viviendo en la caseta de Llombay, después de quebrantar la condena, estaba allí desenganchándose de la droga su hermano Roberto, así como también estuvo allí su otro hermano Ricardo, que es quién se encargaba de traerles la comida.
Que Antonio conocía muy bien el contorno de la caseta de Llombay y del lugar del enterramiento, teniendo además mucha afición a ver las abejas y las colmenas.
Que en las casetas de Llombay los tres hermanos dormían sobre dos colchones, cada uno en un saco de dormir.
Que el declarante ha visto la película Instinto básico no recordando cuándo, aunque fue recién estrenada y pudiendo haber sido en el verano del 92, y fue a verla con un hermano de Antonio, con Mauricio, si bien ignora si fue Antonio o no a verla.
A preguntas del Sr. Letrado manifiesta que era la primera vez que subían a autoestopistas y que el hecho de parar fue a petición de Antonio.
Que cuando iba a mantener relaciones sexuales con Desirée, él le desabrochó la camisa sin que tuviera para ello que forzarla o romperla. No son drogadictos ni el declarante ni Antonio, así como tampoco ninguno de los dos habían consumido alcohol sino únicamente el declarante había tomado medio Rohypnol.
Terminada la presente leída y hallada conforme la firman todos los presentes detrás de S.Sª., de lo que doy fe.
(AMPLIACIÓN DE LA AMPLIACIÓN DE LA DECLARACIÓN AUTOINCULPATORIA)
FOLIOS 178-182
JUZGADO DE INSTRUCCIÓN Nº 06 DE ALZIRA
DECLARACIÓN DEL DETENIDO
Nombre y apellidos: MIGUEL RICART TÁRREGA
D.N.I./Pasaporte: 52.638.150
Naturaleza: Catarroja, Valencia
Fecha de nacimiento: 12-09-69
Hijo de: Miguel y de Encarnación
Domicilio: Calle Alicante 11-5, Catarroja
En VALENCIA, a treinta de enero de mil novecientos noventa y tres.
Ante el Juez de Instrucción y de mí, el Secretario Judicial, comparece la persona arriba identificada, presente el letrado D. JOAQUÍN COMINS TELLO (turno de oficio) previamente informado el declarante de sus derechos constitucionales y de las obligaciones que le impone la Ley, en particular del contenido de los arts, 118 y 520 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, hechas las prevenciones legales pertinentes, se le hace saber en este acto el hecho que se le imputa y se le requiere para que designe un domicilio en España para notificarle las resoluciones que se dicten, o en su caso designe una persona, con su respectivo domicilio, que las reciba en su nombre, advirtiéndole que la citación que se le haga en dicho domicilio o persona permitirá la celebración del juicio en su ausencia, si la pena que se le pida no excediera de un año de privación de libertad o de seis años si fuera de distinta naturaleza, manifestando el declarante:(?)-Benetúser.
Interrogado por S.Sª, MANIFIESTA lo siguiente:
Están presentes el Ilmo. Sr. Fiscal Jefe DON ENRIQUE BELTRÁN y el médico forense del Juzgado de Instrucción Uno y Diez de Valencia DON SANTIAGO RINCÓN VELÁZQUEZ.
Está presente el médico forense de Alzira DON FRANCISCO ROS PLAZA.
Leídas que le son las tres declaraciones prestadas ante la Policía Judicial de la Guardia Civil por el declarante y contenidas en el atestado, manifiesta que se ratifica íntegramente en las practicadas en el día 29 de enero del presente año, negando consiguientemente todo lo que en las dos actas anteriores puedan estar en contradicción con aquélla.
Que desde el verano de 1992 reside el declarante en la casa de la familia Anglés Martíns, sita en Catarroja C/ Camí Real 101-4º, y ello por la gran amistad que le une con Roberto Anglés, si bien desde entonces aproximadamente comenzó a tener mayor relación con Antonio Anglés, con el que comenzó a salir tanto de discotecas y esparcimiento como yendo a las casetas de montaña de Llombay y Alborache y de Villamarchante.
Que las referidas casetas son la de Villamarchante -una estación abandonada- y las otras dos, casas de campo, todas ellas en ruinas, sin puertas y con libre acceso a su interior por cualquiera.
Que las referidas casetas fueron utilizadas por Antonio, el que a veces dejaba ropa u otros objetos personales, las cuales se encontraban en parajes bastantes retirados y poco frecuentados, de modo que no solían otras personas acudir a ellas ni notaron nunca en falta los citados objetos que allí solían dejar.
Que Antonio, al no haber regresado al Centro Penitenciario y habiendo quebrantado la condena, estuvo viviendo en forma continuada en la casa de Llombay, si bien pasado este tiempo comenzó a acudir también al domicilio de Catarroja de forma que por lo general los fines de semana solía estar en Catarroja y el resto de la semana lo pasaba en cualquiera de las tres casas de campo reseñadas alternando entre unas y otras sin ninguna razón u orden especial. Asimismo, el declarante también aproximadamente desde el verano último se encontraba en Busca y Captura por lo que desde entonces y hasta hoy el declarante seguía a Antonio y vivía con él ahí donde se encontraba tanto si se iban a las casetas como si bajaban a Catarroja a la casa de Antonio.
Que el vehículo Opel Corsa matrícula V-7757-BJ es propiedad del declarante quien lo compró de segunda mano sobre el mes de agosto del año 92, si bien no llegó a hacerse el cambio de titularidad del mismo, comprándolo por medio del periódico Trajín a una persona cuyo nombre no recuerda, pero cree que es de Mislata y pagando por él la cantidad de 300.000 pts.; el referido vehículo es de color blanco y con dos puertas delanteras, más el maletero.
Que el Seat Ronda que se cita en la declaración obtenida en el atestado es propiedad de Antonio Anglés, si bien éste lo compró a nombre de Francisco Partera utilizando para ello el documento nacional de identidad de éste, en el que colocando una fotografía de Antonio se sacó una fotocopia en la que parecía que la foto del referido documento es la de Antonio.
Que Francisco Partera es amigo de Antonio y es drogadicto, habiéndole dejado el citado documento nacional de identidad a Antonio para que pudiera practicar la superposición fotocopia referida a cambio de recibir unas papeletas de heroína.
Que el mencionado Seat Ronda es de color azul de tono ni muy claro ni muy oscuro.
Que Antonio Anglés tiene en Catarroja el apodo o sobrenombre de "Asukiki" y que además, desde el mes de septiembre aproximadamente de 1992, comenzó a utilizar el nombre de Rubén en todo tipo de relaciones y situaciones hasta el punto de decirle al declarante que le llamase Rubén y no Antonio, y así lo hizo el declarante a partir de entonces. Sabe también el declarante que Antonio tiene un carnet de identidad de formato nuevo, si bien no sabe qué nombre aparece en el mismo, ya que, si bien Antonio le enseñó el documento, no le permitió que pudiera ver el nombre, ya que no se fiaba ni siquiera de él.
Que el día de los hechos, viernes, estuvieron comiendo en casa de Antonio en Catarroja, y sobre las siete y media u ocho de la tarde salieron de casa con ánimo de ir de fiesta a alguna discoteca. En este sentido, el declarante y Antonio tenían por costumbre ir a las discotecas Arabesco, en la carretera de Ademuz, término de Paterna; Cancela de Sueca y otra de Turis cuyo nombre no recuerda en este momento. Sin embargo esa tarde Antonio le comentó de ir a la discoteca Coolor de Picassent donde había mucha marcha, decidiendo ir a la misma. El trayecto lo hicieron en el Opel Corsa del declarante siendo conducido por él mismo.
El declarante sabía que Antonio tenía un arma que solía por lo general tener escondida en la caseta de Alborache, no siendo muy frecuente que la bajase a Catarroja, si bien a veces lo hacía pues alguna vez se la había visto en la habitación.
Que el día de los hechos el declarante ignoraba que Antonio llevase encima el arma, la que portaba enfundada a la espalda en el pantalón, tal y como pudo apercibirse posteriormente. Igualmente ignora el declarante la razón por la que Antonio ese día quiso llevar el arma encima, si bien alguna vez Antonio había manifestado que si la Guardia Civil le daba el alto él se liaría a tiros, pues la libertad era muy bonita. En el trayecto hacia Picassent conducía el referido Opel Corsa el propio declarante y circulando por el interior de Picassent, a la altura aproximadamente del parque y ermita que hay en la travesía, vieron a tres chicas que hacían autostop, las que son las mismas que aparecen en las fotografías que se le exhiben y que son reconocidas acordándose por S. Sª la unión a autos de las referidas fotografías. En ese momento Antonio le dijo al declarante que había unas chicas haciendo autostop y que parase, lo que así hizo el declarante. Una vez detenidos, Antonio les preguntó a las jóvenes si iban a la discoteca Coolor respondiendo las mismas afirmativamente, por lo que bajó Antonio del vehículo y adelantando el asiento del mismo entraron las tres jóvenes en el asiento trasero y volviendo Antonio a hacerlo en el delantero derecho.
Que durante los hechos referidos en el vehículo del declarante y antes que subieran las jóvenes iban únicamente él y Antonio, sin que fueran acompañados por ninguna otra persona ni en el referido vehículo ni en otro diferente.
Una vez que reiniciaron la marcha, y antes de la discoteca Coolor, Antonio, acercándose al declarante y en voz baja, le dijo que no parase y que se irían a tomar algo por ahí, contestando el declarante que vale, por lo que al llegar a la altura de la discoteca continuó la marcha en lugar de parar, ante lo cual las jóvenes que iban detrás preguntaron por qué no paraban, contestando Antonio que iban a recoger una cosa, a lo que las referidas jóvenes estuvieron conformes si no estaba muy lejos, diciéndoles Antonio que no, ya que vivía en una urbanización situada poco después de la discoteca.
Ante esta respuesta de Antonio el declarante se quedó mosqueado, ya que no concordaba la decisión de ir a tomar algo con la mentira procedida por Antonio.
Que una vez pasadas las urbanizaciones y dándose cuenta las chicas que no era cierto lo que se le había dicho empezaron a protestar y es entonces cuando Antonio sacó el arma y tirando de carro las amenazó, ante una de ellas, sin que pueda el declarante precisar cual, comenzó a gritar, llevando entonces Antonio a girarse hacia atrás arrodillarse en su asiento y cogiendo la pistola por la culata pero teniendo el cañón próximo y paralelo al dedo meñique y apuntando hacia el codo golpeó así con el arma a una de las chicas sin que pueda precisar cuál de ellas, aunque en cualquier caso está seguro que no fue la que se encontraba sentada detrás del declarante que era Desirée, debiendo ser pues, Miriam que debía encontrarse en el centro o Antonia que debía encontrarse detrás del asiento de Antonio, posiciones éstas dos últimas que si bien no recuerda con exactitud las supone por el hecho de que posteriormente en bajar por la puerta derecha del vehículo fue Antonia. No obstante recuerda ahora el declarante que al bajar del vehículo era Antonia la que le salía un poco de sangre por la boca por lo que supone que debió ser a ella a quien Antonio pegó en la boca. No obstante, el declarante que a consecuencia de dicho golpe no se le debieron romper algunos dientes a Antonia o por lo menos el declarante no se apercibió de ello. Después de pegar el golpe con el arma tal como se ha relatado, Antonio dejó la misma en su asiento y con la mano y en un estado de gran excitación empezó a pegar bofetadas en las caras y cachetes en las cabezas, supone, de las tres jóvenes, al mismo tiempo les gritaba y ordenaba que se callaran, consiguiendo que se callaran, de forma que a partir de entonces solo se les oyó llorar a las tres en voz baja. Entre tanto el declarante no dijo ni hizo nada continuando conduciendo a su velocidad normal de unos ochenta kilómetros por hora, y ello porque estaba completamente atemorizado de lo que pudiese hacer Antonio ya que conociendo su carácter agresivo pensaba que era capaz Antonio de dispararle por el solo hecho de que intentara defender a las jóvenes.
Después de ocurrido lo anterior el declarante continuó circulando, existiendo total silencio hasta que llegando el cruce de Venta Cabrera Antonio le dijo al declarante que girase hacia la izquierda, que es la carretera que va a Montserrat y Real de Montroy, obedeciendo el declarante y continuando el trayecto por Montserrat, Montroy y Real hasta llegar a la altura de Catadau, todo ello en total silencio y sin que hubiera habido una orden o decisión por parte de alguien sobre el lugar de destino o finalidad perseguida, hasta que al llegar al cruce de la carretera de Carlet con la carretera de Catadau en la que Antonio le dijo al declarante que girase a la derecha y cogiera un camino de tierra que allí había, circulando por él durante unos cinco o diez minutos a unos cuarenta kilómetros por hora aproximadamente, hasta que al llegar a una especie de fábrica, Antonio le dijo que parase allí, lo que así hizo el declarante arrimándose a los muros de la referida fábrica.
Hace constar el declarante que, durante el trayecto que ha sido referido inmediatamente después de que Antonio abofeteara y pegara a las tres jóvenes, el mismo Antonio sacando de la guantera del coche una especie de gasa que era del mismo Antonio y que él utilizaba para esconderse un tatuaje que tiene en el brazo, procedió a atarles las manos a Antonia y a Miriam, continuando para ello en la misma posición de estar arrodillado sobre su asiento y vuelto y mirando hacia el asiento trasero, suponiendo el declarante que debía utilizar Antonio el lanzador que Antonio siempre llevaba consigo enfundado en el pantalón e ignorando el declarante la razón por la que Antonio no atara también a Desirée. Precisa a este respecto que Antonio ató a las mencionadas Antonia y Miriam dejándoles las manos por delante.
Precisa también el declarante que, después de pasar la discoteca Coolor y la urbanización mencionada por Antonio, las tres jóvenes pidieron y gritaron que parasen y las dejasen bajar y dejasen tranquilas y fue por eso por lo que Antonio comenzó a golpearlas tal y como se ha relatado ya.
Una vez estaban detenidos en la mencionada fábrica, bajó Antonio del vehículo, adelantó su asiento y cogiendo por el brazo a Antonia le dijo que bajara, a lo que ésta en principio parecía que se resistía diciéndole que no le hiciera nada, ante lo cual Antonio la sacó por la fuerza y una vez los dos fuera del coche se la llevó hacia la parte de los árboles continuándola cogiéndola y llevándola mientras ésta le decía que no le hiciera nada y que no diría nada, en tanto que Antonio le ordenaba que se callara, si bien no cree el declarante por lo menos no lo vio que en estos momentos Antonio le pegara a Antonia sino que únicamente la arrastraba pero estando andando los dos, hasta que en un determinado momento el declarante ya no solamente pudo ver a los que se habían ido, ya que las luces del coche estaban apagadas, en el paraje no había luz artificial y sólo había un poco de luna, 1 sino que después también dejó de oír por razón de la lejanía a los que se habían ido, precisando a este respecto que Antonio no llevaba ninguna linterna ni ningún instrumento de luz. Y, cuando Antonio bajó del coche, el arma no se encontraba ya en el asiento ni el declarante la vio en el vehículo, por lo que supone que Antonio después de terminar de atar a las jóvenes se la debió volver a guardar y por tanto al salir del coche la llevaría consigo.
1
Esto es mentira, casi había luna llena.
Durante el tiempo que pasó hasta que Antonio volvió al vehículo, en que debieron pasar unos diez minutos aproximadamente, el declarante continuó sentado en su asiento mientras Desirée y Miriam permanecían también detrás preguntándole qué pasaba y qué iba a hacer y pidiéndole que las dejase marchar, a lo que el declarante les dijo que no y que suponía que no iba a pasar nada, sino que Antonio debía estar cabreado, encontrándose en ese momento el declarante en un estado de bloqueo por el miedo que tenía y que en estos momentos sigue teniendo a lo que Antonio le pueda hacer.
Una vez que volvió Antonio lo hizo sólo, sin la compañía de Antonia, y volviendo a entrar en el coche por la portezuela del acompañante le dijo a Miriam -que estaba en el centro- y le dijo que le acompañara, que su amiga Antonia estaba mal o le había pasado algo, al mismo tiempo que la cogía por el brazo y la sacaba sin que recuerde el declarante que la referida Miriam pusiera resistencia; lo que sí sabe que estaba asustada y sacándola del coche se la llevó por la misma dirección que había tomado anteriormente con Antonia, si bien antes de ello Antonio cogió de la guantera que se halla en la puerta derecha del coche un objeto que el declarante no vio, así como cogió las llaves del coche que estaban puestas en el contacto y dirigiéndose a la parte trasera del vehículo abrió el maletero y sacó otro objeto de allí, suponiendo que se llevaría unos alicates que allí se encontraban y cree también una linterna de petaca que también se encontraba allí y, una vez cogido esto, Antonio volvió a dejar las llaves del coche puestas en el contacto, todo lo cual tuvo lugar antes de que, como ya se ha referido, que le dijera a Miriam que saliera, la cogiera y se la llevara por la misma dirección que anteriormente con Antonia, haciendo esto también a oscuras sin utilizar la linterna, hasta que en un momento determinado el declarante dejó de ver y oír a Antonio y Miriam.
Una vez que Antonio y Miriam habían salido, el declarante le dijo a Desirée que pasara al asiento delantero para no estar tan sola, lo que así hizo ésta pasando entre los dos respaldos del asiento delantero, preguntándole Desirée qué es lo que iba a hacer y qué iba a pasar, dado que el otro ya se había llevado a sus dos amigas, lo que el declarante contestó que no le iba a hacer nada; lo que sí que hizo cuando pasó al asiento delantero la cogió del brazo para que no pudiera huir y debieron estar aproximadamente un cuarto de hora en el que así sentados Desirée le preguntaba si le iban a hacer algo y por qué su amigo les había pegado y el declarante intentaba calmarla diciéndole que él no les iba a hacer nada, hasta que el declarante empezó a hacer proposiciones a Desirée de mantener relaciones sexuales, así como a hacerle tocamientos, ante lo que ésta no contestaba y no aparentó ofrecer excesiva resistencia debido, supone el declarante, al temor que tendría la misma de que le pegara o le hiciera alguna maldad. A continuación, el declarante bajó el respaldo del asiento donde estaba Desirée para dejarlo en posición horizontal, le bajó a Desirée los pantalones y las bragas y le subió el suéter o le desabrochó la camisa y le subió el sujetador por encima de los pechos para a continuación el declarante bajarse los pantalones y calzoncillos hasta los tobillos, montarse encima de Desirée e introducirle el pene por vía vaginal, notando entonces que Desirée se quejaba como que la penetración le estaba haciendo daño y continuó la relación sexual en esa forma durante aproximadamente quince minutos, hasta que el declarante procedió por propia voluntad a extraer su miembro para eyacular fuera de la vagina. Durante todo este tiempo Desirée permaneció absolutamente inmovilizada y bloqueada, supone por el miedo que sentía de forma que el declarante no necesitó sujetarla; no obstante al principio y como reacción que sintió por la penetración Desirée le decía que le dolía al mismo tiempo que con las manos intentaba apartar al declarante.
Que para conseguir penetrarla el declarante le levantó un poco las piernas a Desirée.
Una vez el declarante eyaculó regresó nuevamente su asiento y subió el asiento de Desirée mientras ésta se subía las bragas y los pantalones y se bajaba el sujetador y abrochaba la camisa sin poder recordar exactamente si la Desirée se hiciera un nudo con el borde de su camisa, y cogiendo el declarante con su mano derecha la mano izquierda de Desirée, encendió el declarante con la otra mano encendió la radio y así estuvieron los dos sentados oyendo música y estando Desirée absolutamente inmovilizada y sin decir nada hasta que tres horas o cuatro horas después regresó Antonio.
En la relación sexual el declarante no usó preservativo, ya que no tenía ninguno, y por esa razón es por lo que eyaculó fuera de la vagina haciéndolo entre los dos asientos del vehículo, por donde se encuentra el freno de mano, limpiando después la superficie donde se había derramado el semen con un trapo viejo que llevaba en el coche trapo éste que ya no tiene y que se imagina que lo debió tirar cuando estuvo sucio. No recuerda el declarante que Desirée se limpiara a su vez después de la relación sexual.
Una vez llegó Antonio abrió la puerta derecha del coche cogió a Desirée la sacó y se la llevó mientras que el declarante le decía "joder. ¿no has tenido bastante con dos?", a lo que Antonio le dijo que se callara y que eso no iba con él. El declarante en ese momento suponía habría tenido acceso carnal con Antonia y Miriam, así como también que algo les habría hecho, ya que no habían regresado ninguna.
El declarante continuó dentro del vehículo unos quince minutos, hasta que ya muy nervioso salió fuera, quedándose en las cercanías del coche; si bien tenía curiosidad por saber qué estaba pasando donde estaba Antonio, el miedo a que este le hiciera algo si desobedecía la orden era superior y por ello no se atrevió a acercarse más a Antonio. Estando fuera, el declarante oía como de lejos Antonio gritaba a Desirée, si bien no podía apreciar en qué consistían esos gritos, así como también oía gritar a Desirée de forma aterradora como si le estuviesen causando fortísimos dolores.
Que al oír estos gritos el declarante ya pudo suponerse donde se encontrarían Antonio y Desirée, si bien no los veía ya que estaban en un campo de algarrobos, el que tal como pudo apreciar después al retirar los cuerpos era un campo trabajado y limpio de hierbas.
Que, unos quince minutos después que el declarante había salido del vehículo, oyó tres disparos que procedían del lugar donde se encontraba Antonio, debiendo mediar entre cada uno de los disparos un periodo de unos cinco segundos, y sin que inmediatamente antes, ni durante los disparos oyera ningún grito procedente de las tres jóvenes.
Rectifica el declarante que el tiempo transcurrido que Antonio se llevó a Desirée hasta que se oyeron los disparos fueron unos quince minutos, de los cuales pasó dentro del coche cinco minutos aproximadamente.
Al oír los disparos el declarante se quedó inmovilizado dado el cariz que había cogido los acontecimientos, si bien inmediatamente se fue hasta donde estaba Antonio y al llegar allí éste le dijo "si te chivas a la Guardia Civil te mato". Al llegar al sitio, el declarante se encontró a Antonio de espaldas a él con la pistola en la mano y con el brazo caído y a continuación Antonio los tres cuerpos de Desirée, Miriam y Antonia tumbados en el suelo con las cabezas próximas hacia donde se encontraba con una separación entre ellas de medio metro una, en sentido perpendicular a la dirección en la que avanzaba el declarante, y las otras dos con una cierta inclinación oblicua, recordando únicamente que la que se encontraba más a la derecha estaba de lado y llevaba el pelo largo, no recordando la posición que pudieran tener las otras dos. La que se encontraba ladeada tenía la ropa puesta, en tanto que las otras dos estaban con los pantalones y bragas bajados y con el resto del cuerpo desnudos. También recuerda que ninguno de los tres cuerpos aparecía con las manos atadas en el momento que los vio. Supone el declarante que la joven del pelo largo que aparecía de lado y vestida debía ser Desirée ya que recuerda que después al vestir a las otras dos les pusieron sendos suéter mientras que Desirée lo que llevaba era una camisa.
Inmediatamente Antonio le dijo al declarante deprisa vamos a vestirlas, procediendo el declarante a subir las bragas y pantalones de las dos que los tenían bajados, mientras Antonio les colocaba los suéteres, no recordando el declarante si les puso o no los sujetadores. No obstante antes de que Antonio le dijera de vestirlas, el mismo Antonio debió poner los tres cadáveres boca arriba ya que cuando comenzaron a vestirlas se encontraban así.
En el momento que procedieron a vestirlas recuerda el declarante que los cuerpos aparecían con tierra pegada, al menos la parte de las piernas que es la que recuerda el declarante, así como también recuerda la sensación de que había muchísima sangre en los cuerpos. En cualquier caso, recuerda que en las piernas la sangre se localizaba en la parte interna de los muslos, y supone que la parte superior de los cuerpos también habría mucha sangre ya que Antonio, que fue quien se encargó de vestirlas por arriba; también resultó con muchas manchas en su ropa.
El declarante no recuerda que después de muertas volvieran a atar las manos a los cadáveres y tampoco vio que pudiera haber por allí alguna cuerda o elemento similar, si bien si que recuerda que posteriormente, cuando procedieron a trasladar los cadáveres, los brazos no colgaban, hacia el coche, por lo que supone que deberían llevar las manos atadas y que en algún momento anterior Antonio debió hacer las ataduras.
Se suspende este acto aproximadamente una hora, siendo las 20.30 horas.
Se reanuda a las 24,00 horas.
Una vez vestidos los cadáveres, Antonio le dice al declarante que se vaya al coche a ponerlo en marcha lo que así hace dándole la vuelta para poder regresar tardando Antonio varios minutos en volver al coche y debiéndose ser las cuatro de la madrugada aproximadamente en reanudar la marcha. De allí se dirigieron a la casa de Alborache a recoger el pico y una azada para el enterramiento de los cuerpos, habiendo tardado una media hora en llegar a la referida casa. de Alborache; después de recoger los dos objetos citados se fueron a la casa de Llombay para recoger dos trozos de moquetas que Antonio tenía en la referida casa, habiendo tardado más de una hora para llegar desde Alborache a Llombay, de forma que debían ser sobre las seis de la madrugada cuando, una vez cargada la moqueta, volvieron a salir nuevamente hacia el lugar donde se encontraban los cadáveres, tardando unos veinte minutos o media hora para llegar hasta allí. El declarante pudo dejar el coche a unos cien metros aproximadamente de donde estaban los cadáveres, bajando Antonio, que se dirigió hacia el lugar donde estaban éstos, en tanto que el declarante quitó la bandeja trasera del vehículo, plegó y abatió los asientos traseros y extendiendo en la superficie trasera del coche el trozo de moqueta más grande de los dos que habían cogido, hecho lo cual el declarante cogió el otro trozo de moqueta y acudió a reunirse con Antonio. A continuación extendieron uno de los cadáveres sobre la moqueta y utilizando esta en forma de camilla lo trasladaron en el coche donde la depositaron sobre la parte trasera del mismo y así sucesivamente hasta cargar los tres cadáveres.
Calcula el declarante que desde la fábrica vieja hasta el punto donde se encontraban los cadáveres debía de haber unos ciento cincuenta metros.
Que fue Antonio, durante el trayecto hacia Alborache, a quién se le ocurrió ir a Llombay a recoger las moquetas de forma que una sirviera para transportar los cadáveres, como camilla, y otra para extenderla en el coche, para que no se manchara éste.
Una vez que volvieron al lugar donde estaban los cadáveres, el declarante ya recordaba el acceso a donde estaban los cadáveres, de forma que Antonio no le dijo por dónde debía entrar. Asimismo esta segunda vez no llegaron hasta la fábrica, ya que un poco antes de la misma cogieron una bajada que permitía llegar con el coche a una distancia más cercana a los cadáveres.
Una vez cargados los cadáveres, Antonio le dijo que iba a conducir él, sentándose el declarante en el asiento al lado del conductor, iniciando la marcha sin saber el declarante dónde iba a Antonio a enterrar los cadáveres.
Durante el trayecto el declarante estuvo adormilado, incluso llegó a dormirse, sin que llegara a tener conciencia del tiempo que estuvieron circulando, aunque si se apercibió que debían ir por caminos muy malos pues el coche tenía mucho movimiento. Cuando Antonio paró el coche era aún de noche y el declarante no conocía el paraje donde se encontraba. Una vez que bajaron, cogieron el pico y la azada y estuvieron buscando sitio idóneo para cavar la fosa hasta que poco después Antonio decidió el lugar donde lo realizaron, poniéndose a cavar los dos lo que debieron tardar unos tres cuartos de hora. Una vez abierta la fosa, volvieron al coche y procedieron a trasladar los cuerpos hasta allá en la misma forma anterior de transportarlos uno a uno cargados en la moqueta utilizada como camilla. No puede precisar el declarante si cada vez que trasladaban un cadáver lo metían en la fosa o si los dejaban al borde de la misma para una vez los tres allí meterlos ordenadamente. Lo que sí recuerda es que los cadáveres se colocaron apilados uno encima de otro y que, después de haberse hecho esto, Antonio cogió el coche la moqueta y la llevó hacia la fosa, suponiendo el declarante que la metería dentro de ella. A continuación, mientras Antonio procedió a cubrir la fosa de tierra, el declarante volvió al coche para poner los asientos en su sitio, colocar la bandeja y limpiar las posibles manchas que se podían haber producido; una vez hecho esto, el declarante se fue hacia la caseta de Llombay, que estaría a unos trescientos metros de allí, tal como momentos antes se lo había indicado Antonio. El declarante ignora qué es lo que Antonio pudiera enterrar en la fosa así como cualquier otros objetos que pudiera llevar hasta allí, ignorando la existencia en la fosa o en sus proximidades de ningún tubo de tinte de pelo, de laca, de vídeo juegos, prismáticos, un guante grande y los demás objetos que resultaron hallados en la diligencia del levantamiento, así como también ignora la procedencia como finalidad y razón de las dos trancas y de las piedras envueltas en una camiseta enrolladas que también fueron encontradas en el interior de la fosa.
El declarante se fue, como se ha dicho, a la caseta a cambiarse de ropa, poniéndose un chándal viejo que se encontraba y colocando toda la ropa que llevaba en una bolsa de plástico. Al poco tiempo llegó Antonio a la misma caseta e hizo lo mismo de quitarse la ropa y ponerse otro chándal y colocando aquella en la misma bolsa mencionada. Cuando el declarante fue a la caseta de Llombay estaba ya clareando el día y cuando después de cambiarse de ropa los dos se marcharon de la caseta era ya de día.
Después de coger otra vez el vehículo, se dirigieron a la caseta de Alborache donde Antonio después de engrasar el arma la escondió en su escondite habitual situado detrás de la caseta, así como bajaron y dejaron también allí el pico y la azada que llevaban en el coche.
De Alborache se fueron a Buñol, a un vertedero donde suelen quemar desperdicios, donde tiraron la bolsa de la ropa a una hoguera que había allí, marchándose a Catarroja donde Antonio dejó al declarante en su casa, mientras que Antonio se volvía a marchar con el coche del declarante.
Hace constar el declarante que para en la práctica del atestado se le ha cortado con su consentimiento trozos de pelo tanto de la cabeza como del pubis.
A preguntas del Sr. Fiscal manifiesta que, después de muertas las jóvenes y vestidas, Antonio golpeó los cadáveres con una tranca que se imagina que debía encontrarse por allí ya que el declarante no recuerda que la llevase en el coche y dicha tranca debía tener unos ochenta centímetros de longitud; asimismo después de muertas y vestidas Antonio lavó digo clavó su lanzador sobre uno de los cadáveres lanzándolo sobre él, no sabiendo el declarante las veces que lo lanzó.
Reconoce como suyos los alicates que le son mostrados y que aparecen en el atestado.
Cuando Antonio se llevó a Antonia y a Miriam, se las llevó estando las mismas atadas por delante.
Que durante los meses en que Antonio estuvo viviendo en la caseta de Llombay, después de quebrantar la condena, estaba allí desenganchándose de la droga su hermano Roberto, así como también estuvo allí su otro hermano Ricardo, que es quién se encargaba de traerles la comida.
Que Antonio conocía muy bien el contorno de la caseta de Llombay y del lugar del enterramiento, teniendo además mucha afición a ver las abejas y las colmenas.
Que en las casetas de Llombay los tres hermanos dormían sobre dos colchones, cada uno en un saco de dormir.
Que el declarante ha visto la película Instinto básico no recordando cuándo, aunque fue recién estrenada y pudiendo haber sido en el verano del 92, y fue a verla con un hermano de Antonio, con Mauricio, si bien ignora si fue Antonio o no a verla.
A preguntas del Sr. Letrado manifiesta que era la primera vez que subían a autoestopistas y que el hecho de parar fue a petición de Antonio.
Que cuando iba a mantener relaciones sexuales con Desirée, él le desabrochó la camisa sin que tuviera para ello que forzarla o romperla. No son drogadictos ni el declarante ni Antonio, así como tampoco ninguno de los dos habían consumido alcohol sino únicamente el declarante había tomado medio Rohypnol.
Terminada la presente leída y hallada conforme la firman todos los presentes detrás de S.Sª., de lo que doy fe.
Calendario lunar. Noviembre de 1992
---OOO---
Fuentes:
Joan M. Oleaque. Desde las tinieblas. Editorial Empúries. 2009.
1997.05.22: Mauricio Anglés insiste en que no participó en el crimen de Álcàsser:
http://elpais.com/diario/1997/05/22/espana/864252020_850215.html
Levante-El Mercantil Valenciano, 24 de febrero de 1993: Ricart acusa en su declaración a Anglés... "Habia muchisima sangre en los cuerpos".
La Opinión. Sábado, 30 de enero de 1993: "Si existen culpables, que los maten".
Sumario y Vista Oral del caso Alcàsser.
15 comentarios:
Uno comprende el porqué jamás se hizo una reconstrucción en los lugares de toda la situación con Ricart, era tan delirante la historia que no se soportaba por ningún lado.
Nadie sabe nada de la estancia de Ricart en la Legión. Nadie - ni el mismísimo J. I. Blanco - parece haber indagado sobre ello. Ningún antiguo camarada, ni ningún superior, ha manifestado jamás nada al respecto. En ningún foro he encontrado comentario alguno sobre este episodio de la vida de Ricart, que podría ser muy revelador, o no, pero que convendría conocer. ¿A qué se debe este vacío en la biografía de Ricart, siendo muy fácil de documentar y de reconstruir?
Está clara la fijación de Miguel Ricart con Desirée (¿tal vez indica algún conocimiento previo?). Sin embargo, no suele repararse en otra constante que aparece en todas las confesiones de Ricart, y pido perdón por la rudeza expositiva: la primera niña en ser ultrajada por Antonio siempre es Toñi.
De nuevo pido mil perdones, en especial a la familia, porque lo que voy a decir es muy duro (puesto que duro es el asunto del que se trata). Lo diré:
Nadie puede creerse que Antonio Anglés, alguien que persigue la satisfacción inmediata de sus deseos libidinosos (según la literalidad de la versión oficial, a así lo recuerdo), cometa una violación en serie en la cual, pudiendo elegir a voluntad entre tres criaturas indefensas, comience la consumación de sus bajos instintos en la chica, a priori, menos atractiva.
Y lo último que quisiera es que la crudeza con la que esto expongo se confundiese con frivolidad, nada más lejos de mi ánimo, bien sabe Dios.
(Entenderé que el administrador del blog pudiera decidir no publicar este comentario.)
En cuanto a la fijación de Ricart con Desirée, me refiero a la versión oficial, no a que fuera real. ¿Presión a la familia, quizás? En cuanto al orden escogido, alguien tenía que decirlo y dicho queda. No obstante, entiendo que el tema a tratar no es el mayor o menor atractivo físico, porque dado que Antonio era homosexual (se pongan como se pongan nunca se ha entrevistado a ninguna mujer que dijera haber tenido relaciones con él) sólo queda el odio como posible motivo para el triple crimen. El odio no permite mantener relaciones sexuales, hace falta una erección, cosa que un homosexual no tendría tratándose de tres niñas y menos aún manteniendo sexo anal, que incluso habiendo consentimiento necesita lubricacion previa. Nada tiene ni pies ni cabeza en ninguno de los relatos de Ricart.
"... A los 20 años se enrola en la Legión como Voluntario especial, ya que fue excedente de cupo, y manifiesta que realizó este tipo de alistamiento al quedarse sin trabajo y sentirse atraído por la "manera especial de entender la vida" de este cuerpo militar. El periodo previo al alistamiento coincide con una situación de crispación con su compañera quién le reclama un mayor aporte económico.
El destino que le corresponde es Málaga donde permanece durante 18 meses..."
Esto es todo lo que Blanco tiene que decir respecto a la estancia de Ricart en la Legión.
Supongo que el Sistema no nos ha dado más datos al respecto porque cualquier mención hace menos creíble la historia de sumisión a Anglés.
"Están presentes el Ilmo. Sr. Fiscal Jefe DON ENRIQUE BELTRÁN y el médico forense del Juzgado de Instrucción Uno y Diez de Valencia DON SANTIAGO RINCÓN VELÁZQUEZ. Está presente el médico forense de Alzira DON FRANCISCO ROS PLAZA..."
Un dato anecdótico:
Resolución de 17 de mayo de 1995, de la Secretaría General de la Consejería de Cultura, por la que se resuelve inscribir en el Registro de Fundaciones Culturales de la Comunidad Valenciana a la Fundación denominada «Fundación por la Justicia».
Vocales: don Alejandro Font de Mora Turón (...) don Santiago Rincón Velázquez y doña María José Victoria Fuster.
https://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-1995-16996
Uno de los forenses de las niñas y la decana del Colegio de Procuradores de Valencia entre otros llamaron a la fundación... Fundación por la Justicia.
Soy el anónimo anterior. Amigo Nozick, creo haberme explicado mal. Soy un convencido de la falsedad de la versión oficial. Lo que quería resaltar es que la versión oficial, además de falaz, está elaborada con tal torpeza que ni siquiera se ocuparon de que resultasen creíbles aspectos tan palmarios como ése.
Un saludo y no cejes.
Este otro señor también afirmó saber mucho, peor mucho sobre la verdad del crimen llegando a autoinculparse, pero parece no haber tenido tanto "éxito" en la tarea como Miguel Ricart.
http://lahemerotecadelbuitre.com/piezas/escandalo-en-la-sonrisa-del-pelicano-por-la-patrana-de-juan-cano-que-aseguro-haber-enterrado-a-las-ninas-de-alcasser-para-luego-reconocer-que-se-lo-habia-inventado/
Hola Nozick. ¿no vas a publicar mis comentarios? ¿Es censura? Vaya...
¡Saludos!
Soy estudiante de criminología y además me crié en un pueblo valenciano no lejos de Alcásser. Estas son dos de las razones por las cuales siempre he seguido tan de cerca este caso. Creo que no exagero al afirmar que conozco (si no todo) la mayor parte del material existente sobre el caso que nos ocupa; que he leído, releído, visto y oído todo lo habido y por haber en el mismo. Y a pesar de ello sigo teniendo las mismas respuestas que cualquiera de ustedes.
En mi opinión, cuando pasa algo extraordinario, impactante o difícil de asimilar (y no hablo sólo del caso Alcásser sino de cualquier suceso de estas caracteríticas) necesitamos encontrar unos motivos fuera de lo común que encajen con la magnitud del crimen que se ha cometido. No nos basta con saber que un par de muertos de hambre cometieron semejante atrocidad sólo porque quisieron abusar de unas niñas. Tiene que haber algo más.
En el caso de Natascha Kampusch, por ejemplo, también se habló de conspiraciones, de gente de poder, sectas satánicas y películas snuff. Y al final ¿Qué sucedió? Que había sido secuestrada por un vecino suyo, por un Don nadie. Con esto solo quiero decir que, en muchos casos, las explicaciones más sencillas suelen ser las más certeras.
Con esto no quiero decir que crea a pie juntillas en la versión oficial del caso. Por supuesto que hay puntos en los que se tambalea; aunque no más de lo que se tambalean el resto de las versiones existentes.
Para mí Ricart no es un cabeza de turco, en absoluto. Miente más de lo que habla, sabe más de lo que miente y si no cuenta la verdad es por el simple motivo de que la verdad no le favorece en absoluto.
Esa es mi opinión, sólo una opinión que vale tanto como la de cualquiera, porque tampoco yo estuve allí para presenciar lo que pasó aquella noche maldita.
Para terminar sólo decir ( en referencia a unos de los comentarios que he leído en este post) que me parece muy ruin utilizar aspectos tan subjetivos como el atractivo físico de las niñas o el orden en el que fueron violadas y vejadas para poner en duda el testimonio de Ricart.
Por lo demás valorar muy positivamente el trabajo realizado en este blog; sin duda es el más completo que he encontrado. Muy buen trabajo. Saludos.
Muchas gracias por los elogios, pero si después de haber leído los 4 posts titulados "Miguel Ricart ¿culpable o cabeza de turco?" piensa usted que Ricart fue uno de los culpables del crimen, entonces sus elogios son totalmente inmerecidos. Me debo de haber explicado fatal.
Saludos cordiales.
Este cantamañanas no creo que hubiese echo esas cosas y el otro tampoco. Eran dos muertos de hambre.
Llama la atención que, a pesar de lo aterrorizado que Antonio tenía a Ricart, éste tuviese la iniciativa propia de violar a una de las chicas. El estado de pánico en que estaba sumido debió de darle un respiro de eso, 15 minutillos.
Nozick, ¿quién es Saturnino Amador?, he oído hablar de él varias veces, ¿por qué dices que tiene para varios blogs?, ¿cuál es su papel en el caso?.
Consulta el siguiente post:
https://lawebdelassombras.blogspot.com/2016/07/alcasser-pablo-pizarro-plaza.html
Publicar un comentario