martes, 4 de junio de 2013

Mari Luz Cortés Suárez. (2/3)

2.- Santiago del Valle García.




En octubre del año 2007, tres meses antes de la desaparición de Mari Luz, Santiago del Valle se mudó al piso que había sido de sus padres, en el número 1 de la Avenida de las Flores, de Huelva, junto con su mujer y su hermana Rosa, casi al lado de la casa de Mari Luz. En noviembre se apuntó a los cursos de adultos del colegio al que asistía la niña, el I.E.S. San Sebastián, situado en la Avenida de Andalucía.


El portal de Santiago del Valle, junto a la señal de dirección prohibida. En la plaza vivía Mari Luz. A la derecha, la esquina del quiosco de Fernando Salazar Koopman. 

Santiago Del Valle García había nacido en Huelva el 22 de febrero de 1965, en una familia de nueve hermanos, tres niñas y seis niños, de los cuáles él era el cuarto. Su padre, Juan, se dedicaba a la venta ambulante. Y su madre, María, era limpiadora.

Sus únicos ingresos provenían de una pensión por invalidez que se le concedió cuando era joven. La Consejería de Asuntos Sociales andaluza le reconoció una minusvalía del 75% por padecer esquizofrenia. Y me refiero a Santiago del Valle, que conste.


Isabel García.

Se casó con Isabel García y se mudaron a Cazalla de la Sierra. Isabel tenía un coeficiente intelectual de 47, equivalente a retraso mental moderado.

Volvieron a Huelva para vivir en la casa de la madre de Santiago, en la que permanecieron hasta que la hija mayor del matrimonio pereció atropellada por un camión. Recibieron una indemnización de 120.000 euros, que emplearon en comprarse un piso en Sevilla, en el barrio de las Tres Mil Viviendas.

Tras la condena del matrimonio por abusos sexuales a su hija, vendieron el piso y se trasladaron a Gijón. Allí Del Valle fue denunciado por ciberacoso por la madre de una niña de trece años y se dictó una orden de alejamiento contra él. El ciberacoso había pasado a mayores y Santiago se había presentado en casa de la menor e incluso en el instituto Mata Jove, donde estudiaba.

Volvieron a Sevilla, para ocupar una chabola. Del Valle se quejó a sus hermanos de las condiciones en las que estaba viviendo y éstos decidieron permitirle que se alojara en la antigua vivienda familiar, en Huelva.


Rosa del Valle García.

Según su hermana Rosa, su hermano le pidió entonces que lo llevara a Sevilla para traerse a una supuesta hija, de unos seis o siete años, habida de relación extramatrimonial y que vivía con su abuela.

En total, desde el año 2001, Del Valle había estado implicado en cinco casos de abuso de niñas. Pero jamás había sido enviado a prisión. Había empezado a abusar de su hermana Catalina cuando la niña tenía cinco años. Luego se le condenó a dos años y nueve meses de cárcel por abusos hacia su propia hija, sin que su mujer hiciera nada por impedirlo, por lo que se le impuso la misma pena. Sin embargo, Del Valle había acudido en enero de 1999 al Juzgado de Guardia de Sevilla para denunciar abusos hacia su hija por parte de un profesor de gimnasia del colegio público Almutamid de Sevilla, pidiendo una indemnización de 60.100 euros. El profesor estuvo imputado año y medio. Se acusó a Del Valle de haber falsificado un parte médico que sirvió de base para su acusación hacia el profesor.

La reforma psiquiátrica, de la que Andalucía había sido pionera, pretendía acabar con los manicomios. Pero dotada con un presupuesto claramente insuficiente, tenía graves deficiencias. Había enfermos, en efecto, que no tenían por qué permanecer recluidos en hospitales psiquiátricos. Pero la falta de presupuesto originó que muchos de ellos no fueran atendidos como requería su estado. Muchos terminaban en los domicilios de los familiares, otros estaban en lista de espera. Y Santiago del Valle, siendo esquizofrénico, vivía en el limbo psiquiátrico. ¿Estaba siendo medicado? Porque ni estaba recluido en un hospital ni tampoco había sido enviado a prisión por sus delitos de paidofilia. ¿Por qué? ¿Cómo se permite esto?

Pues porque el juez Rafael Tirado Márquez, titular del juzgado de lo Penal número 1 de Sevilla, había demorado dos años y dos meses la ejecución de la condena de Del Valle y no ordenó su ingreso en prisión hasta el día 27 de marzo de 2008, dos días después de haber sido detenido por la muerte de Mari Luz. Cualquiera pensaría que, en cuanto se enteró del caso, el juez se apresuró a dictar la orden de ingreso en prisión. La ejecutoria 31/06 por fin se llevaba a efecto. Lo más hiriente es que se consideraba que Tirado había dictado fallos ejemplares sobre violencia de género. Y había sido premiado en el año 2004 por el Instituto Andaluz de la Mujer por su compromiso en la defensa de la mujer.

Espero que, por lo menos, le hayan retirado el premio.


El juez Tirado, encantado de haberse conocido.

El asunto llegó hasta el Consejo General del Poder Judicial, pero el juez Tirado escapó con sólo seis meses de suspensión y una multa de 1.500 euros. Este juez ya se había librado de una buena, cuando estando en estado de embriaguez embistió con su coche a un motorista que estaba parado en un semáforo. Pero la sanción que se le impuso se limitó a la retirada del carnet de conducir durante seis meses y a una multa de treinta euros, ya que, además, había insultado a los policías que le practicaron la prueba de alcoholemia. Un ejemplo como juez y como persona.

A los cuarenta y tres años, Del Valle tenía un largo historial de abusos sexuales a menores. Pero jamás había matado a nadie. ¿Qué le hizo cambiar para que empezara a matar? ¿O no cambió?

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Horas después de la desaparición de Mari Luz, sobre las ocho y media de la tarde, los padres de la pequeña acudieron a la casa de Santiago del Valle para registrarla. Entonces Del Valle habría declarado “Yo no me voy a comer ese marrón”. También había varios policías presentes. Se registró el coche de Rosa del Valle. El maletero del vehículo estaba húmedo y recién lavado, y en su interior había dos cartones.

El día 17 de enero, la Policía Judicial solicitó autorización al juzgado para pinchar el teléfono de Del Valle. Pero no debía de ser tan sospechoso, porque aunque se le interrogó, al igual que a decenas de vecinos de la zona, no se le llegó a tomar declaración de forma oficial.

Finalmente, Del Valle fue detenido el 25 de marzo de 2008, más de dos meses después, en la estación de autobuses de Cuenca. Había estado viviendo en la calle del Pozo, en el pequeño pueblo de Pajaroncillo, de apenas cincuenta habitantes, en donde había hecho vida normal en compañía de su mujer y su hermana.

De repente, la versión oficial cambió. Ahora se decía que todas las pesquisas policiales se habían concentrado, a las pocas horas de la desaparición de Mari Luz, en Santiago del Valle, que habría actuado con la complicidad y encubrimiento de su hermana Rosa, y de su mujer, Isabel García. Entonces ¿por qué no se le detuvo inmediatamente el mismo día que se le había interrogado?

Así que tenemos al Estado encausando a un esquizofrénico –que debería estar recluido en prisión o en un psiquiátrico-, a su hermana y a una retrasada mental.

Siempre es conveniente tener a alguien a mano para acallar la alarma social.

Si existe algún sádico homicida sin antecedentes que se entere de la llegada a su barrio de un paidófilo, tiene barra libre. Siempre que se den algunos otros condicionantes...

Del Valle, aparte de ser un paidófilo degenerado, ¿era un asesino?

Porque, al fin y al cabo... ¿qué pruebas científicas existían contra Del Valle?

Con las dos autopsias en poder de la justicia, sólo faltaba presentar las pruebas durante el juicio y probar la culpabilidad de Santiago del Valle.

¿Habría pruebas suficientes?


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